Fréhel: contemporánea de Billie Holiday, antecedente de Edith Piaff
De Wikipedia, biografía de Fréhel:
Marguerite Boulc'h (1891-1951), mejor conocida como Fréhel, fue una cantante y actriz francesa que marcó el período de entreguerras.
Hija de un portero y de origen bretón, Fréhel fue criada en los barrios populares de París. Ya a los quince años comenzó a desempeñarse como vendedora puerta a puerta, hecho que le permitió conocer a La Bella Otero, artista reconocida de la época, quien ve en ella un talento especial y una voz particular, proponiéndole cantar bajo el nombre de Pervenche.
Su repertorio "realista" comienza a ser popular entre 1908 y 1910, fecha que coincide a la de su casamiento con Robert Hollard (alias Roberty), un joven comediante amateur de music-hall que ella conoció en la taberna del teatro Olympia. La pareja tendría luego un hijo que fallecería prematuramente, y más tarde su pareja la abandonaría por Damia, otra actriz y cantante francesa. Fréhel establece a continuación una breve relación con Maurice Chevalier, un colega francés, quien desaprueba su adicción a la cocaína y decide dejarla por Mistinguett, otra cantante francesa.
Embelesada por el éxito, Fréhel (cuyo nombre deviene del cabo bretón del mismo nombre) huye de una vida sentimental desastrosa y se hunde en los vicios del alcohol y las drogas, y deja Francia con rumbo a Europa del Este y Turquia, desde donde en 1923 sería repatriada en un estado lamentable por la embajada francesa. En 1925, la inolvidable inolvidada retorna a las tablas del Olympia para el deleite de un público que no se cansa de sus coplas realistas.
Su físico irreconocible (con un considerable aumento de peso) le abre, paradójicamente, las puertas del cine. Ella vuelve a la fama con Cœur de lilas en 1931, Le Roman d'un tricheur en 1935 y Pépé le Moko en 1936.
En 1950, Robert Giraud y Pierre Mérindol invitarán a Fréhel a presentarse frente al público parisino en una antigua sala de baile, Les Escarpes, situada cerca de la plaza Contrescarpe. Esas serían las últimas apariciones públicas de la cantante. Ella nunca lograría superar sus dramas pasados, y el 3 de febrero de 1951 Fréhel fallece en una sórdida habitación de un hotel de paso. Una importante muchedumbre acudiría a su entierro. Fue inhumada en el cementerio de Pantin.
Ella supo ser una gran vedette. Su público había sido literalmente hechizado por su gran belleza y por la dramática fuerza y potencia de su voz, aunque siempre distinguida.
En 1992, Emmanuel Hubaut, Eduardo Leal de la Gala y Etienne Daho le rindieron un homenaje con el album Ma Grand-mère est une rockeuse (Island Polygram / Bouch Prod).
En el 2001, la canción Si tu n'étais pas là de Fréhel, es utilizada en la banda sonora de la famosa película Le Fabuleux destin d'Amélie Poulain.
Hildy Johnson, (en "Primera Plana", de Billy Wilder):
"Un hatajo de pobres diablos, con los codos raídos y los pantalones llenos de agujeros, que miran por la cerradura y que despiertan a la gente a medianoche para preguntarle qué opina de Fulanito o Menganita. Que roban a las madres fotos de sus hijas violadas en los parques. ¿Y para qué? Pues para hacer las delicias de un millón de dependientas y amas de casa. Y, al dia siguiente, su reportaje sirve para envolver un periquito muerto".
Ante una belleza tan despampanante las etiquetas se quedan raquíticas. Fascinante este músico a primera sangre, este artista incapacitado para trivialidad. Rey de las aflicciones del futuro, inquietud y perdón son hermanos. El maestro libanés del laúd inventa mundos imaginarios. Abu-Khalil viene de los paraísos de la música árabe, el jazz, la música clásica, las músicas populares de raíz… Llamarle a “Em portugués” música de fusión sería un insulto. Aquí no hay ratas de laboratorio injertadas. Hay buen humor, tristeza, tragedia, amor, sentido de la solidaridad…
Tenemos a un compositor con un universo tan personal como inmenso. Pero esos mundos son existencias muy concretas: poemas ciertos en portugués que atraen a Abu-Khalil. El fado encarnado en la voz del lisboeta Ricardo Ribeiro. Músicos con apellidos con los que dialogar es fértil y enriquecedor. Canciones rabiosamente naturales donde el libanés y sus amigos se toman tan en serio sus esencias que no dudan –y éste es el encanto especial de sus brillantes conciertos- en burlarse de los globales tópicos patrios, en celebrar la diferencia.
Datos Rabih Abou-Khalil: laudista libanés y creador de fantasías tangibles. Ricardo Ribeiro: cantor de fados y conmociones íntimas. Luciano Biondini: acordeonista italiano y marinero nómada. Michel Godard: forzudo francés y matemático de la tuba y el bajo. Jarrod Cagwin: tamborilero norteamericano y de civilizaciones lejanas.
“Everythings that happens will happen today” David Byrne & Brian Eno (Todomundo Ltd./opal Ltd./ El Volcan)
Todo por el pop-art. Dos cabezas del pop inteligente, experimental, vanguardista, ático, irónico… David Byrne y Brian Eno coincidieron por primera vez en el álbum de Talking Heads “Remain in Light” (1980). El disco “My life in the bush of gosts” (1981), oráculo simbiótico entre tecnología y realidad, les convirtió en vidente bicéfalo. David y Brian se han vuelto a juntar como dos amigos que se entienden bien.
El punto de partida ha sido unas músicas que tenía compuestas Eno. Byrne ha puesto las letras, las historias, modelando algunas estructuras de las canciones. Pero lo básico está en la actualidad de ese pop que Eno construyó en la primera mitad de los años 70, en aquellas estrategias oblicuas del tigre para tomar la montaña. Todo empieza hoy, pero hay una clara conexión entre las pinturas de Peter Schmitd que Eno puso en sus primeros discos y las ilustraciones de Stephan Walter en este “Everythings that happens…”. Canciones compasivas con las cosas que nunca sabremos.
El concepto Los músicos de esta obra funcionan como aquellas “pequeñas células inteligentes” que defendía el también viejo amigo Robert Fripp. Muy simbólico que Robert Wyatt aparezca en “Strange Overtones. Canciones que avanzan en oleadas, guitarras infinitas, atmósferas mutantes, voces danzando en la tarde perezosa.
Vito Corleone: "Ah! otra cosa, quien te hable de tener esa entrevista con Barzini (otro capo de la mafia, enemigo de la familia Corleone), ése es el traidor. No lo olvides".
Siento no haber encontrado esta secuencia de The Godfather con el buen doblaje que ya nos es familiar en estos pagos españoles.
Manifestación por Gaza Madrid, 12 de Enero de 2009
Me parece una exageración infantiloide esas 250.000 personas que dicen los organizadores, El País (hoy matiza a 55.000) y Público. En cualquier caso, habría algo así, depende del momento, entre 20.000 y 50.000 gentiles, que ya es bastante.
Mi percepción: me he sentido INCÓMODO. Me parece de una cara dura espectacular que PSOE, IU, CC.OO y UGT se hayan puesto a la cabeza domando el discurso de origen, que era el estupor del colectivo de emigrantes palestinos que viven en Madrid. Gracias a estos politicastros ha ido más gente. ¿Cuál es el precio? Creo que este acto concreto ha ido embutido en un atorrante barullo ideológico; en el mejor de los casos bienintencionado, pero bastante tontorrón. De nuevo nos encontramos con las anabelenes y pilarbardemes pintando la mona. De nuevo, ese populacho que se droga con la cercanía de un famoso.
Nada de nada he visto que intentara ligarse a algún tejido social, que si actualmente no existe, pues algo habrá que reflexionar. Si no hay movilizaciones por la crisis y la angustia real de haber perdido el trabajo o verlo en peligro, ¿por qué tanta gente sale a calle de pascuas a ramos por Palestina o cualquier otra atrocidad? ¿Por qué no sale nadie a la calle por el sinfín de genocidios que se producen a diario en Africa, o la próspera y ejemplar China?
Me irritan profundamente esas pancartas con una necia ecuación: la esvástica de los nazis es igual a la estrella de Israel. Una cosa son los pueblos, incluso en el caso de un pueblo tan artificialmente creado como el de Israel, y otra sus gobernantes. Más todavía en periodo electoral: éste es el actual caso sangrante de Israel.
Consignas como “Palestina vencerá”, “Israel, asesinos” o “Intifada, intifada…”, me parecen una chorrada trasnochada, pereza mental. Una consigna que sí fue realmente novedosa, que se escuchó muy especialmente al paso de las banderas de las Juventudes Socialistas. “PSOE, PP, amigos de Israel”.
Me repugna bastante que se identifique Palestina con el salvajismo pedestre de Hamás.
Me subleva que no se diferencie ya entre Hamás y Al-Fatah, por muy corrupto que fuera Arafat. Por otra parte, nadie en su sano juicio puede creer que Arafat –con su joven esposa rubia colgando del brazo- se enriquecío de una manera más ilícita que Bush, Aznar, Felipe González, Giscard d´Estaing, Sarkozy, Andreotti, Berlusconi, Menem o Chavez.
Me aturde mucho el poco interés que veo en tanta gente por comprender, por ir algo más allá de seguir consignas lerdas o utilizar la protesta como confortable premio de consolación.
Me mosquea mucho la falta de decencia en una parte bien nutrida de la llamada izquierda.
Me asquea que en la derecha no haya ni una sola voz discordante con el rollo patatero de que Israel tiene legítimo derecho de defenderse de unos terroristas que tiran cohetes, que los habitantes de Gaza, por elegir democráticamente a Hamás, se han buscado que se masacre a ese follón de gente recluida en un campo de concentración.
Esos terroristas cutres de Hamás van a salir fortalecidos, igual que los cenutrios israelíes de Kadima. Las víctimas son población civil, inocentes, carne de cañón.
Hay que reparar en que no siempre, incluido el estado de Israel, se lanza al ejército contra la población civil de otros países para ganar unas elecciones. La lucha electoral, incluso en Israel, no siempre ha conllevado la comisión de un crimen contra la humanidad.
Las potencias occidentales, con la excusa de frenar la órbita soviética en la Guerra Fría, destruyeron en Oriente, África y todo el orbe musulmán, la posibilidad de construir estados “independientes”, países configurados desde la democracia formal y la necesaria laicidad para cualquier convivencia medianamente razonable.
Por parte de EE.UU, como gendarme absoluto de su propio orden internacional, se ha apoyado y se apoya a sátrapas tribales y monstruos fundamentalistas, se da alas a lo más reaccionario y cavernícola de cualquier rincón del planeta. Especímenes furiosos a los que se ha alimentado, armado y enriquecido, se convierten en amigos para, a renglón seguido, cuando se crecen y revuelven como alimañas, convertirse en enemigos.
Se utilizó antes y se utiliza ahora a los señores de la guerra (también a los imanes)para hacer política. Hoy la situación es ligeramente distinta: los políticos mutando en señores de la guerra.
Y arte de birli birloque, regresamos al punto inicial enunciado por el general prusiano von Clausewitz: "La guerra es la continuación de la política por otros medios". Aunque en su origen esa idea no implicaba el funesto cinismo que hoy le da un sentido absoluto, los acontecimientos han acabado siendo así de descarnados. Parece, por la magnitud, cantidad y cualidad de las guerras actuales, que vamos hacia atrás. Y con el rabo entre las piernas.
Y faltaba nada más que un año para..... el 69. La píldora, el divorcio, las uniones sin bendición de la omnipresente Iglesia, la liberación de la mujer, la revolución sexual, la primavera de Praga, la matanza de la plaza mexicana de Tlatelolco, tiros en Pekín, tiros en Vietnam, el Estado asentado en los derechos democráticos, la educación sin clases forzadas de religión y Formación del Espíritu Nacional, un colegio sin cantar “Cara al sol” cada mañana, una España sin miedo al Estado ni a la policía política, una psiquiatría no carcelaria, una justicia sin tribunales represivos como era el T.O.P… ¡Uff, mi querida España!
Todas estas aspiraciones chocaban de frente con la España del Caudillo y la Cruzada. La televisión –una, grande y para nada libre- repartía consignas como “Sonría, por favor”. Pero había tantas cosas impertinentes, casi imposibles de pensar en aquella sociedad, que reírse podía costar muy caro. Reírse por la calle era todo un desafío a la dictadura, que se mantuvo pura y dura hasta el final.
A este respecto, Antonio Fraguas “Forges” cuenta una anécdota ilustrativa. Iba a comprar unas aspirinas para su mujer, cuando al pasar por delante de la Dirección General de Seguridad, en uno de esos madrileños días de aire gélido, a un Policía nacional se le voló la gorra. El “gris”, para cazar su gorra, echó mano de su porra, queriendo cazarla a porrazos. “Yo me reí – recuerda Forges-, y el “gris” me llevó detenido. Tuve que pedirle perdón, pero también le hice entender que no tenía ningún sentido del humor”.
Mayo de 1968, al menos en España, se ha convertido en una especie de imagen de marca capaz de galvanizar conciencias. Haber tenido un pasado heroico tranquiliza mucho. Aunque no sea verdad. Mirarse en un espejo rebelde puede ser una terapia. Joaquín Sabina lo cantaba con estas palabras: “Aquel año, Mayo duró doce meses”. Mucho es eso, sobretodo en un país como el nuestro, un país que soportaba la dictadura de hierro de Franco. ETA irrumpía en la política, asesinando al comisario Melitón Manzanas. El gobierno decretaba el Estado de Excepción, que no era otra cosa que represión y garrotazos.
La Universidad estaba cerrada u ocupada por la policía. La canción de moda era “La la la”, triunfadora en Eurovisión. Una canción estúpida e intrascendente, que había escrito el Dúo Dinámico. Serrat había dado la campanada queriendo cantarla en catalán, pero la gesta que ha pasado a la historia fue el triunfo de Massiel, con su vestido minifalda de salón de bodas. Hubo quien quiso creer que el sórdido y homicida régimen de Franco podía levantar la mano gracias a Eurovisión. El himno “L´Estaca”, compuesto por el catalán Lluis Llach, había sido censurado, prohibida su emisión por la radio. Siete años faltaban para que “tombara” Franco, para que aquellos cansinos partes médicos dieran la noticia de que se había producido el “hecho biológico”, un alivio después de tanto anunciar que el Generalísimo había obrado “heces en melenas”.
Jaime Sisa, galáctico cantautor catalán, tiene una visión a contrapelo y desmitificadora de aquellos mayos: “El 68 en España fue más un simulacro de la imaginación que una realidad histórica. Aquí llegaban los ecos y los reflejos de lo que acontecía en la Europa democrática. Luego, en los años posteriores, resultó que todo el mundo había estado en Paris, curiosamente. Yo no había estado en París en el 68, había estado en el 66 y en el 77, siendo yo muy jovencito. Cuando ocurrió lo del 68, aquí no estábamos preparados para algo tan gordo, al menos como parecía que fue de gordo. Pero creo que las consecuencias del 68 pervivirían durante largos años”.
Mientras la revuelta en Francia conseguía unir a estudiantes, obreros y sindicatos, nuestros “Jean Paul Sartres” habían sido apartados de la Universidad. Enrique Tierno Galván, José Luis Rodríguez Aranguren, Agustín García Calvo y Santiago Montero Díaz habían sido expedientados en 1965 y expulsados. Unos cuantos estudiantes empollones fueron deportados a provincias. Así que con nuestros más ilustres próceres caminito de ultramar, la Universidad tuvo que conformarse con el concierto- mitin celebrado por Raimon en la Facultad de Ciencias Políticas de Madrid.
La memoria ha ido acomodando unos y otros recuerdos a una lectura fácil de explicar. Cuarenta años de repetir tópicos por la tele, la radio y los periódicos, han dado tiempo a que muchos, llanamente, atesoren falsos baúles de recuerdos para una biográfica novela épica. Lo cierto es que en aquel 1968 no había en París cama para tanta gente. Franco nos tenía más tiesos que una vela, mientras que el General De Gaulle era forzado a dimitir de la presidencia de la República Francesa por las movilizaciones codo con codo de estudiantes y trabajadores.
José Antonio Labordeta, cantautor, profesor, literato y político decente, recuerda su experiencia de aquel año. “Tenía que ir – comenta Labordeta -a actuar en un recital en Lérida, con Ovidi Montllor y Paco Ibáñez, cuando me llamaron reclamando mi presencia. La carta que debía haberme avisado de que contaban conmigo no llegó nunca”. Así eran las cosas, producto de la acción combinada de la censura y la policía. Sobre la labor del cantautor pionero, Labordeta asegura: “Era más importante callar que cantar. Así era nuestro ofició”.
Del rock conseguía salvarse la variante soul-pop. Los Bravos y los Canarios se situaban ese año en la cima de las listas de éxito con temas como “Bring A Little Lovin” y “Get On Your Knees”. Julio Iglesias triunfaba en el Festival de Benidorm por partida doble, interpretando él mismo su canción “La vida sigue igual” y también en la versión que hizo el grupo Los Gritos. Un modelo que comenzaba a extenderse por nuestro solar patrio era el de los cantantes melódicos. Tom Jones ( Delilah”) y Barry Ryan (“Eloise”) se imponían en el “swinging London”. Signo de esos tiempos fue la separación de Juan y Junior. Miguel Ríos siempre ha estado por aquí, con sus famosas “El Río” y “Vuelvo a Granada”. El grupo Pic-Nic se ponía meloso con “Cállate, niña”.
Los 3 Sudamericanos (“Cuando salí de Cuba”), Henry Stephen (Limón, limonero”), Luis Aguilé (“El tío Calambres”) y Palito Ortega (“Corazón contento”), hacían perlas para el Celtiberia Show.. Inasequible al desaliento, Raphael seguía cantando en los conciertos benéficos navideños, presididos por doña Carmen Polo de Franco, aquello tan socorrido de “Digan lo que digan “. El rock quedó proscrito hasta entrados en los años 70, con la aparición del grupo sevillano Smash o la vertiente sicodélica de la nova cançó catalana, Pau Riba y Jaume Sisa.
Fuera de España, la catarata de buena y rompedora música era un “tsunami”. Aquí, sin ser fácil, algunos nombres llegaban a la radio o los guateques por las vías más diversas. Los asentamientos estadounidenses en Rota y Morón, con sus emisoras radiando rock y la venta de discos americanos de segunda mano por los militares, posibilitaron un cierto “underground” .
Esas grandes figuras y grupos eran Jethro Tull, Cream, Deep Purple, John Lennon, Beatles (“Revolution”), Rolling Stones (“Street Fighting Man”), Otis Redding, Pink Floyd, The Band, Doors, Kinks, Velvet Underground, Frank Zappa o Sly & Family Stone. Labordeta puntualiza que en aquellos tiempos era difícil en España escuchar -o sencillamente adquirir- un disco de Frank Sinatra. Sin embargo, algunas cosas curiosas se colaban en las ondas, tal vez por ser la primera vez que sonaban: Paco Ibáñez (“Andaluces de Jaen”), Benito Lertxundi (“Gure Dibe Galduak” y “Egúa”), Atahualpa Yupanqui (“Los Ejes de mi carreta”), Almas Humildes (“Cuervos”)… Para Martio Pacheco, director del sello discográfico Nuevos Medios, la mejor música española del momento era el flamenco, con nombres como Bambino, La Paquera de Jerez, Fernanda y Bernarda de Utrera… Claro que era una música tan a contrapelo de modas, que su carácter más o menos minoritario queda justificado...
El psiquiatría Enrique González Duro recuerda lo siguiente: “Aquí lo que se escuchaba por la radio y la televisión no era flamenco. Era la copla de Juanita Reina o Lola Flores. El flamenco estaba arrinconado a un reducto de minorías, de aficionados fieles a la juerga y la fiesta. Yo soy andaluz, y de pequeño, me decía qué sería ese cartel que había en las tabernas: “Se prohíbe el cante”. Tuvieron que venir los franceses con la antología flamenca de Hispavox, que dirigió Perico del Lunar, para que nos diéramos cuenta de que aquí teníamos una cosa fabulosa. Aquí eso pasaba mucho. Lo español era sinónimo de cosa defectuosa y de mala calidad. “Made In Spain”, eso era algo que no valía”.
Para el periodista musical Diego A. Manrique, lo que más le fascinó del 68 fueron los grupos de la psicodelia de San Francisco. “Quicksilver Messenger, Jefferson Airplane y Grateful Dead -afirma Manrique-, eso era lo que a mí me gustaba. El rock español estaba desaparecido. Y lo que sí sucedía era que algunos grupos de soul, como los Canarios, incluso eran tomados por americanos en las listas de éxito USA. Sobre la rebeldía de canciones como “Get On Your Knees”, Teddy Bautista, cantante entonces del grupo los Canarios y hoy presidente de la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE), cuenta que había visto en EE.UU. las manifestaciones de los fundamentalistas quemando discos de los Beatles, cuando dijeron aquello de que eran más famosos que Jesucristo”.
El antiautoritarismo característico de la rebelión juvenil del 68 se desarrollaría más tarde en nuestro país, en los años 70. La rebelión contra del régimen franquista y contra las estructuras desfasadas de la izquierda estalinista fueron cosas distintas, o similares. Porque los partidos de izquierdas, todos, tenían aparatos muy burocráticos y bastante autoritarios. Era muy corriente que una chica, militante de izquierdas, proveniente de una importante familia del PCE, tuviera que marcharse de las reuniones políticas antes de dar las diez de la noche, que cantaba en ese mismo año Serrat. La familia española fue así, hasta muy después de mayo de 1968.
Nuestros "Juan Pablo Sastres".
Ocurrió antes de tiempo, lo que son las cosas. En 1965 Enrique Tierno Galván, José Luis Aranguren, Agustin García García Calvio y Santiago Montero Díaz habían sido expulsados de la Universidad por sus manifestaciones de oposición al Régimen. En solidaridad con ellos, el literato José María Valverde se exilió como protesta contra esa medida tan poco académica.
Aranguren se fue a California y México. Tierno Galván partió incluso del PSOE, formación de la que fue expulsado en 1968, y cuya crisis resolvió, por poco tiempo, formando el Partido Socialista del Interiror (PSI). García Calvo, este sí, marchó exiliado a París, donde le pilló lo de “la playa está debajo de los adoquines””, también todo aquel importante jaleo filosófico de los situacionistas franceses.