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Otra pérdida de tiempo que hay que evitar.
Lo único salvable de "Los Límites del control" es la estremecedora petenera que se escucha cantar a Carmen Linares, y que con su gracia sin igual se ve inerpretar a Talegón de Córdoba:
El que se tenga por grande,
que se vaya al cementerio,
y verá lo que es el mundo,
es un palmo de terreno.
No procede que un tipo que te cae bien, como es el caso de Jim Jarmusch, se ponga a darte la tabarra con una parábola existencial firufiru, con una erupción casi adolescente del pronto ésta es mi es pomada y me la unto donde y cuanto quiero, . Éste taladro jarmuschiano es lo que es: un exceso de confianza, una brasa petarda. Sintetizando: "The Limits of Control" es algo así como el lado plasta de "Coffe and Cigarettes". A los amigos hay que cuidarlos, porque si no los cuidas, te quedas sin ellos. Con el público pasa lo mismo. No hace fatal decir más.
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