viernes, 20 de noviembre de 2009
Enrique Morente: "Soy un cantaor sin identidad"
Un destilado del artista en vivo, eso es el disco “Morente. Flamenco en directo” (Universal). A las tiendas llegará el próximo 24 de noviembre. Un disco con tremendo punto casual, pero quizá también el mejor disco flamenco editado en esta primera década del siglo XXI. Si las esencias de Enrique Morente vinieran en frasco, este álbum contiene el perfume ideal para escuchar flamenco al desnudo. Y más allá de lo imposible.
Nueve cantes en formato clásico, voz y guitarra, y dos versiones en estudio de unas fenomenales nanas en las que intervienen los hijos Estrella, Soleá y Enrique. Lo escogido por Morente de su historia más o menos reciente es un candente trozo de vida, desde la malagueña “Como sale de ti”, grabada con un simple y estupendo cassette en Cádiz en 1992, hasta la •”Soleá del Pilarico”, grabada en 2003. En las guitarras están Juan y Pepe Habichuela, Rafael Riqueni y David Cerreduela.
El arte se le supone, pero la calidad técnica de las grabaciones no dejaba tanto donde elegir. “Quería –explica Morente- que este primer disco mío en vivo tuviera un mínimo de dignidad. Más adelante sacaré chapuzas de sonido, que les llamaré retales. Los temas de este disco están grabados en una pista. Grabar con una mesa de sonido, eso es otra parafernalia. Si yo sé que es una producción organizada, ya me peino, me tiño el pelo, me pongo unos tacones más altos. La expresión es otra. Lo bueno que tienen estos temas es que estamos sin peinar, sin maquillar”.
Pepe Habichuela, con su voz grave y de mando, sentencia: “Está muy bonito y muy caliente: ha salío lo que ha salío”.
Enrique y Pepe son granadinos, pero se conocieron en Madrid, en una época que conviene recordar: los tablaos de la capital en los años 60 del siglo pasado. A unas calles estaban unos de otros. Cada tablao era para el flamenco una constelación de arte. Morente expresa su agradecimiento. “A los tablaos le debemos media vida. Nosotros empezamos en una época en que, por ejemplo, en el tablao Zambra estaban Fernanda y Bernarda de Utrera, Rafael Romero “El Gallina”, Juanito Varea, Pericón de Cádiz, Manolo Vargas, Pepe El Culata, Perico el del Lunar. Y en Las Brujas estaban Manolo Sanlúcar, Pepe Habichuela, Terremoto, El Sernita, La Paquera… Y en Torres Bermejas estaba Camarón de la Isla… Allí estaba la Biblia en verso. Lo que allí se fraguó ha sido decisivo para el flamenco. Los tablaos fueron nuestra Universidad”.
Pepe Habichuela lo recuerda: “Enrique y yo hemos vivido momentos con figuras máximas. Y luego de trabajar en el tablao, por las noches, nos juntábamos a cantar, tocar y tomar copas en las ventas. Eso era por gusto. Antes no había cedés y se aprendía así. Había una caterva de artistas de todas partes de España con un nivel altísimo”.
En estas soberbias grabaciones en vivo tuvo que enfrentar Morente sus miedos de artista: “Soy muy cobarde para actuar y empecé en Madrid, gracias a Rabel Romero El Gallina, que me llevó a trabajar a las Cuevas de Nemesio. El director artístico se llamaba Jesús y era albañil y un señor muy buena persona. De buenas a primeras, ese señor me probó y me colocó en aquel local tan bonito, que era una imitación de las cuevas del Sacromonte”.
Y de aquel tablao chico, Morente pasó a los grandes, a los teatros, a los auditorios del pop y del rock. Pero el pasmo escénico es el mismo. “Siempre he sido muy miedoso para el escenario. Soy cantaor por destino, seguramente habría dado más en otra faceta. Yo iba andando por la calle y me gustaba cantar, pero atravesar ese shock que es ponerte delante del público, me ponía de infarto. Esto sigue sucediendo pero ahora controlo”.
La ironía y la paradoja van de la mano en este artísta que huye de cualquier tipo de pedantería y boato “Me ha ayudado mucho darme cuenta de que soy un cantaor sin identidad. No sé de dónde viene mi cante. Mi madre cantaba pero no era cantaora. No sé: tendría que irme a Argentina, a ver si allí alguien puede venderme un par de carnets de cantaor. No tengo identidad y esto me habrá quitado muchas cosas, pero me ha dado la libertad”.
El cantaor, que hoy es espejo de los vienen detrás, afirma que es importante recuperar el sentido original de algunos términos: “Me considero un buen aficionao, que es una palabra que se ha perdido. Los cantaores viejos decían: el muchacho tiene sentido y es muy buen aficionao. En aquella época ser muy buen aficionao era un galardón, no todo el mundo se lo merecía”.
La poesía es importante. Morente es poeta. Prácticamente todas las letras que hay en este disco son suyas o son populares. A la poesía llegó por la obra de Miguel Hernández. “Siempre me ha acompañado y me acompaña en el camino. A Miguel Hernández le debo haber tomados conciencia de muchas cosas, muchas injusticias. Miguel Hernández es un justiciero, un defensor de las libertades. Con él me aficioné a la poesía y a la defensa de los derechos”.
El año pasado, en los actos previos al Centenario de Miguel Hernández, que es en 2010, le llamaron para hacer una actuación en la casa del mítico poeta de Orihuela. “Quisimos que el concierto fuera también un homenaje a Amnistía Internacional, porque en el tiempo que murió Miguel Hernández no había ninguna organización similar, sino todo lo contrario”.
“Morente. Flamenco en directo” se abre y se cierra con versiones del tema “Nanas de Oriente”. Enrique se aferra a su tiempo, entre el horror y la dulzura y la ternura de cada momento. De la intervención de sus tres hijos en las nanas, dice: “Sin los niños, sin Soleá, Estrella y el Kiki, si solamente hubiera estado yo, la nana habría sido bastante aburrida, con un contrabajo al final, un poema de León Felipe tremendo, hablando del tiempo y de las malas ideas que tienen las manecillas del reloj del tiempo…No quería terminar de una forma festera. Estas nanas son para los miles de niños que mueren diariamente de hambre, por la guerra… No quería poner un título agresivo ni demagógico. “Nanas de Oriente” habla de eso. Estas nanas son para las madres y los niños que salen todos los días en los noticiarios con las caras llenas de moscas”.
En el flamenco se le llama duende. En otras músicas son otros los términos. Nada está sentenciado ni puede ser previsto de antemano en la música con nombre propio: Para Morente, “el flamenco es una improvisación continua. Y más como somos nosotros. A mí me gustaría no tener que improvisar muchas veces, pero o improviso o voy preso. Prefiero el desastre a la mediocridad”.
“Una hora y media entera al nivel que nosotros vamos buscando y queremos es muy difícil. Con alcanzar en algunos momentos el nivel que nos exigimos, ya sabemos que el público nos va valorizar y entender. Se puede forzar la marcha, pero con control. A veces depende de cómo esté tu cabeza, y la del público también. El que está en el patio de butacas tiene que llevar las orejas naturales, que no sean de goma ni prestadas”.
Anda el maestro meditabundo porque alguien le ha echado una sombra al hombro. “La luna no está todos los días igual. Estoy un poco preocupado con esto ahora, porque un tipo me ha dicho que tuviera cuidado con la luna. Me veía lunático. Me dice que salgo a la calle por las noches cuando hay luna llena. La luna manda en las cabezas”.
Volviendo al tema de las paradojas, estamos charlando en Rock Palace, unos locales de ensayo instalados en el madrileño barrio de Delicias. En las paredes hay fotos de Iggy Pop y Metallica, camisetas de Iron Maiden y ACDC, una Harley Davison de bolsillo, trapo negro, cuero y calaveras. Rodeado por sus músicos y por su familia, que también ha venido al ensayo, el iluminado flamenco de “Omega” aquí se encuentra a gusto.
“Estamos en un espacio del rock. Hace muchos años que vengo a ensayar aquí y me gusta. Hay ambiente de marcha, rockero. Me pongo las botas vaqueras y los blue jeans para cantar por malagueñas. Te vas a otros espacios donde no haya un micrófono tan bien colocadito para la guitarra de Pepe Habichuela y sales con las uñas partidas y medio pescuezo menos, hablando ronco”. Todo sea por la uñas y el pescuezo.
La historia suele hacerse mientras andamos ocupados en otra cosa. Los cantes que integran “Morente. Flamenco en directo” salieron y se grabaron sin ni siquiera pensar que acabarían en un disco. Aquí está el Morente sabedor, valiente, encendido... Solares, serranas, tientos, granaína, alegrías, malagueñas, tangos, fandangos... Estilos todos en la columna vertebral del flamenco en modo clásico. Pero la palabra clásico es siempre equívoca, porque significa, en el caso de Enrique Morente, atenerse a lo canónico y fijar al mismo tiempo su impronta individual, algo destinado a ser el paradigma del flamenco en las coordenadas de un tiempo concreto y, a la vez, un tierno quejío con individualidad radical. Esa desazón o ese sosiego de Morente queriendo contar el flamenco desde su propia verdad musical, queriendo no equivocarse ni equivocar. Este es un disco que, sin duda, servirá a muchos para aprender de cante. A todos, para disfrutarlo. Están con Enrique sus guitarras más queridas, las de los paisanos granadinos Juan y Pepe Habichuela, la del trianero Rafael Riqueni. Y están las nanas con los niños. Una dinastía al completo.
Publicado en Público
sábado, 14 de noviembre de 2009
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