lunes, 8 de junio de 2009

tiempos torvos. (Fear. John Cale)


Gana la derecha en Europa. Berlusconi y su hiriente farsa telechichi se imponen. En España, el PSOE no se descalabra y el PP tampoco barre: el fantasma que ha de helarnos el corazón sale del congelador en cada convocatoria electoral. La experiencia y cierta capacidad para comprender y razonar me hacen ver todas las propuestas de las candidaturas existentes en el mercado electoral como no compatibles con mi idea del mundo ni con mis necesidades prácticas. De los líderes, hablemos: ninguno es digno de figurar en la república de hombres honestos, aquella vieja utopía. No creo ser el único. Desgraciadamente siempre votamos a un mal menor, pero es que los males menores actuales están caducos. Esta democracia blandiblú vive de las cenizas y bisuterías de la Santa Transición.

Así las cosas, sólo aspiro a una izquierda que no sea tan imbécil y de vuelo corto, cuando no impostora telegénica (en el mal caso del PSOE), burocracia gripada (en el agonizante caso de IU) o embarrancada en el egotismo sectario, infantiloide, senil y autocomplaciente de los diversos izquierdismos extraparlamentarios. Todos sin excepción, marrulleros, aunque unos más que otros, y no por naturaleza, sino en la medida en que tocan más o menos poder. No me gusta hacer el zoquete con ni mi voto ni con nada que no sea mi propia sinrazón (y esto último también acaba por aburrirme y disgustarme). No encuentro ningún partido que me represente mínimamente.

"Vendrán más tiempos torvos, y nos harán más necios, y nos harán más sucios, y nos harán más siervos...", añado yo otra vez a los versos de Rafael Sánchez Ferlosio.

La democracia, para desdicha nuestra, no ha llegado a Europa. La democracia se está descomponiendo del puñetero miedo que tenemos a perder lo poco que tenemos. Esto ya huele. Cada vez peor.

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