jueves, 14 de agosto de 2008

un simulacro de la imaginación. Mayo 1968



Y faltaba nada más que un año para..... el 69. La píldora, el divorcio, las uniones sin bendición de la omnipresente Iglesia, la liberación de la mujer, la revolución sexual, la primavera de Praga, la matanza de la plaza mexicana de Tlatelolco, tiros en Pekín, tiros en Vietnam, el Estado asentado en los derechos democráticos, la educación sin clases forzadas de religión y Formación del Espíritu Nacional, un colegio sin cantar “Cara al sol” cada mañana, una España sin miedo al Estado ni a la policía política, una psiquiatría no carcelaria, una justicia sin tribunales represivos como era el T.O.P… ¡Uff, mi querida España!

Todas estas aspiraciones chocaban de frente con la España del Caudillo y la Cruzada. La televisión –una, grande y para nada libre- repartía consignas como “Sonría, por favor”. Pero había tantas cosas impertinentes, casi imposibles de pensar en aquella sociedad, que reírse podía costar muy caro. Reírse por la calle era todo un desafío a la dictadura, que se mantuvo pura y dura hasta el final.

A este respecto, Antonio Fraguas “Forges” cuenta una anécdota ilustrativa. Iba a comprar unas aspirinas para su mujer, cuando al pasar por delante de la Dirección General de Seguridad, en uno de esos madrileños días de aire gélido, a un Policía nacional se le voló la gorra. El “gris”, para cazar su gorra, echó mano de su porra, queriendo cazarla a porrazos. “Yo me reí – recuerda Forges-, y el “gris” me llevó detenido. Tuve que pedirle perdón, pero también le hice entender que no tenía ningún sentido del humor”.

Mayo de 1968, al menos en España, se ha convertido en una especie de imagen de marca capaz de galvanizar conciencias. Haber tenido un pasado heroico tranquiliza mucho. Aunque no sea verdad. Mirarse en un espejo rebelde puede ser una terapia. Joaquín Sabina lo cantaba con estas palabras: “Aquel año, Mayo duró doce meses”. Mucho es eso, sobretodo en un país como el nuestro, un país que soportaba la dictadura de hierro de Franco. ETA irrumpía en la política, asesinando al comisario Melitón Manzanas. El gobierno decretaba el Estado de Excepción, que no era otra cosa que represión y garrotazos.

La Universidad estaba cerrada u ocupada por la policía. La canción de moda era “La la la”, triunfadora en Eurovisión. Una canción estúpida e intrascendente, que había escrito el Dúo Dinámico. Serrat había dado la campanada queriendo cantarla en catalán, pero la gesta que ha pasado a la historia fue el triunfo de Massiel, con su vestido minifalda de salón de bodas. Hubo quien quiso creer que el sórdido y homicida régimen de Franco podía levantar la mano gracias a Eurovisión. El himno “L´Estaca”, compuesto por el catalán Lluis Llach, había sido censurado, prohibida su emisión por la radio. Siete años faltaban para que “tombara” Franco, para que aquellos cansinos partes médicos dieran la noticia de que se había producido el “hecho biológico”, un alivio después de tanto anunciar que el Generalísimo había obrado “heces en melenas”.

Jaime Sisa, galáctico cantautor catalán, tiene una visión a contrapelo y desmitificadora de aquellos mayos: “El 68 en España fue más un simulacro de la imaginación que una realidad histórica. Aquí llegaban los ecos y los reflejos de lo que acontecía en la Europa democrática. Luego, en los años posteriores, resultó que todo el mundo había estado en Paris, curiosamente. Yo no había estado en París en el 68, había estado en el 66 y en el 77, siendo yo muy jovencito. Cuando ocurrió lo del 68, aquí no estábamos preparados para algo tan gordo, al menos como parecía que fue de gordo. Pero creo que las consecuencias del 68 pervivirían durante largos años”.

Mientras la revuelta en Francia conseguía unir a estudiantes, obreros y sindicatos, nuestros “Jean Paul Sartres” habían sido apartados de la Universidad. Enrique Tierno Galván, José Luis Rodríguez Aranguren, Agustín García Calvo y Santiago Montero Díaz habían sido expedientados en 1965 y expulsados. Unos cuantos estudiantes empollones fueron deportados a provincias. Así que con nuestros más ilustres próceres caminito de ultramar, la Universidad tuvo que conformarse con el concierto- mitin celebrado por Raimon en la Facultad de Ciencias Políticas de Madrid.

La memoria ha ido acomodando unos y otros recuerdos a una lectura fácil de explicar. Cuarenta años de repetir tópicos por la tele, la radio y los periódicos, han dado tiempo a que muchos, llanamente, atesoren falsos baúles de recuerdos para una biográfica novela épica. Lo cierto es que en aquel 1968 no había en París cama para tanta gente. Franco nos tenía más tiesos que una vela, mientras que el General De Gaulle era forzado a dimitir de la presidencia de la República Francesa por las movilizaciones codo con codo de estudiantes y trabajadores.

José Antonio Labordeta, cantautor, profesor, literato y político decente, recuerda su experiencia de aquel año. “Tenía que ir – comenta Labordeta -a actuar en un recital en Lérida, con Ovidi Montllor y Paco Ibáñez, cuando me llamaron reclamando mi presencia. La carta que debía haberme avisado de que contaban conmigo no llegó nunca”. Así eran las cosas, producto de la acción combinada de la censura y la policía. Sobre la labor del cantautor pionero, Labordeta asegura: “Era más importante callar que cantar. Así era nuestro ofició”.

Del rock conseguía salvarse la variante soul-pop. Los Bravos y los Canarios se situaban ese año en la cima de las listas de éxito con temas como “Bring A Little Lovin” y “Get On Your Knees”. Julio Iglesias triunfaba en el Festival de Benidorm por partida doble, interpretando él mismo su canción “La vida sigue igual” y también en la versión que hizo el grupo Los Gritos. Un modelo que comenzaba a extenderse por nuestro solar patrio era el de los cantantes melódicos. Tom Jones ( Delilah”) y Barry Ryan (“Eloise”) se imponían en el “swinging London”. Signo de esos tiempos fue la separación de Juan y Junior. Miguel Ríos siempre ha estado por aquí, con sus famosas “El Río” y “Vuelvo a Granada”. El grupo Pic-Nic se ponía meloso con “Cállate, niña”.

Los 3 Sudamericanos (“Cuando salí de Cuba”), Henry Stephen (Limón, limonero”), Luis Aguilé (“El tío Calambres”) y Palito Ortega (“Corazón contento”), hacían perlas para el Celtiberia Show.. Inasequible al desaliento, Raphael seguía cantando en los conciertos benéficos navideños, presididos por doña Carmen Polo de Franco, aquello tan socorrido de “Digan lo que digan “. El rock quedó proscrito hasta entrados en los años 70, con la aparición del grupo sevillano Smash o la vertiente sicodélica de la nova cançó catalana, Pau Riba y Jaume Sisa.

Fuera de España, la catarata de buena y rompedora música era un “tsunami”. Aquí, sin ser fácil, algunos nombres llegaban a la radio o los guateques por las vías más diversas. Los asentamientos estadounidenses en Rota y Morón, con sus emisoras radiando rock y la venta de discos americanos de segunda mano por los militares, posibilitaron un cierto “underground” .

Esas grandes figuras y grupos eran Jethro Tull, Cream, Deep Purple, John Lennon, Beatles (“Revolution”), Rolling Stones (“Street Fighting Man”), Otis Redding, Pink Floyd, The Band, Doors, Kinks, Velvet Underground, Frank Zappa o Sly & Family Stone. Labordeta puntualiza que en aquellos tiempos era difícil en España escuchar -o sencillamente adquirir- un disco de Frank Sinatra. Sin embargo, algunas cosas curiosas se colaban en las ondas, tal vez por ser la primera vez que sonaban: Paco Ibáñez (“Andaluces de Jaen”), Benito Lertxundi (“Gure Dibe Galduak” y “Egúa”), Atahualpa Yupanqui (“Los Ejes de mi carreta”), Almas Humildes (“Cuervos”)…
Para Martio Pacheco, director del sello discográfico Nuevos Medios, la mejor música española del momento era el flamenco, con nombres como Bambino, La Paquera de Jerez, Fernanda y Bernarda de Utrera… Claro que era una música tan a contrapelo de modas, que su carácter más o menos minoritario queda justificado...

El psiquiatría Enrique González Duro recuerda lo siguiente: “Aquí lo que se escuchaba por la radio y la televisión no era flamenco. Era la copla de Juanita Reina o Lola Flores. El flamenco estaba arrinconado a un reducto de minorías, de aficionados fieles a la juerga y la fiesta. Yo soy andaluz, y de pequeño, me decía qué sería ese cartel que había en las tabernas: “Se prohíbe el cante”. Tuvieron que venir los franceses con la antología flamenca de Hispavox, que dirigió Perico del Lunar, para que nos diéramos cuenta de que aquí teníamos una cosa fabulosa. Aquí eso pasaba mucho. Lo español era sinónimo de cosa defectuosa y de mala calidad. “Made In Spain”, eso era algo que no valía”.

Para el periodista musical Diego A. Manrique, lo que más le fascinó del 68 fueron los grupos de la psicodelia de San Francisco. “Quicksilver Messenger, Jefferson Airplane y Grateful Dead -afirma Manrique-, eso era lo que a mí me gustaba. El rock español estaba desaparecido. Y lo que sí sucedía era que algunos grupos de soul, como los Canarios, incluso eran tomados por americanos en las listas de éxito USA. Sobre la rebeldía de canciones como “Get On Your Knees”, Teddy Bautista, cantante entonces del grupo los Canarios y hoy presidente de la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE), cuenta que había visto en EE.UU. las manifestaciones de los fundamentalistas quemando discos de los Beatles, cuando dijeron aquello de que eran más famosos que Jesucristo”.

El antiautoritarismo característico de la rebelión juvenil del 68 se desarrollaría más tarde en nuestro país, en los años 70. La rebelión contra del régimen franquista y contra las estructuras desfasadas de la izquierda estalinista fueron cosas distintas, o similares. Porque los partidos de izquierdas, todos, tenían aparatos muy burocráticos y bastante autoritarios. Era muy corriente que una chica, militante de izquierdas, proveniente de una importante familia del PCE, tuviera que marcharse de las reuniones políticas antes de dar las diez de la noche, que cantaba en ese mismo año Serrat. La familia española fue así, hasta muy después de mayo de 1968.

Nuestros "Juan Pablo Sastres".

Ocurrió antes de tiempo, lo que son las cosas. En 1965 Enrique Tierno Galván, José Luis Aranguren, Agustin García García Calvio y Santiago Montero Díaz habían sido expulsados de la Universidad por sus manifestaciones de oposición al Régimen. En solidaridad con ellos, el literato José María Valverde se exilió como protesta contra esa medida tan poco académica.

Aranguren se fue a California y México. Tierno Galván partió incluso del PSOE, formación de la que fue expulsado en 1968, y cuya crisis resolvió, por poco tiempo, formando el Partido Socialista del Interiror (PSI). García Calvo, este sí, marchó exiliado a París, donde le pilló lo de “la playa está debajo de los adoquines””, también todo aquel importante jaleo filosófico de los situacionistas franceses.

miércoles, 28 de mayo de 2008

el filósofo tranquilo. Van Morrison



Tiene que ser una lata competir con el propio pasado. Van Morrison se lo toma con calma, nos propone coger su música como va saliendo, simplemente. No podemos esperar que en cada disco haya un nuevo “Gloria”, otro “Moondance”. Tampoco es razonable sentirse defraudado porque el León de Belfast no interprete a cada momento como un poseso, revolcándose de placer por los suelos como hiciera antaño al cantar “Caravan” en la película “The Lats Waltz”. Significa esto que el León se ha domesticado, que se ha vuelto pesetero con su arte y rácano con sus emociones. Pues no.

Nadie puede pasarse toda la vida colocándose al límite de su genio. Tampoco necesita Morrison abogados de pleitos pobres. Así que aquí vayan mis excusas por esta digresión inicial.

A Van Morrison hay que compararlo en cada momento con la música de su época. Pocas dudas pueden caber, tras un simple vistazo a su alrededor, que este “Keep it Simple” está muy por encima de las propuestas lanzadas por los que están arriba de la media. Si nos sacudimos de encima una cierta beatería atenta a acompañar a todo lo que es joven, bastantes de los artistas que conformaron en los años 60 y 70 la música que actualmente escuchamos, no dan muestras de estarse preparando para la jubilación. Es más, algunos, cuanto más profundizan en su oficio, más desinhibidos y espontáneos abordan su arte. La peor palmada que se le puede dar a alguien para desautorizarle es asegurar que hace algo “fresquito” por el simple hecho de ser joven.

Estas instrumentaciones de seda fina que acompañan a una voz lúcida y perdida en sus ensimismamientos, este trance que es la gloriosa marca de la casa, hablan de una constante de la estética de Van Morrison: su filosofía de la música. Lo explica en el tema “That´s Entretrainement”. Otras veces lo ha dicho de manera explicita: amar a John Coltrane implica echarle unas cuantas oraciones a Louis Jourdan. Soul y rhythm and blues en tiempos medios, con su pellizco de country, es lo que hay en este disco. Si Dylan sigue cantando que nunca más irá a trabajar a la granja de Maggie, Van suelta, arrogante, que no piensa volver a los nightclubs. Una humorada dicha en tono serio.

“Soul es un sentimiento, un sentimiento profundo. Soul no es un color de la piel”, canta Van. Un genio dentro de cuya música hay un montón de música. Un sentimiento místico que hace la vida más alta. Detrás del ritual, beber un buen vino. Hacer música, también escucharla, porque vinimos a este mundo para esto. Lo importante de Van Morrison es que cada vez está más centrado en el hecho personal que desencadena su música. No creo que este disco suene mucho por la radio. Pero esa es otra historia.

Artista
Apabulla la biografía de Van Morrison (Belfast, 1945). Cantautor y multiinstrumentista, Van debutó a los 18 años con Them, una banda de rhythm blues y soul que conmocionaría la escena del rock de los 60. A comienzos de los 70, se trasladó a California y destapó el tarro de las esencias de los sonidos psicodélicos. Entre los referentes de su superdotada voz están Ray Charles, Jackie Wilson o John Lee Hooker. Un tipo que no cambia de ideas fácilmente. Apegado a la gran música negra o al country de Hank Williams, Van es uno de los grandes nombres de la música popular. En todos los sentidos.

martes, 20 de mayo de 2008

Bigotillo. José María Aznar.



Veo a José María Aznar por la tele. Un aprediz de brujo que no tira ni los velones ni la toalla. Como siempre, se dedica a sus cosas personales: el ego. Un aprendiz de brujo bufo. Me llama la atención que cada vez tenga el pelo de la cabeza más largo y entintado en castañón, mientras que ese bigote cada vez más ralo, es ya casi absolutamente blanco. Las canas no engañan.

Ese choque tiene que petar. La máscara de la impostura se le cae. Esto ya no tiene remedio, es pura biología. O se empieza a dejar el bigote largo, como cualquiera de nuestros autócratas del pasado, o dejará de ser telegénico.

Creo que él es consciente de este desarreglo capilar, pero con estos vocacionales dictadores astutos, taimados y celebradores del culto a su personalidad, nunca se sabe.

Creo que como no sea por vías antidemocráticas, el personaje del "había armas de destrución masiva en Iraq" va por una deriva delirante.. Teníamos un problema, y lo hemos solucionado. Ya, tralarará. Aznar se da pote a chispazos. No podrá volver al ordeno y mando.

Claro que teniendo en cuenta la experiencia de su antecesor, Franco, este otro tío, Aznar, va estar siempre ahí, dando el coñazo. De hecho, la FAES es una fundación creada a mayor gloria de Aznar. Para mí que el particular guirigay del PP se va resolver fatal para el PP. Estoy optimista. Una tontería.

Besos para Stultifer. Gracias por acercarte. Muchas gracias, jardinero, por el gusto que has tenido: tantos niños en el corro, a mí sólo me has cogido.

Salud

lunes, 19 de mayo de 2008

Un gitano mohicano. Fernando Alvarez-Ude



Mondo lirondo.¡Qué sugerente paisaje de calvas a go-go! Mi amigo Doc, en compañía de la “experience” Alma de Mujer Muerta, interpreta un blues que entronca con aquellos tiempos en los que fue deportado por el régimen franquista a la Universidad de Cádiz. Forever Jibias. Ellas gritan que fue un generoso compañero de viaje. El sabe que con ser sólo un tonto útil era suficiente para sentirse amado. Las ganas de callar nunca le sobraron. Gallo liberal que del cante hace acopio, algo tiene en el fonendoscopio.


Brillan las suelas, de cerca y a lo lejos, doc octavas en el tranco, el blues gime porque en el cuarto de las escobas del hospital hay ruido de fondo de escalas pentatónicas, porque otros mulos pueden estar dando coces en mi establo. El origen del blues: "She´s Gone". Me lo dijo hace muchos años, cara a cara y sin bajar la ceja, el gran bluesman Memphis Slim. El blues redime a mi amigo Fernando, siempre triunfando. Ese quejío tan del sur del barrio de Retiro viene de lo más profundo del hematocrito. Lo digo porque lo sé, lo digo por experiencia: si no te gusta el arroz, a qué coño vas a Valencia. Salud, galeno.

sábado, 10 de mayo de 2008

Una cita con la libertad. Yves Montand



Guapo, seductor, cantante con carisma, actor de glamour realista, amante de estrellas, luchador por la libertad… Yves Montand es icono de la canción francesa, también de la izquierda nacida de la derrota del nazismo. Hijo de una familia italiana que había llegado a Marsella huyendo del fascismo, Yves encontró su primer trabajo como estibador en los muelles del puerto. También fue barbero.

Este doble cedé ofrece una completa retrospectiva de su obra discográfica. En el arranque, dos hitos: el que da título al álbum, “Le temps des cerises”, canción compuesta en 1869 por Jean-Baptiste Clement y Antoine Renard, y que fue adoptada como himno por la Comuna de Paris; y “Le Chant de la Liberation”, que comienza con el amenazante sonido de la botas militares y continúa con el canto de los partisanos.

Entre el existencialismo y el musi-hall; Yves Montand desarrolló un estilo muy eficaz, tremendamente popular. Entre sus autores preferidos, Jacques Prévert y Joseph Kosma. Acentos de la poliédrica personalidad de Yves son “Les Saltimbanquis”, con letra del poeta Guillaume Apollinaire, y “Dans les Plaines du Far-West”, cabalgada hacia las lejanas praderas. Un hombre de una pieza.

Datos.
Nacido Ivo Livi, en 1921, en Monsummano Alto, Italia. Sus amoríos con Edith Piaff en 1943 empujaron una carrera prometedora. Estuvo emparejado con la actriz Simone Signoret, y liado con Marilyn Monroe. Comunista crítico con el estalinismo, Yves fue sólida estrella del cine político. Un militante solidario contra el franquismo.


Publicado en Público

Humo canalla. Melingo




Daniel Melingo –compositor, cantante y multiinstrumentista- llega al tango desde la experimentación musical. En “Maldito Tango” queda plasmado un arrullo de doble filo: el humo de la tragedia y el humor. Artista en la cincuentena que vivió en la inquieta escena del rock argentino de los 80, Melingo se ha lanzado en este último tramo de su carrera a una inmersión en el tango de romántica punzada. Una modernidad que comparte planteamientos estéticos capaces de aunar espíritus tan singulares como “Polaco” Goyeneche, Tom Waits o Nick Cave.

El destilado de estas piezas es tan original que Melingo parece haberse vuelto loco desde el tango hacia otros deslumbramientos, cuando el camino es exactamente el inverso. Tango canalla y malevo, voz herida de desdichas, un tipo que se siente maldito en una piel de la que no puede escapar. El nombre de la banda, Los Ramones del Tango, da cuenta de un caminar canallita que queda lejos de los suburbios historicistas. Poemas rescatados de absolutos grandes del género: Carlos de la Púa, Dante Linyera, Enrique Cadícamo, Celedonio Flores…

Artista
Fue instrumentista con Milton Nascimento. Músico decisivo en bandas del rock argentino como Los Twist o Los Abuelos de la Nada, Melingo se puso al frente en España durante los años 90 del grupo de pop experimental Lions In Love. El ramalazo tanguero descubre a un intérprete y autor catártico, sorprendente, muy creíble.

Publicado en Público

¡Viva las cadenas!. Matilde Coral. Rancapino. Chano Lobato





















Fernando VII
El Rey Felón


Bicentenario de la derrota
Los “patriotas” españoles se levantaron en defensa de un régimen que hizo desaparecer la prensa libre, las diputaciones y los ayuntamientos; un régimen que cerró Universidades, que restableció los gremios y, como no podía ser menos, devolvió a la Iglesia las propiedades anteriormente confiscadas.
Agustín Mora (Para Kaos en la Red) [09.05.2008 03:06]



Este mes de mayo está siendo muy prolífico en conmemoraciones y recordatorios de sucesos que marcaron muy profundamente la historia y la evolución del pensamiento político en España. Me estoy refiriendo al Bicentenario de la Guerra de la Independencia y al mayo del 68, que ahora cumple 40 años.
Pero vamos a dejar a un lado ese mes de mayo del 68 para centrarnos, brevemente, en aquél famoso 2 de mayo de 1808.

Se ha presentado esta fecha como la que da lugar al “heroico y espontáneo” levantamiento popular contra la “invasión pactada” de los franceses (por entonces “aliados” de España) que comenzó en 1807 con la firma del Tratado de Fontainebleau entre Napoleón y el valido de Carlos IV, Godoy.

Como no podía ser de otra manera, este patriotero pasaje de la historia de España, como muchos otros, también está escrito con los torcidos renglones de la manipulación al servicio de unos intereses políticos que, aún en nuestros días, siguen vigentes.

Basta con comprobar la desvergonzada exaltación nacionalista que la Presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre -con la “regia” complicidad de la Familia Real así como del Presidente del Gobierno, Zapatero- realizó el pasado 2 de mayo en esta Comunidad, olvidando intencionadamente (¿o es que su aristocrática memoria no da para más?) que junto con Madrid, catalanes, aragoneses, andaluces, castellanos, etc. también se enfrentaron al ejército francés.

Se está conmemorando (y sobre esto se pasa de puntillas) un levantamiento protagonizado por la mayoría de un pueblo analfabeto y fácil de convencer; un pueblo sumido en una pandemia de abandono, pobreza y miseria que fue atizado por la, como siempre, todopoderosa Iglesia, aristócratas, caciques y terratenientes que veían peligrar sus privilegios por culpa de los nuevos aires que traían los “gabachos” heredados de la Ilustración, la Revolución Francesa y la Revolución Industrial. Esta capa de “patriotas” arengó al pueblo humilde convenciéndoles de que la Patria estaba en peligro y había que defenderla. Evidentemente no podían decir que lo que realmente estaba en peligro eran sus propios intereses.

La “invasión pactada” de Napoleón se escribe con nombre de Monarquía (como se escriben casi todas las desgracias que han sacudido al país). Un Carlos IV –lujosamente instalado en Francia- que abdica ante el emperador francés a favor de su hijo, Fernando VII, el “Rey Felón”, a cambio de una “miserable” pensión de 30 millones de reales anuales y un Fernando VII que, como primer caso en la historia de las felonías monárquicas, destrona a su padre (¿por qué se me vendrá ahora a la memoria el caso de Juan de Borbón, Conde de Barcelona, y su hijo, el actual rey Juan Carlos?).

Pocos historiadores (y mucho menos si son del rigor de Ricardo de la Cierva) han hablado de lo que subyacía en las entrañas de aquella “Guerra de Independencia”. Por ejemplo el modelo político, económico y social. Los defensores del “Rey Felón” y el pueblo manipulado defendían una monarquía absolutista, oligárquica y feudal que, cuando se instaló, las primeras medidas que tomó fue anular toda la obra de las Cortes de Cádiz, perseguir a los liberales y afrancesados que veían en los franceses todas las ventajas derivadas de, -como decíamos antes- la Revolución Francesa y, por ende, la modernización del país.

Los “patriotas” españoles se levantaron en defensa de un régimen que hizo desaparecer la prensa libre, las diputaciones y los ayuntamientos; un régimen que cerró Universidades, que restableció los gremios y, como no podía ser menos, devolvió a la Iglesia las propiedades anteriormente confiscadas.

Esta Guerra se contempla como una “gesta heroica” cuando se da la paradoja de que quien realmente perdió no fue Napoleón únicamente, sino los “héroes” del pueblo trabajador y campesino que sufría, por ejemplo, una altísima tasa de mortalidad infantil (un 200 por mil) y donde la esperanza de vida no superaba los 35 años.

Estamos, pues, conmemorando una “independencia” que dejó al pueblo español (no se incluye a la burguesía, caciques, terratenientes y clero) más dependiente e indefenso como consecuencia del rigor absolutista que, pasando por la famosa “Década Ominosa” (1823-1833), llega incluso hasta nuestros días, exceptuando el breve paréntesis de la II República.

Y esto es así porque aquella España que se liberó de la Ilustración de los “gabachos”, cayó en el oscurantismo de regímenes sátrapas y guerreristas. Tal sucedió con la sucesora de Fernando VII, Isabel II y su Guerra Carlista; Alfonso XIII y su Guerra del Rif o del apoyo a la Dictadura de Primo de Rivera que duró prácticamente hasta la proclamación de la II República en 1931.

Aquel absolutismo, con el paso del tiempo, va adoptando otras formas de ejercer el poder menos palaciegas o cortesanas pero más efectivas en cuanto a represión, retroceso económico, social y cultural, etc.

El africanista Franco, en un sangriento Golpe de Estado, derroca la República y se mantiene a sangre, fuego, cárceles y exilio durante cuatro “Décadas Ominosas”. Muerto el dictador, España vuelve al redil monárquico (señalado por el “brazo incorrupto” de Santa Teresa) siguiendo la “estela divina” de sus antecesores.

Si con Fernando VII y siguientes reyezuelos el pueblo español conquistó la mordaza y las ataduras que los afrancesados deploraban, con el dictador Franco y la actual monarquía este pueblo las tiene ahora más apretadas que nunca, aunque la morfina del olvido no le permita reconocerlo.

“De aquellos polvos, estos barros”, se dice. En 1808 el pueblo español perdió no sólo la Guerra de la Independencia, también perdió la más importante, la de la libertad.

Pregunta idiota que se me ocurre esta semana: Si a los españoles que se opusieron a la ocupación francesa se les llama patriotas, ¿por qué a los iraquíes que se oponen a la ocupación norteamericana los llaman “terroristas”?

Agustín Mora

09-05-08