jueves, 4 de octubre de 2007
ZP, ni se calla, ni se enfada
Gran matiné: ZP versus AR. En una esquina, “El Presi”, con tremendo nudo de corbata y sonrisa permanente. Enfrente, “La Quintana”, tacones de gobernanta y gafas de burócrata espacial. No se trabaron en “clinch”. ZP tiene los brazos muy largos. La nena no pudo ni acercarse. Y sin fricción, los programas del corazón languidecen.
Zapatero estuvo suelto y relajado ante una Ana Rosa nada dispuesta a buscarle las cosquillas. “En este programa hablamos de manera que lo entienda todo el mundo”, anunció Ana Rosa. Y a continuación le pidió al presidente que hiciera lo propio. Servidor se temía lo peor porque, la verdad, no suelo entender nada de lo dicen en el programa de esta mujer. El caso es que Zapatero se puso torrefacto en los temas pesados. A saber: la economía y sus tantos por ciento, la ardiente defensa de las instituciones. En medio del fragor porcentual, la cámara enfocó a AR, que estaba dando rítmicas cabezadas de asentimiento, como aquellos perritos que habitaban en la luneta trasera de los coches.
Zapatero, talantino
Metido en faenas más personales, Zapatero se lució por “talantinas”. Aupado en el dichoso talante, explicó que él no le echa una bronca a nadie, que se lleva bien con el personal y que tiene la firme convicción de que, en general, “to er mundo e güeno”. En el terreno de las bromas, estuvo ágil y cercano. Calificó de leyenda urbana sus supuestos rifirrafes con Bush; se llevó las manos a la cabeza con una carcajada sorda al ser invitado a un café de 75 céntimos; y, sobre todo, estuvo “salao” contando una anécdota aznarita. Ahí va: en la reciente final de baloncesto corrió la especie de que llegaba el Príncipe. Inmediatamente se organizó el pelotón del besamanos, presidido por ZP. Cuando llegó el coche oficial, en vez de don Felipe, salió don José María. ¡Glups! Zapa –a lo hecho, pecho- se tomó la guasa a coña. Definió el imprevisto como un acto fallido con mucha miga.
Hallazgo verbal de ZP: el “loqueismo”. Así como alcanzaron fama la “sinacritud” y el “porconsiguiente” de Felipe González, y los “mirusted” de Aznar, Zapatero enmarca todas sus actuaciones localizándolas espacialmente en el ámbito de “lo que es esto, o lo que es lo otro”. Ha creado escuela.
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5 comentarios:
Maestro Perico, ha estao usté sembrao. Yo que me perdí la entrevista, me doy por bien servido con esta crónica taurina. Que eso del “loquesismo” y el torear por talantinas tiene mucha guasa.
Pero me va usté a perdonar, porque resulta que lo que de verdaz me ha impaztao de su crónica han sido los tacones de la Quintana. Uuuuuyyyyy..., los tacoooneees... Por más que intento mirar para otro lado, no puedo. La vista se me va, imantada, a esa declaración de principios en lo universal. Intento pensar, salir de mi atolondramiento y aclararme si es universal femenino o universal machista. Y no hay manera. La vista se me va, me engaña y me desconcentro. No sé si me explico. Yo es que miro, y el diálogo salta a la vista (con perdón de los tacones): “señor Zapatero, hablemos de sexo”..., dice ella, con una risita de adolescente nerviosa, fingida con bastante éxito, y el aplomo de una profesora de masturbación, que no logra ocultar.
La moda impone una y otra vez los stiletto , esos tacos aguja, altos, . . altos y tan finitos que nos aterran.
Quien ha usado durante mucho tiempo tacones anchos, o plataformas que elevaban por igual todo el pie, corre el riesgo de que amoldarse la lleve a ser una más de esas mujeres que se la pasan caminando a los saltitos, quebrando tacos, rompiendo el calzado, haciendo equilibrio sobre "palitos" que, en el momento más inoportuno, se tuercen o encajan en el único agujerito que hay sobre el piso o en las veredas de la ciudad.
Y pensamos: “¿por qué habrá tantos desniveles? O ¿por qué acierto todos los agujeros? O ¿por qué no puedo caminar como lo hacen otras?"
Pero adquirir seguridad en los pasos. no doblar los tobillos, no flexionar las rodillas, no descargar todo el peso del cuerpo sobre esos "escarbadientes", todo es cuestión de práctica y adecuación.
Cuando hay kilos de más, naturalmente encontrar el equilibrio será mucho más difícil, quedando como alternativa usar modelos con un taco no tan exageradamente fino.
Todas admiramos la gracia de las modelos que se deslizan sobre estos adminículos como si no existieran y pensamos que jamás podremos hacerlo, pero ¿acaso puede creerse que ellas lo hacen de manera improvisada? ¡No! Llevan meses de práctica, de estudios.
Un caminar imperfecto se corrige con entrenamiento. Abandonemos las chinelas sin taco dentro de casa, por lo menos, durante toda la tarde, usemos ese par de zapatos de tao alto que tenemos allí para salir de paseo, y por media hora caminemos así: trazar una línea recta sobre el piso con una tiza y caminar sobre ella al principio con pasos cortos, apoyando los pies encima de la marca, no a los costados.
Los tacos deben presionarse suavemente; hay que tener presente que los talones no pueden soportar ni 50 ni 60, y menos 70 kilogramos descargados sobre 2 cm. de base.
Y para ello, no debe apoyarse el talón en primer término, sino descargar el peso sobre la base del pie, es decir pie-talón. Esto es lo que hace grácil el andar.
Las prácticas van mas allá: se inician apoyando el cuerpo de espaldas en una pared, debiéndose sentir el contacto de la misma en la cabeza y los glúteos. En esa posición, emprender la marcha.
Este simple aprendizaje se realiza diariamente hasta hacerlo de manera natural, y crearse la obligación de esta práctica es imprescindible.
1°) Avanzar un pie con la punta hacia adelante, dejando todo el peso del cuerpo sobre la pierna apoyada.
2°) Apoyar el centro del pie y luego el taco sobre la línea trazada en el suelo. El paso debe ser corto.
3°) Cuando el talón esté apoyado, desplazar hacia ese pie el peso del cuerpo y después practicar el 2° movimiento con el otro pie.
4°) Para conservar inmóviles las caderas, es ideal sostener por detrás (a la altura de las caderas),un bastón. Esta posición ayuda a moverse de manera erguida.
Después de leer el minucioso comentario de Stiletto, se confirman mis peores sospechas: ¡son tacones-trampa! Y, claro, contra lo que pudiera parecer, no es el hombre el destinatario de la trampa.
Max:
Nececitas sus zapatos, sus largos y afilados tacones, para poder amarlas; verlos, cogerlos, acariciarlos, ir subiendo hacia arriba...
Pues sí, queridos, en el 2007 estábais en la inopia, hablando de majaderías taconeras y otras miserias intelectuales, mientras el jefe de los identitarios de todas clases os la metía y nos la metía hasta el corvejón.
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