sábado, 8 de diciembre de 2007

“No disparen al pianista”, un paquete tontiloco


La música vuelve a TVE. Este acontecimiento es por sí solo un motivo de alegría. Pero hay una cuestión más interesante aún: ¿cómo vuelve? La música es fenómeno muy popular, pero esa masiva popularidad en espectadores de conciertos y ventas de discos no es fácil traducirla en espectáculo televisivo. La propuesta de “No disparen al pianista” es hacer un programa en el que cabe todo. Y efectivamente, a este magacine y tenderete musical le cabe todo, todo, todo.

Le cabe todo, pero de aquella manera. La maldición de “Aplauso” lo persigue todo. Hay que ser dinámicos. La cámara captura una actuación de Juanes dándole la misma importancia a los primeros planos de su rostro que a los primeros planos de la mano del percusionista con la maraquita. La cámara sube y baja para aquí y para allá, que es muy “moderno”, pero también es un mareo. Con un entusiasmo tontiloco y pelotillero se le pregunta al astro colombiano por las drogas y las minas antipersona. Importa poco que lo que el prescindible Juanes diga tenga interés. El miedo a que el público pueda aburrirse es peligrosísimo.

Vivimos tiempos en los que los sectarismos estéticos declinan. Pero de ahí a olvidarse de la especificidad de cada música, del tempo preciso que requiere entender y disfrutar lo que se está viendo y escuchando, media un abismo. Salió Almodóvar diciendo que Rufus Wainwright tenía talento y versatilidad. Por su parte, el descarado Rufus dijo de sí mismo: “Soy un snob total. Desafortunadamente, mi pasión son las óperas wagnerianas de seis horas. Me gustaría ser monje. Esta noche soy un homosexual contemplando la vida”. Al genio de quien dicen que todavía no ha dado todo lo que tiene que dar, lo emparedaron entre dos coplas gorgoriteantes de Diana Navarro.

La gran pregunta del programa: ¿seguirá teniendo éxito La Oreja de Van Gog sin Amaia Montero”. Atufante. Cantó Mala Rodríguez: su cara de aburrimiento era un poema cuando contestó a las preguntas de la entrevistadora. También sacaron a Marlango, La Mari de Chambao y Alicia Keys. Se llevaron de tiendas al actor Eduardo Noriega. “A pillar vinilos”, dijeron. A Noriega le regalaron unos cedés. Un paquete para entendidos, vamos.

Publicado en Público

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