jueves, 10 de septiembre de 2009

Cayo Lara, una jubilación digna















Me he cruzado por la calle con Cayo Lara: un tipo ni muy alto ni muy bajo, de complexión fuerte, con una perceptible tensión entre la supervivencia y el cansancio. Llevaba un pantalón gris; colgando por fuera, la camisa azul claro, de cuadros desvaídos. Llevaba una cartera, a modo de portafolios de sport, de un color sufrido militar y diseño Coronel Tapioca en Nuevos Ministerios. La figura algo curvada por los hombros, como soportando un peso interior. La cabeza encajonadamente erguida, con la trayectoria visual en paralelo al suelo. La mirada opaca, quizá acechante, pero perdida en el juego de buscar algo que no le reconozca, o que le reconozca, como si temiera que algo o alguien, pudiera pedirle alguna cosa. O que la mirada sí se reconociera en un afán: el de un posible votante azorado por el acto piadoso de ofrecerle cobijo. Tenía Cayo Lara la estampa de hombre que sólo aspira a una jubilación digna. Si en las próximas elecciones consigue salir diputado, tendrá esa jubilación asegurada. Ni de coña me inspira un tipo así. No pienso votarle.

1 comentario:

Anónimo dijo...

UN TRAJE CORTADO A LA MEDIDA, UN ZAPATO ADAPTADO AL CALLO. QUE LE VOTE SU PODÓLOGO.