domingo, 13 de abril de 2008

“Ya te vale”, un rollo para adultos




Un programa con niños debería estar siempre bien. La inocencia, la espontaneidad y esas historias para bien dormir. Lo único que puede hacer naufragar un programa con las tiernas criaturitas es, precisamente, lo que hagan los mayores. El precedente más ilustre y exitoso de este tipo de formatos, aquel “Juego de niños” que condujeron modélicamente el simpático Ignacio Salas o el taimado Javier Sardá, mantenía un equilibrio entre las ocurrencias infantiles y la atención del adulto. Y eso que había de por medio todo un lío de “gallifantes”. “Ya te vale” cojea torpemente de esta pata: los adultos están metidos con calzador.

No se entiende que un programa con cincuenta niños en el plató comience a las diez de la noche. ¿Lo del vamos a la cama no tenía que sonar una hora antes? Todavía hay algo mucho más espinoso. En los cincuenta niños del plató en la noche de estreno, las fisonomías orientales y los colores morenos estaban ausentes. Eso sí, en las respuestas por colegios se incluyeron un par de niñas en sintonía con la España de la inmigración. Un reparto bastante rácano. No quiero ponerme agrio nada más empezar este nuevo espacio con la chiquillería, pero ya les vale.

Entre Gemma Nierga y los chavales hay sintonía evidente. Estopa están de promoción, y allí salieron de invitados. Son simpáticos siempre, pero aquí no pintaban nada los hermanos Muñoz. Monserrat Caballé estuvo emotiva, se le soltó la lágrima al recordar a su esposo. ¿Esto a qué venía? Lo de Mercedes Milá chupando cámara es totalmente predecible. Ella es así de natural. Este rollo del lado humano de los personajes será muy socorrido, pero fundamentalmente es eso: un rollo.

Publicado en Público

jueves, 10 de abril de 2008

“Plan América”, una de aventuras



Una selva en la que no hay que usar mosquitero, ¡cómo mola! Se puede dormir sin camiseta, ¡yupi! No hace falta llevar el conveniente surtido de gadgets de supervivencia de Coronel Tapioca. Eso sí que es raro. Sin embargo, no fueron estos deslices graves en la nueva serie “Plan América” (TVE 1), que esencialmente huye del horror de la telecomedia española de éxito: familias y vecinos vociferantes esparciendo fuego de caspa graneada en nuestros inermes hogares.

“Plan América” va hacia otra realidad: cooperantes en una zona indeterminada de Sudamérica con el molesto fuego cruzado de paramilitares, guerrilleros y fuerzas del gobierno. Golpes, tiros, muertos: acción y aventura. Esto está bien. Al mando de la misión médica, Pepe Sancho, todo un actor de carácter con un papel a su medida. Cínico y humanitario, Pepe exhibe su acostumbrada mala leche con fuerza eficazmente persuasiva, o no. Suelta unas palabrotas que tiembla el misterio. Y, ajá, pillín, el añoso médico tiene un lío con una jovencita monísima. Afortunadamente, la jerga médica está racionada.

Ya sea en urgencias o en la jungla, si hay médicos, hay ligoteo. A la intrépida doctora vasca le hace tilín el apuesto jefe de los guerrilleros con su cuidada barbita y su uniforme a estrenar. Es su segundo error. El primero, que casi le cuesta a la chica ser violada por un bruto, fue llegar a la zona de combate con un pañuelo palestino y una camiseta del Ché. Menuda panoli. El día ha sido duro. Por la noche, mientras los guerrilleros montan guardia, los cooperantes bailan cumbias desenfadadas. La sentimental jefa de la misión pagará el pato de tanto relajo. Un tiro en la cabeza acaba con ella en el primer capítulo.

martes, 1 de abril de 2008

swinging Addis Abeba. Éthiopiques



En los últimos años de la dictadura de Haile Sellassie, a pesar de la dureza brutal del régimen, se dio en Etiopía una música de peculiar belleza. Algunos de los músicos que la interpretaban pertenecieron a la guardia personal, el ejército o la policía del emperador. Estuvieron implicados en el golpe fallido de 1960 que, aunque fracasado, abrió una cierta puerta a la modernidad occidental: los pantalones campana, el pelo afro, la píldora… Casi puede hablarse de un “swingin Addis Abeba”.

Todo acabó con el triunfante golpe de estado que en 1974 derrocó a Sellassie. Un director de cine tan amante de la música -y tan moderno- como es Jim Jarmush incluyó en su película “Broken Flowers” algunas piezas de la hipnótica música etiope. Estos dos álbumes recogen esa llamada de atención de Jarmush, con las interpretaciones de Mulatu Astatqé. Una serie de veintiún álbumes reúne la sorprendente producción musical realizada entre los primeros años 60 y 1978.

El doble álbum “The Very Best of Éthiopiques” sirve de presentación. Los modelos occidentales del pop, el soul o el jazz son asumidos por los artístas etíopes y llevados a unas piezas de trance rítmico que avanzan y avanzan sin parar. Elvis Costello ha definido esta música como “única, llena de alma, pena y alegría”.


Publicado en La Clave