martes, 30 de octubre de 2007
desafío intelectual. Anthony Braxton
No cree Anthony Braxton (Chicago, 1945) que su música sea jazz. Tiene razón, más bien es música contemporánea. Arte y ensayo de un evadido del jazz. Tiene las virtudes de la vanguardia y los inconvenientes del acceso difícil. Braxton fue miembro de la AACM (Association for the Advancement of Creative Musicians), suerte de cooperativa surgida en Chicago a mitad de los años 60. En los más diversos sentidos, pedagógicos y profesionales, iba un poco más allá del free jazz. Ese espíritu pervive en este músico radical que, con su “Diamond Curtain Wall Trio”, abrió el XXVI Festival de Jazz San Juan Evangelista.
Desarrollando una incesante y rigurosa filosofía, la música de Anthony Braxton está emparentada tanto con compositores de la clásica contemporánea -Schöenberg, Xenakis, John Cage o Stockhausen- como con jazzistas egregios – Charlie Parker, Ornette Coleman, Eric Dolphy o Cecil Taylor-. Composición e improvisación forman un todo que invita a una escucha exigente. En su concierto madrileño Braxton estuvo acompañado por la trompeta y las cornetas de Taylor Ho Bynum y la guitarra eléctrica de Mary Halvorson. Junto con la colección de saxos de Anthony, el cuarto instrumento fue un ordenador que integraba el complejo discurso sonoro.
Música impredecible, melodías mínimas, silencios elocuentes y ritmos intuidos. Furia y cerebro, melancolía y desasosiego. El concierto duró lo que tardó un gigantesco reloj de arena en vaciarse: 60 minutos. Durante esa hora hay que enfrentarse con un duro diálogo a tres bandas. Este jeroglífico intelectual y espiritual a ratos atrapa, en otros momentos invita a la huida. Este trío es uno de los formatos de Anthony Braxton, que en su apretada vida creativa ha jugado con muchos otros. El año pasado estrenaba en México un concierto para cien tubas. Eso si que es soplar.
Publicado en Público.
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