martes, 28 de agosto de 2007

flamenco en frac. Carrete/Ortiz Nuevo



“La vida ha sido dura, ha sido buena y mala... Si a mí lo que me gusta es ver a Fred Astaire bailar, y ver comer en la pantalla. Como tenía tanta hambre yo de niño, me fijaba en los pies de Fred Astaire, y en el pollo”, declama José Luis Ortiz Nuevo con astroso traje de diseño, en pantalón corto. El director de la Bienal Málaga en Flamenco 07 también es actor. Y de los muy buenos. Ortiz Nuevo también es sabio, del flamenco y de la vida, de la poesía. Se ha fijado en la vida y milagros del septuagenario bailaor malagueño José Losada “Carrete”, ha caído en la cuenta de que se podía montar una cómica y humanísma tragedia, un musical flamenco con espejo en Broadway. Cada cosa en su sitio ha sido colocada por la sobrada sabiduría de la directora escénica Pepa Gamboa. ¡Cuánta explosión de talento, de arte! ¡Qué celebración de la vida!

El fondo del escenario es una pantalla de cine. Fred Astaire baila en blanco y negro “Puttin´ on the Ritz”. Frac, chistera y bastón, excesivo baila Carrete. Esa dulce fiereza, ese Antonin Artaud gitano. Luego sale un trigal en la pantalla. Juan José Amador, enorme en su discreción, hace unos cantes por seguiriya. No voy a desvelar los gozos secretos de este espectáculo rompedor y nuevo, que hay que ver una, cien, mil veces. Como los peliculones de Hollywoood. “A mí me ha criado la policía. Yo me he criado en los reformatorios, que me metían preso donde los niños de la misericordia”, declama con la mirada transida Ortiz Nuevo. Luego, el poeta de Archidona, el director de la Bienal, se va a poner a bailar, con toda su maravillosa cabeza metida en una cubeta de champán.

Los más jóvenes y guapos del cuadro bailan “Check to cheeck”. El poder de la palabra: “Decía un periódico de Oslo que la fuerza mía de los pies me salía eléctrica por la cabeza. Y nos llevaron a palacio, a la boda de la princesa”. Todos llevan pelucones de época, trajes de la realeza. Suena “Pennies from heaven”. Los billetes caen del cielo. “Me eché una novia americana. Ella tenía 70 años y yo 17, una mujer riquísima, riquísima…Me daba la americana 100 dólares”, cuenta Ortiz Nuevo antes de vestirse de monja de los niños de la misericordia. Antes de que todos bailen, con chistera y bastón, entrado y saliendo de la pantalla, con el ballet de Fred Astaire. ¡Qué espectáculo tan del tuétano, tan total!

“Yo no sé la edá que tengo”. José Losada “Carrete”, baile; José Luis Ortiz Nuevo, actor. Juan José Amador, Laura Román, Juan Requena, Diego Suárez y otros; cante, guitarras y piano. Lugar: Teatro Cánovas, Málaga

1 comentario:

Anónimo dijo...

Querido Pedro:
Entro por vez primera y entro asombrado a tu magnífico blog.
Dadas las horas escribiré sin orden ni concierto que para eso están los posts. Precisas, hermosas, justas en su punto de hedoné, de namasté y de yasabusté las crónicas tuyas de lo que espero que sea la primera de muchas bienales que se sigan saliendo por la tangente del espacio y la luz, que es lo más bello de esta ciudad. Como lo es su gente rara pero de extraño brillo, caso de El Artista antes conocido como El Poeta o como ese Artaud gitano que tan bien has descrito en esta crónica.
Que ellos dos se unan en este espectáculo tan emocionante, tan lúdico, tan peterpaniano y senequista a la vez, tan culto sin pedanterías, tan Broadway de Capuchinos y tan finamente malagueño -de esa identidad surreal y etérea malagueña tan por rescatar, restaurar y que amplificar- y que la gente de su tierra se sienta identificada con su belleza de manera espontánea, es una noticia magnífica. Y que salga así y así se reciba es ya de traca, amigo.
Hay que amplificar estos hallazgos todo lo que podáis vosotros desde allí. No sólo porque lo merece, que de ahí partimos, sino porque esta tierra es de las que necesitan el apoyo externo para creer en sí misma, que con tantos y tantos siglos detrás mira qué chica es todavía. Y además, de eso nos beneficiaremos todos. Vosotros los primeros. Que unos diítas en Málaga te quitan el estrés del foro. Y aquí nos acostumbramos a reconocer a lo bueno que de aquí -entre otros sitios- ha salido o ha pasado. Y a mejorar un poquito el paladar de las criaturas, que tienen hambre.
Aparte éste es el primer gran espectáculo contemporáneo sólido que se hace sobre la ciudad como un imaginario. Y es que todos los grandes artistas de la literatura, la pintura, principalmente, y también del teatro, han convertido siempre a Málaga en un lugar casi onírico. Me encanta que sea sobre un hombre casi inventado a base de escurrirse del dolor acompañado y lirificado por otro hombre sabio de semejante ralea con tantísima justeza y magia en el decir como es José Luis, antes conocido como El Sabio. Riendo, sonriendo y llorando y jaleando y emocionándome el día de la representación me acordé de las referencias cinematográficas y teatrales que se me vinieron a la mente. Me acordé precisamente de una película de Hebert Ross, Pennies from heaven, donde un bailarín negro que hacía de vagabundo bailaba como una serpiente una versión a violín de la canción mientras la nieve caía y la fachada de un bar se transformaba en un panel lleno de fotografías de de niños hambrientos. O de películas como la Rosa Púrpura del Cairo; de aires de Buñuel; de las películas de Laurel y Hardy, que aquí les llamaban mis abuelos El gordo y Er Menuíllo; de Harpo, Chico y Groucho en el mismo ángel fieramente encarretado, riendo detrás de la máscara que ríe; de videoinstalaciones cuyos autores ahora no recuerdo. La relación entre actor-narrador y actor personaje-persona dirigidos por una tercera persona era muy interesante; las referencias pirandellianas y del mejor Lorca de Así que pasen cinco años y El Público; la presencia de la estructura trágica latina en las formas de convertirse José Luis en corifeo y actor. Muy surreal y chiriquiano. Con guasa y monja.
La suave referencia a Tadeusz Kantor, los exactos guiños al absurdo.. en fin qué buena, qué eficaz y qué sutil que es Pepa Gamboa, cómo me gusta la manera de reir y soñar que propone en este espectáculo. Y perdón por dejarme llevar por las palabras, pero esto del negro sobre banco es lo que tiene.
Espero que la liturgia y -sobre todo- el carpe diem no me impida volver a menudo y leer poco tus textos que tan buenos son y se agradecen mucho.
Felicidades y un abrazo

Héctor