lunes, 28 de septiembre de 2009

Adela Caballero



Por si acaso allí hubiera alguien,
tuvo que advertir primeramente, fumando:

-¡No sean tan pesados!¡Y no me toquen el coño!

Y así supimos que ya había llegado.


1 comentario:

miguel s. fructuoso dijo...

Era flor de la vieja parroquIa
¿Quién fue el gaucho que no la quería?
Los soldados de cuatro cuarteles
suspiraban por doña Adelita