domingo, 23 de diciembre de 2007

la iguana flamenca. Tomasito



“Yo soy el fino de mi casa/ porque quepo por la raja/ del filo del portón”. Así comenzó Tomasito (Jerez de la Frontera, 1969) su carrera discográfica y así comienza sus conciertos, con un descaro tan agradecible como lagartijero. Llegó a La Casa Encendida con invitados de la temible superbanda G-5: Los Delinqüentes y Muchachito Bombo Infierno. Gente sin complejos, que rima insolencias y mete bulla a compás. Nunca la “desvergüenza” fue más artística. El público grita y jalea por eso, porque Tomasito es un “pinta” con mucho arte.

Este que dice tener el universo en sus manos, saltó a la fama siendo un niño, cuando mezclaba “break-.dance” con bulerías. Lola Flores se quedó prendada. Y luego flamencos tan poco sospechosos de trivializar como Chano Domínguez , le fueron haciendo sitio y colocando en sus carteles. Cuenta la leyenda que Tomasito niño era capaz de meter a compás los movimientos del cura al que ayudaba a oficiar misa, cuando era monaguillo en el jerezano barrio de Santiago. Ahora, con guitarra eléctrica y batería, hace su “soleá punky”, donde dice que le clavan cuarenta navajas, ochenta tijeras y le echan en la cara dos litros de ácido sulfúrico. Un admirador le grita: “¿Dónde te clavan eso, que no te cabe nada?” Y es que Tomasito tiene un cuerpo similar al de Iggy Pop en sus buenos tiempos. Hasta se quita la camisa, se acaricia las tabletas de chocolate del abdomen y amenaza con bajarse los pantalones.

La Iguana Flamenca le mete su tercer brazo a las bulerías rockabilly. Canta unas letras descacharrantes. Su baile congela síncopas en el aire. Si hay alguien con una personalidad inconfundible, ese es Tomasito. Sus zapatos mocasines son los de un moderno indio gitano.


martes, 18 de diciembre de 2007

humor cubano. Fidel Castro/Silvio Rodríguez



"Mi deber elemental no es aferrarme a cargos, ni mucho menos obstruir el paso a personas más jóvenes, sino aportar experiencias e ideas cuyo modesto valor proviene de la época excepcional que me tocó vivir".
Fidel Castro, dic. 2007

lunes, 17 de diciembre de 2007

bellezas en La 2. Sharon Stone/Woopi Goldberg




La belleza ha reinado este fin de semana en el noctámbulo reducto de La 2. ¡Cuánta injusticia! El magnífico programa que “Redes” le dedicó a “La ciencia de la belleza” tenía perfecta cabida en un horario de audiencias nobles. Eduard Punset, como en los años 60 hiciera el imborrable profesor Miravitlles, convierte la divulgación científica en espectáculo televisivo sin degradar las materias que trata. “La pasión por la belleza no es un capricho cultural, es un instinto básico que está en nuestro cerebro”, enunciaron.



El rostro de las mujeres bellas habla de su fertilidad. La cara del hombre ofrece datos sobre su estado inmunológico. Los científicos afirman que nos rendimos ante la gente guapa, que “las personas atractivas tienen un trato más benevolente de la justicia”. Las diferencias entre hombre y mujer tienen que ver con la afectación del cerebro por la testosterona a la que estamos expuestos en el útero materno. Y los ojillos de Punset brillando al afirmar : “Una mujer con tacones es como poner el trasero encima de un pedestal”. Apoyo la moción.

El documental “Buscando a Debra Winger”, dirigido y presentado por Rosanna Arquette, tenía un recado petardo: las guapas también lloran. ¡Pero qué señoras, qué artistas! Venga a sacarle los colores a la industria cinematográfica por ningunear a las actrices cuando dejan de ser jovencitas. Una reivindicación de niñas mimadas. Jane Fonda, Charlotte Rampling, Holly Hunter, Melanie Griffith… Exuberante, aupada sobre las cimas de su inteligencia, Sharon Stone. Y Woopi Goldberg - actriz precoz con paréntesis paras las absorbentes disciplinas de heroinómana, encofradora de la constru, cajera, maquilladora de cadáveres y madre- agarrando a la realidad por las solapas. “Mis tetas se cayeron. Y eso que me acosa por detrás es mi negro culo gordo”. Guapa, guapa, guapa…


sábado, 15 de diciembre de 2007

en el camino de la Generación Beat. Jack Kerouac-Charlie Parker



He visto las mejores mentes de mi generación destruidas
por la locura,
hambrientas histéricas desnudas,
arrastrándose de madrugada por las calles de los negros
buscando una droga furiosa,
hipsters de cabeza de ángel quemándose
por el viejo paradisíaco contacto
con la estrellada dinamo en la maquinaria de la noche
que pobres y andrajosos
con los ojos hundidos se sentaron a fumar drogados
en la oscuridad de sus
apartamentos de agua fría
flotando sobre las cimas de las ciudades
contemplando el jazz..."
"HOWL" Allan Ginsberg



Hace medio siglo, en 1957, Jack Kerouac publicaba su libro "On the road"

El director de cine Stephen Kay, hace diez años, construyó su película "Last Time I Committed Suicide" (La última vez que me suicidé) a partir de una carta dirigida por el poeta Neal Cassady a su amigo Jack Kerouac. Los dos escritores fueron figuras insignia de lo que dio en llamarse generación beat. No podía ser de otra manera, la banda sonora de este film, y el disco que la recoge, contiene una sobredosis de buen jazz, esencialmente be-bop. La música que empapa las imágenes de esta cinta es la de Charlie Parker, Thelonious Monk, Art Blakey, Miles Davis, Dizzy Gillespie, Charlie Mingus, Max Roach, Ella Fitzgerald, Dianne Reeves y Cassandra Wilson. Los actores que encarnaban a Neal Cassady y Harry, su pesado amigote de bar, eran Thomas Jane y Keanu Reeves. Los dioses reales de Kerouac y su compañía de "ángeles de desolación" fueron dos artistas de peripecia vital trágica: James Dean y Charlie Parker. Los beatniks hicieron suya la existencial máxima "vive rápido y goza lento".



La generación beat construyó su estética literaria desde un sentimiento hermano a la revolución del be-bop. La adopción del término "beat" -cansado, golpeado, destrozado- tiene una explicación. Al parecer, los periódicos de Massachussets, en 1938, anunciaron la retirada de Jack Kerouac de la liga universitaria de fútbol americano con el titular: "Kerouac está cansado". Esa idea de cansancio, golpeamiento o destrozo del "american way of life" es la constante en la vida de los escritores beat. Con impulso hacia el viaje perpétuo, coches y carreteras, desarraigo, alcohol y drogas, sexo y filosofía zen, los beatniks emprendieron su camino de perfección.

El escritor John C.Homes, amigo de Kerouac, describió así a los fanáticos del bop: "Es un tipo de persona distinto al fanático del swing o del dixie. Con Bird, para entender tenías que disfrutar primero; tu conciencia tenía que estar a un nivel diferente de evolución... Si una persona disfrutaba con el bop, sabíamos algo sobre su vida sexual, el placer que obtenía de la literatura, y el arte, sus actitudes respecto a la violencia, la alegría, los negros y el proceso mismo de tomar conciencia".

Con el be-bop, al menos en el ámbito de la música, la cultura afronorteamericana alcanzó un cenit que se liberaba de los gustos y la aceptación de la clase media. Las vidas de los beats blancos, de los boppers negros y blancos, fueron hasta cierto punto coincidentes. Eran rebeldes. La ley, la cárcel y la policía fueron enemigos constantes, perseguidores obsesivos. La locura, como forma espontánea de autodefensa o resultado del machaque prolongado, flotaba en el ambiente.

Un grado de simpatía física, más acá de los intelectuales valores estéticos, es evidente entre los escritores beat y los músicos de be-bop. Ciertos cánones de belleza, esa arrogante prestancia, son compartidos. Los literatos Jack Kerouac, Neal Cassady, Lucien Carr, Peter Orlovsky, Lawrence Ferlenguetti,Gregory Corso o Allan Ginsberg - si contemplamos las fotos de la época, en los años 50-, parecen compañeros de clase o de barrio de los músicos Chet Baker, Gerry Mulligan, Art Pepper o Stan Getz.



Esto sucedía en un tiempo en el que la mayor parte de la juventud norteamericana se encontraba seducida por el rock and roll. Jack Kerouac -sin abandonar nunca su deslumbramiento por el bop y defendiendo siempre que "el jazz es la única actividad creativa que se ha dado en este siglo- no fue ajeno al fenómeno del rock and roll. Su biográfo Dennis McNally (Jack Kerouac. América y la Generación Beat. Una biografía; ed. Paidós/Testimonios) apunta:

"Jack amó a Chuck Berry y después a Elvis, y respetaba el rock and roll como otra forma musical negra que destacaba la vitalidad por encima de la enfermedad. Lamentablemente, unos años más tarde, los mejores intérpretes del género, Chuck Berry, y Jerry Lee Lewis, estaban en la cárcel, Elvis Presley en el ejército, Little Richard en la iglesia, y Buddy Holly y Richie Valens, muertos. La primera ola de la nueva música fue demasiado breve".

Paradójicamente, la semilla poética beat no prendió en la futura historia del jazz. Fue el rock - a través fundamentalmente del movimiento hippie- el que tomó la novela "En el camino", de Kerouac, como libro de cabecera y mapa espiritual- la llama que encendió la inspiración de músicos como Bob Dylan, Frank Zappa, Van Morrison o Tom Waits, por poner algunos de los ejemplos más ilustres-, convirtiendo tanto la estética como el ideario de la generación beat en una fuente que permanece fértil y caudalosa hasta nuestros días.

Curiosamente, en un sentido sociopolítico, el término "hippie" es una corrupción del apelativo "hip", que nació en la jerga jazzística, y fue utilizado por la generación beat y la vagabunda canción protesta para referirse al "tipo que está en el rollo" y terminó significando "marginado". Claro que la aparente contradicción no es tanta si se piensa que la única manera de estar en el rollo con buen tono es marginarse del "mal rollo"

Kerouac acostumbraba a recitar sus poemas y escritos haciéndose acompañar de un saxo y un contrabajo. El espacio de estas "performances" - aunque la fama también le llevaría a la TV- eran los clubes y cafés. Sus obras están plagadas de referencias a Charlie Parker, cuya música ejerció un poderoso influjo en su forma de concebir la escritura. Dennis Mc Nally analiza esa relación en unas pormenorizadas y acertadísimas reflexiones que me permito samplear:

"Tan técnicamente sofisticado como sus melodías en "Ornitology" o "Groovin´High", Bird jugaba con la energía en bruto de una línea eléctrica de alto voltaje, y era esa electricidad incisiva lo que Jack había intentado introducir en "En el camino", esa idea mortal, de la llama "tiene" que arder con furia, pues de otro modo los tiempos seguramente la apagarían. Parker se nutrió de las raíces de la música afronorteamericana, en el ritmo, y de éste tomó la velocidad, improvisando melodías cada vez más rápidas hasta que la primera fila de su público quedaba flotando en los sonidos que expresaban lo que un crítico posterior denominó su "pasión desnuda", su romanticismo deshinibido y lancinante".

"En su vida privada, Bird también se parecía a Neal Cassady, pues fue seguramente uno de los pocos drogadictos de la historia que conservaron un apetito insaciable de sexo, comida y bebida. La espontaneidad era también la meta consciente de Bird, pues América era "un mal rollo, tío", y él quería romper lazos síquicos entre sí mismo como individuo y su arte, porque "el estilo no era un estilo, sino el hombre mismo". Desde la profundiad de su conciencia emergía un diluvio de "sonidos humanos" que él utilizaba para que América saltara en pedazos".

La literatura beat y el jazz bop entrañan una transgresión de fondo en la búsqueda de la vercidad. Música o escritura de la "nerviosidad", expresan el malestar frente a una realidad hostil e inaceptable. Algo subversivo o subvertido, aunque sólo sea por la actitud, que "coloca" o "pone", ya sea con líneas de letras o notas.

Ciertas maneras de vivir, sentir y expresar aparecen sin pedir permiso. Bailar "Oo BaBa Sham" con Dizzy Gillespie o leer a William S. Burroughs en "Naked Lunch" puede ser una aventura similar:

"La joven coloca un disco, be-bop de cocaína metálica. Engrasa el pene, echa hacia atrás las piernas del muchacho, y se lo mete por el ano con una serie de movimientos giratorios de sus propias caderas flexibles"


viernes, 14 de diciembre de 2007

La Batalla de Hadiza. Ministry


La hojilla informativa de "La batalla de Hadiza" hace esta pregunta:
-Cuando los acontecimientos se suceden a gran velocidad y en condiciones de máximo estrés, ¿se puede acusar de asesinato a unos marines en la línea de fuego?
Respuesta:
-Sí, se les puede y debe acusar de asesinato, aunque no sean los únicos a los que se debe y puede acusar de asesinato. También son asesinos los mandos militares que les cuelgan las medallas, los gobiernos que justifican,instigan y amparan estas acciones, los presidentes de estados que declaran guerras de máximo interés geográfico, político y económico. El nuevo orden mundial es sólo la instauración por la furza de las armas del viejo orden doméstico.

Nick Broomfield, director de la excelente película "La Batalla de Hadiza" -director fraguado en cine observacional o cinema verité de los años 60-, se plantea esta otra pregunta:
- ¿Hemos pensado en lo que hacíamos cuando teníamos veintiún años y cómo estos jóvenes marines llevan sobre sus hombros el destino de nuestro país mientras luchan día a día, hora a hora para sobrevivir?
Segunda respuesta:
-Sí, al menos durante los 93 minutos que dura la película. Estos marines no llevan sobre sus hombros el destino de ningún país, solo llevan sobre su hombros el fusil-ametrallador, las granadas y el machete que les ha puesto el ejército de los EE.UU.

Tercera pregunta que yo me hago
-¿Hay simetría entre marines y muhaydines?
Respuesta:
-Sí. Marines y muhaydines matan y pierden la vida para que otros más astutos, codiciosos y criminales ganen: dinero, batallas, poder, honores...

Libertad y democracia: basura y carne de cañón.

Esta película me ha recordado el reciente caso del asesinato de dos guadia civiles en Capbreton por tres miembros de ETA. Los etarras dispararon a dos agentes bisoños que hablaban en español en una cafetería de un centro comercial de las Landas francesas. Todo estúpido. No fue cosa de héroes: los guardia civiles estaban en una misión rutinaria, buscando información y desarmados. Los etarras, asesina paranoia de gudari, escucharon la intrascendente conversación sobre ascensos del inexperto enemigo español, decidieron matar y mataron. Rápidamente, los señores de las medallas aparecen: los mandamases del Estado a condecorar a los muertos, los jefes del soberanismo a ensalzar el trabajo chapucero de los matarifes. Un crimen imbécil, realizado por patrióticos asesinos idiotas y padecido por novatos "números" de la Benemérita.

Un sacasmo ridículo, como suele ser habitual en esta historia de terrores patrios.

sábado, 8 de diciembre de 2007

“The Lost Chords Find Paolo Fresu”. Carla Bley


Humor y creatividad

El bendito buen humor acompaña siempre a Carla Bley y sus amigos. La obra de esta californiana es una torrencial sucesión de experiencias. Educada en una familia de músicos, Carla llegó a Nueva York a los 19, se puso a trabajar de cigarrera en un club de jazz y allí conoció a su primer marido, el exquisito Paul Bley, que le cedió su apellido. Sobresaliente en infinitos campos de la creación, Carla llegó a la las músicas de inspiración libre pasando por el free-jazz, el blues, el rock, los ritmos y melodías latinos.

Con un cachondeo soberano, la pianista y su soberbio grupo –el saxofonista Andy Sheppard, el bajista Steve Swallow y el baterista Billy Drummond- narran en fotografías y textos su peregrinar por medio mundo, desde Bogotá hasta Roma, donde encontraron al arcangélico trompetista Paolo Fresu tocando en una iglesia. Baluarte actual del sonido de Miles Davis en los años 50, el trompetista de Cerdeña sobrevuela paraísos inmediatos con el bondadoso grupo salvaje de Carla Bley. Una extensa suite para comerse a besos a la veterana jazzista como compositora: “The Banana Quintet”. Jazz libérrimo, apacible en esta aventura hacia el infinito.

Artista
Carla Bley (Oakland, California, 1936), compositora, pianista, líder de orquesta. Casada primero con el pianista Paul Bley, luego con el trompetista Mike Mantler, compañera del bajista Steve Swallow. Decir que fue el segundo pilar de la Liberation Music Orchestra, de Charlie Haden, sólo insinúa el abigarrado perfil de una creadora total.

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“No disparen al pianista”, un paquete tontiloco


La música vuelve a TVE. Este acontecimiento es por sí solo un motivo de alegría. Pero hay una cuestión más interesante aún: ¿cómo vuelve? La música es fenómeno muy popular, pero esa masiva popularidad en espectadores de conciertos y ventas de discos no es fácil traducirla en espectáculo televisivo. La propuesta de “No disparen al pianista” es hacer un programa en el que cabe todo. Y efectivamente, a este magacine y tenderete musical le cabe todo, todo, todo.

Le cabe todo, pero de aquella manera. La maldición de “Aplauso” lo persigue todo. Hay que ser dinámicos. La cámara captura una actuación de Juanes dándole la misma importancia a los primeros planos de su rostro que a los primeros planos de la mano del percusionista con la maraquita. La cámara sube y baja para aquí y para allá, que es muy “moderno”, pero también es un mareo. Con un entusiasmo tontiloco y pelotillero se le pregunta al astro colombiano por las drogas y las minas antipersona. Importa poco que lo que el prescindible Juanes diga tenga interés. El miedo a que el público pueda aburrirse es peligrosísimo.

Vivimos tiempos en los que los sectarismos estéticos declinan. Pero de ahí a olvidarse de la especificidad de cada música, del tempo preciso que requiere entender y disfrutar lo que se está viendo y escuchando, media un abismo. Salió Almodóvar diciendo que Rufus Wainwright tenía talento y versatilidad. Por su parte, el descarado Rufus dijo de sí mismo: “Soy un snob total. Desafortunadamente, mi pasión son las óperas wagnerianas de seis horas. Me gustaría ser monje. Esta noche soy un homosexual contemplando la vida”. Al genio de quien dicen que todavía no ha dado todo lo que tiene que dar, lo emparedaron entre dos coplas gorgoriteantes de Diana Navarro.

La gran pregunta del programa: ¿seguirá teniendo éxito La Oreja de Van Gog sin Amaia Montero”. Atufante. Cantó Mala Rodríguez: su cara de aburrimiento era un poema cuando contestó a las preguntas de la entrevistadora. También sacaron a Marlango, La Mari de Chambao y Alicia Keys. Se llevaron de tiendas al actor Eduardo Noriega. “A pillar vinilos”, dijeron. A Noriega le regalaron unos cedés. Un paquete para entendidos, vamos.

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jueves, 6 de diciembre de 2007

“Repor”, mierda y tesoros


La cara B resultó mucho mejor que la cara A. Se estrenó “Repor”, programa de reportajes realizado por los servicios informativos de TVE 1. Tras los pasos de “Callejeros”, los documentos buscan la cercanía y la agilidad con la materia que nos une a la realidad. Muy flojo pero con alegría de medios, el primer reportaje “Pañuelos Verdes”. El nombre viene de la prenda que lucen las madres de los toxicómanos en La Línea (Cadiz) para hacer causa contra el narcotráfico.

Micro-reportajillos, montados en una sucesión muy picada de imágenes, para hacer fumable la aburrida colección de tópicos de siempre: se empieza con las cañas y los porros, y se acaba en la heroína. También se empieza con la leche materna. Preguntas manoseadas a la Guardia Civil, a los camellos, a los toxicómanos, a las madres. Sólo hubo dos testimonios curiosos: uno dijo sentirse “una persona totalmente casi rehabilitada”. Y sobre el tráfico ilegal, un picoleto afirmó: “Lo más sorprendente y desagradable es encontrarte personas escondidas en contenedores”

El tono cambió radicalmente en “Un tesoro en la basura”. Aurora -barcelonesa que rebusca entre los desperdicios, selecciona, consume o vende lo que lo salvable, y reparte lo que le sobra entre sus vecinos necesitados- dio en el clavo: “Lo que es mierda para unos, es un tesoro para otros”. Y abundó: “En la televisión sacan cosas buenas, bonitas y todo lo que resplandece, pero no la verdad de la vida”. No siempre, también reluce la reality-mierda televisada.

Lo cierto es que acumulamos mucho. “Un contenedor puede ser como una gran superficie: encuentras de todo. Somos tan ricos y tan prejuiciosos”, dice Aurora. La cámara y los micrófonos siguen sus pasos a la caza de lo que otros tiran. Descubre cobre, hierro, un peluche, ropa todavía sin estrenar y con la etiqueta del Corte Inglés, yogures sin caducar, un jamón… La basura es una mina, para quien pone en práctica la cruda filosofía de la necesidad.

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viernes, 30 de noviembre de 2007

arrebato tanguero. Marcelo Mercadante


Desde sus lejanas décadas doradas, por el lado de la autoría, -músicos y letristas trabajando juntos-, poco se ha renovado el tango. Marcelo Mercadante, gran bandoneonista porteño afincado en nuestro país, recupera esa maquinaria artística junto con el poeta y periodista Pablo Marchetti. Los doce tangos que integran este “Suburbios del alma” miran hacia el presente con ese aliento viejo del sentir.

El disco cuenta con las excelentes ilustraciones del prestigioso dibujante Alejandro del Prado “Calé” (Rosario, 1925-Buenos Aires,1963). Un brillante elenco de instrumentistas arropa esta producción, en la que cabe destacar al eminente teclista Hugo Fattoruso. Entre los vocalistas, dos personalidades españolas que rompen moldes: el cantaor flamenco Miguel Poveda –reciente Premio Nacional de Música 2007- y la tonadillera Martirio –quien debería haber recibido ya similar galardón-. Poveda y Martirio saben mucho de los suburbios del alma, el tango lo llevan ahí. Tres cantantes argentinos con distintas huellas estilísticas completan el plantel: la tanguera de nueva generación Lidia Borda, el curtido folklorista y roquero Omar Mollo y el cantautor Alejandro del Prado, hijo del antes mencionado Calé. Tangos con la mordedura del futuro.

Datos
Marcelo Mercadante (Buenos Aires, 1969) se inicia en armonía y orquestación con Rodolfo Mederos. Cuatro maestros le meten en los secretos del bandoneón: Daniel Binelli, Julio Pane, Néstor Marconi y Juan José Mosalini. Marcelo formó parte de la Orquesta de Tango de la Escuela de Música Popular de Avellaneda y del Octeto La Sombra. En 1992, se establece en Barcelona, trabajando con numerosas figuras españolas.

MARCELO MERCADANTE
“Suburbios del alma”
(Nuba Records/Karonte)

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jueves, 29 de noviembre de 2007

“Imágenes prohibidas”, censura siniestra y enferma



“La caza del conejo, ¿pero ustedes saben lo qué eso quiere decir?”, les dijo la censura a Elias Querejeta y Carlos Saura. Productor y director dejaron el título de su película solamente en “La caza”. Querejeta confesó que ahí el siniestro trabajo de los censores había conseguido mejorar la idea inicial. Fue uno de los muchos testimonios que aportó el excelente, documento “Imágenes prohibidas”, dirigido por Vicente Romero, una producción de TVE que miró hacia la repugnante censura con concienzudo rigor y educada mala leche.

Aseguraron fuentes bien informadas por haberla ejercido o padecido que la censura oficial, con el brazo tenebroso del nacional-catolicismo de la Iglesia, gozaba con el intrusismo de una rama familiar y caprichosa: las mujeres de los ministros franquistas. El esperpento llegó a todo tipo de extremos. Hubo alguno tolerante y feliz: un cura dejó pasar el lascivo contoneo de Marilyn Monroe en “Niágara”, porque creyó que esa forma pecadora de mover el culo era producto de una cojera de la actriz.

No tuvo la misma suerte Luis García Berlanga en el rodaje de “Los jueves, milagro”, porque los obispos pusieron al padre Garau a corregir el guión a pie de rodaje. Berlanga aseguró que había hecho gestiones legales para que se incluyera al cura en los títulos de crédito de su película.

La censura tuvo problemas con todo lo que se le puso en sus reales: los ardores guerreros podían no ser suficientes, y los ardores amorosos, excesivos. Escuchamos, no sin cierta desconfianza, que con Fraga al frente del Ministerio de Información y Turismo, con aquella “apertura” del demonio, la censura dejó de ser una cosa de enfermos sexuales. A Basilio Martín Patino le prohibieron “Canciones para después de una guerra”. Tiene narices el asunto – y Patino tuvo sobredosis de arte-, porque las canciones eran de lo más popular y las imágenes estaban sacadas del NO-DO. “Imágenes prohibidas” debería enseñarse hoy a los niños y jóvenes en las escuelas. Es una cuestión de salud mental, de educación para la ciudadanía.

Hoy, es absolutamente necesario también otro documento sobre la censura en la historia de la televisión española, desde su nacimiento en 1956 hasta donde se pueda del momento que vivimos. Veríamos y escucharíamos barbaridades de años francamente cercanos, ni remotos ni lejanos.

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miércoles, 28 de noviembre de 2007

políticos y paridas, Carmen Calvo y Durán Lleida


La obsesión en sacar por la tele a unos plastas haciendo paridas –caso de “Gran Hermano”- es una idea que da juego cero. Los políticos, en cambio, haciendo paridas –caso de “El Intermedio”- siempre dan juego. Los primeros en empuñar sus joysticks fueron Carmen Calvo y Durán Lleida. La elección de tal pareja de contrincantes para “Los Debates de El Intermedio” facilitaba el primer chiste, fácil, pero chiste. Los dos son calvos.

“Vamos a conocer el lado más salvaje de los políticos”, nos anunciaron. Tenis y boxeo para que cada uno sacara el animal que lleva dentro. Mi modesta proposición para conocer a fondo lo que se esconde dentro de un político es incluir en el menú de videojuegos el más espectacular: la lucha en el barro con camisetas mojadas. Aunque el combate sea virtual, esta especialidad permite abrir la mente a lo desconocido.

Hay que desconfiar de lo que dicen los políticos, todos. Es de sentido común atender, esencialmente, a sus actos. Lo importante es saber que estrategias van a poner en juego esos seres humanos si llegan a gobernarnos. Carmen Calvo demostró pasión, tesón, competitividad y coraje ganador. No fueron estas las virtudes que adornaron su gestión al frente de Ministerio de Cultura.

Durán Lleida, formidable forma física, concentración y sentido de la deportividad. No se enteró el catalán de que había ganado la partida de tenis. Como la cosa va de enfrentamientos físicos, Durán Lleida no pudo lucir, sin coña, su más noble arte: es el parlamentario que mejor domina el castellano. Carmen Calvo ganó boxeando, y afirmó que esta barbaridad adelgaza más que el tenis. No hubo marrullerías, zafiedades ni tongo. Hay que acabar con tanta candidez.

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martes, 27 de noviembre de 2007

el ultraísta.albert pla


En el arte de la provocación cómplice, el ultraísmo de Albert Pla es lo máximo. Formó el tiberio en la segoviana sala Cabaret. Dos canciones de estreno, a modo de coscorrón, para empezar. Una iba de un sereno para el que su enemigo es todo aquel que se cruza en su camino, un guardián vocacional que “tiene el barrio acojonao, todo el mundo está fichao”. Otra de un hombre sin corazón. Hizo Albert estas travesuras nuevas con la vieja manía: marcar la diferencia entre el ser muy bueno y el ser ruin.

El público, razonablemente alborotador, se partía el mandao con “Joaquín El Necio”, “El chatarrero”, “La sequía”, “Soyrebelde”, “Veintegenarios”, “El bar de la esquina”, “La dama de la guadaña”…

Desafiante, tierno y broncas con el delito de apología al terrorismo, Albert se desfogó en “La dejo o no la dejo”. Moraleja de este tema: si todo el mundo la palmara, todos tendríamos un montón de problemas menos. Este tipo de algarabías gustan mucho.

A “la pareja de moda en España en estos momentos”, según dijo Pla, le dedicó aquella carbonaría nana de amor: “Yo por un beso de su princesita sería capaz de mandar a la mierda mis firmes principios/ de republicano/ cambio de camisa y rindo pleitesía a la monarquía/ que viva el amor”.

Albert, inteligente, poético, revenido, molestón, íntimo, sexy, cómico, brutalizante…

Intérprete de prestisinápticas facultades expresivas, el “hombre que nos roba a las novias” entra y sale de sus personajes a placer, juega como un tahúr de sombras chinescas con su papel de narrador perplejo. Cambia con descaro de niña moña a siquiatrizado en lucha para empatizar o sacudir al respetable. Viste de esclavo rebelde a lo Espartaco. El diseño de ese camisón minifaldero es suyo: el ultraísta antaño fue currante del textil.

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viernes, 23 de noviembre de 2007

olvidos. Angel González








Tengo que comer y luego coger el tren. Voy a sacar dinero al cajero automático. No tengo la tarjeta de crédito, ¿la habré perdido? Pienso, hago memoria. Ayer comí con José Antonio en un chino: pagué y allí me la dejé, en la carpetita con la cuenta. El restaurante chino está cerca de la estación de Nuevos Ministerios; paso a recoger la tarjeta.

No me equivocaba: está.

Decido comer en el restaurante Kon-Tiki, que queda al lado de la estación. Sentado a la mesa que queda frente a mí está el poeta Angel González: come, bebe, fuma, lee el periódico. Bebe bastante vino, fuma mucho más que yo, que fumo sin parar.

Angel González, serio, aplomado, correcto, más correcto de lo predecible después de trasegar vino con generosidad, se levanta y paga. Lleva varios billetes de cincuenta euros doblados y guardados en un bolsillo del pantalón, como hacía mi padre. Recoge su periódico, El País, dejando sobre la mesa el suplemento Propiedades. Olvida que debajo hay un par de paquetes con libros.

Pienso que no soy el único que se olvida de cosas inmediatas.

Salgo de Kon-Tiki hacia la estación; a medio camino, me doy cuenta de que me he olvidado la gorra irlandesa. Vuelvo a la cafetería. Me han guardado la J.Crew, me la devuelven. Salgo acalorado, por tanta metedura de pata, porque el tiempo se me echa encima.

¡Qué manera de perder el tiempo! Necesito un secretario.

miércoles, 21 de noviembre de 2007

working man´s café. Ray Davies


Quizá fueran los Kinks demasiado británicos para triunfar y mantenerse en todo el mundo con la misma fuerza y estabilidad que los Beatles o los Rolling Stones. Ray Davies fue el alma matter indiscutible de ese grupo de reyezuelos del pop británico, paradigma de la estética mod. Antes de ser nombrado Caballero de Orden del Imperio Británico, Ray era conocido indistintamente como el “padrino” o el “Dickens” del pop británico.

Un artista enormemente hábil para contar historias. Una aventura bastante real es la de su nueva canción “Morphine Song”, inspirada mientras se curaba del balazo recibido en una pierna tras ser asaltado por un ladrón en el barrio francés de Nueva Orleáns. No en vano el título que él se concede a sí mismo es “macarra de Muswell Hill”.

Si su debut como sexagenaria estrella en solitario se grababa en esa querida Nueva Orleáns, para este segundo álbum en menos de dos años la ciudad elegida ha sido Nashville. Reflexiones acerca de la globalización en “Vietnam Cowboys” y nostálgia en “Imaginary Man”. Voz cargada de estilo, absolutamente patrimonial. Sonido guitarrero. Meláncolico y flemático, Ray Davies oficia de gurú de café bar.

Datos
Nace en Londres, en 1944. Como otros grandes músicos británicos de su generación, Ray saltó de una escuela de arte al rock. Cerebro y alma de los Kinks, Ray ganó en 2005 su plaza en el Rock and Roll Hall Of Fame. Showman y hombre de televisión. Casado en los años 80 con Chrissie Hynde, la dama de Pretenders. Últimamente persiste en su enamoramiento con el Mardi Grass de Nueva Orleáns. No se le curan las ganas de tocarle las narices a su hermano Dave.

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lunes, 19 de noviembre de 2007

“Quieren borrar la memoria de lo que pasó en Oaxaca”. Lila Downs



Junto con las canciones del álbum “La cantina (Entre copa y copa)”, Lila Downs (Oaxaca, México, 1968) viene presentando el nuevo material en que trabaja. En su concierto madrileño del próximo lunes 19 intervendrán como invitados Bunbury, Martirio y Gala Évora. Cantante, compositora y antropóloga, Lila ha creado un mundo propio con una mirada penetrante hacia la tradición, el indigenismo, la frontera y el folk y el blues norteamericano.

“El nuevo disco –explica Lila- se llamará “Calaveras”. En Oaxaca hemos vivido un rollo bastante fuerte de problemas. Empezó con problemas de los maestros y terminó con cosas de la jerarquía, cuestiones sociales y culturales. Ahora es una tragedia muy triste que quieran borrar de la memoria que pasó algo muy grave”.
Lila cuenta que su tierra se debate entre el orgullo y la corrupción: “Soy una oaxaqueña más, y opino que la elección del gobernador fue un fraude. La rebelión empezó con unas obras de remodelación de la ciudad en las que tiraron dos árboles simbólicos, dos laureles centenarios. Hubo muertes, pero se han hecho desaparecer las actas de la administración, los registros legales. Los problemas no se solucionan. Hay un teatro y por otra parte está la realidad. Mis nuevas canciones tratan de esto y de la emigración”.

Es importante para Lila mostrar los dos lados de la frontera. “Entre Estados Unidos y México –comenta- ha habido un cambio de actitudes. La gente está más dividida. Hay mayor hostilidad con la emigración. Es muy importante dar a conocer todas las idiosincrasias, las diversidades que hay en Latinoamérica. El día sin emigrantes resultó un poco desastroso, porque luego no ha habido una política de apoyo a los emigrantes. Las deportaciones han aumentado”.

Lila, con humor, se confiesa “muy rollera”. Sonríe libre, canta y se emociona al recordar a sus padres. “Nuestra tragedia está en tener vida y, a veces, no estar orgullosos de tenerla. Hay que tomar el pulque y el tequila. Esto lo percibió José Alfredo, que cantaba que la vida no vale nada. Los jóvenes, aunque los chavos cocinen y limpien la casa, y las mujeres vivan la sexualidad y la libertad de otra manera, están muy aguerridos con la canción tradicional mexicana. Yo también tomo mis tequilas. Soy hija de un norteamericano izquierdista y alcohólico, y de una madre mexicana, que canta y también bebe”.

miércoles, 14 de noviembre de 2007

Compay Segundo. Centenario



“Compay Segundo. Cien años”, un cofre que celebra el centenario del sublime sonero cubano. En Cuba se realizarán festejos oficiales, se inaugurará un monumento funerario que llevará escritas las palabras de Compay: “Sonríele a la vida, en las buenas y en las malas”. De España afirmó que era su segunda patria porque sus primeros juguetes se los regalaron los gallegos que trabajaban en la misma mina que su padre, el sargento Panchín. Cordial, sagaz, simpático, caballeroso, pícaro… El creador de “Chan Chan” vivió varias vidas. La más conocida es la de músico. Se regía por un principio: “Que el hombre sea amigo del hombre”.

Francisco Repilado fue compositor, cantante, guitarrista, clarinetista y bongosero. Inventó el armónico, instrumento híbrido de la guitarra española y el tres cubano. Con una jovialidad envidiable al coronar la ancianidad, Compay vendió millones de discos en el cambio de siglo. Fue en 1997 cuando el gran Ry Cooder decidió afrontar el proyecto “Buena vista Social Club”, que Compay Segundo volvió a “estar en fama”. Esta expresión le gustaba especialmente al autor de “Yo vengo aquí”, pieza que compuso siendo un muchacho de 15 años.

Focalizada en torno a la venerable figura de Compay, el disco y la gira mundial de “Buena Vista Social Club”, recogida cinematográficamente por Win Wenders, se reunió la flor y nata de la música tradicional cubana: Omara Portuondo, Pio Leyva, Ibrahim Ferrer, Puntillita, Cachaíto, Manuel “Guajiro” Mirabal y Barbarito Torres. El son cubano volvía a conquistar el planeta, giraba en la misma galaxia escénica que el jazz y el rock.

Pocos años antes, Ry Cooder estaba alumbrando esta idea. Me lo contó en el Hotel Nacional de La Habana. Estaba grabando por esas fechas con los Chieftains, en los estudios EGREM, y añoraba su juventud, en los primeros años 60, cuando llegó a Cuba por otros motivos y descubrió el son gracias a Ñico Saquito. En esos mismos días, Compày rme abría las puertas de su casa, sita en Calle Salud –título de su notable disco de 1999-, en Centro Habana. Por la noche, ese barrio, en el corazón habanero, estaba en la más absoluta oscuridad, cosa de los persistentes periodos especiales. Pero de día, como si estuviéramos viviendo dentro de una película, Compay paseaba saludando a sus vecinos con una mano puesta en el ala de su sombreo y sosteniendo con la otra mano su cigarro puro. Todos le conocían y querían.

En la mesita de noche de Compay, junto al vaso de agua, había un papelito con versos y algunas notas musicales escritas. Ese papelito lo llevaba el sonero de día en el bolsillo de su guayabera. Había aprendido a escribir música de joven en su provincia, siendo clarinetista de la Banda Municipal de Santiago. Francisco Repilado me dijo entonces: “Yo creo que no me voy a morir nunca”. Y reveló el secreto de su longevidad: “Comer carnero, beber ron con moderación y fumar un cigarro habano diario. Tengo 86 años y con novia; vive en esta misma calle, dos cuadras más abajo”.

Habiendo sido guiado en el oriente cubano por el mítico trovero Sindo Garay y hermanándose en La Habana con el legendario Ñico Saquito, Compay se hizo un nombre en la capital en los años 30. Doces años estuvo en el grupo de Miguel Matamoros, tocando el clarinete; allí coincidió con el inmortal Beny Moré. En los años 40 y 50, con Lorenzo Hierrezuelo, formó el dúo Los Compadres. Fue la primera vez que estuvo en fama. Participó en algunas películas, a caballo entre Cuba y México. En los años 60, con el paradójico olvido de la música tradicional cubana por parte de la Revolución, Compay dejó la música y se ganó la vida como tabaquero. Dicen que vivió en China. Elíades Ochoa le rescato en los años 90. Y antes de la aventura de “Buena Vista Socval Club”, hay que ser justos, quien redescubrió a Compay Segundo fue Santiago Auserón, que le grabó y produjo el formidable doble disco “Antología”, en 1995.

En 2001, Compay lanza el álbum “Duets”, donde se reune con un puñado de estrellas de diversos ámbitos de la música internacional: Charles Aznavour, Khaled, Cesaria Evora, Pabo Milanés, Silvio Rodríguez, Martirio, Raimundo Amador, Féliz Valoy, Omara Portando, Eliades Ochoa, Lou Vega y Santiago Auserón. También estaba Antonio Banderas. Los última década de gloria en la vida de Compay Segundo está recogida en los tres discos del cofre “Cien años”, a los que acompaña un magnífico DVD con videos, entrañables reportajes y las grabación en vivo de un concierto en el teatro L´Olympia”, de Paris, celebrado en 1998.

Datos
Francisco Repilado Muñoz nació en Siboney, el 18 de noviembre de 1907; murió en La Habana, el 13 de julio de 2003. España le descubrió en los primeros años 90, cuando llegó a Sevilla para participar en “Los encuentros entre el flamenco y el son cubano”. Allí compartió escenario con el también veterano cantaor flamenco Chano Lobato. Un referente de ambas vidas fue el tema “La negra Tomasa”. Antes de ser clutado por Ry Cooder para la mundial aventura “Buena Vista Social Club”, nuestro Santiago Auserón fue el auténtico descubridor del oro de Compay, grabándole la imprescindible obra “Antología” (1995).

Puclicado en Público

La llamada de Ornette


Acudir a la llamada de Ornette Coleman ha sido la experiencia más iluminada del XXIV Festival de Jazz de Madrid. Era una cita con el riesgo, con un creador obstinado en portar la antorcha del jazz innovador. El público respondió llenando la sala, aplaudiendo encantado. Desde mi punto de vista, ésta ha sido la vez que más me he disfrutado a Ornette. Y no es fácil. Todo está fiado a la intensidad: desde esos acelerados brotes sicóticos que duran un par de pestañeos hasta las dolientes hemorragias free. Una formación de lo más a contrapelo de todo: los contrabajos de palo de Tony Falanga y Charnett Moffett, el bajo-guitarra eléctrico de Al McDowell y esa batería a la que ya nos hemos acostumbrado, con su persistente extraño fragor, del hijo Denardo Coleman.

Temas del último disco “Sound Grammar” y revisiones adaptadas al nuevo formato de álbum “Prime Time” y aquella maravilla del paroxismo “Song X”, que grabara con Pat Metheny. Funky fururista en “Turn around”. Excelsa la mirada hacia el barroco en “Bach prelude”. La fibra de Texas le sale al saxo de plástico de Ornette cuando se mete en blues: escenas de thriller con un buen asesinato en los momentos inaugurales. ¡Ah!, y las baladas. Ese Ornertte tierno de “Those That Know Before I Happens” y “Lonely Woman”. Siempre hay dolor, “Taking The Cure”. Y bálsamo inteligente para los sentidos, “Dancing In Your head”.

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domingo, 11 de noviembre de 2007

arte salvaje. Juan Moneo "El Torta"



Raro es el flamenco para que alabemos a un artista por ser salvaje. Hay muchos tópicos sobre la tragedia y el dolor, tantos como que el flamenco puede ser una música caída del cielo, tan moderna que ya no importa si huele o no a ser humano. La existencia de Juan Moneo “ElTorta” demuestra que hay un flamenco sobrehumano, un flamenco forzosamente nacido y criado en el barrio de La Plazuela, en esa cuna de un arte sin igual que hay en Jerez de la Frontera.

Es un flamenco que se expresa al mismo tiempo que la propia vida. “El Torta” canta como vive, como ha vivido, con un amor suicida por la vida. Más que cantar, el verbo que le gusta es transmitir. Lleva sus facultades al límite, hacia el abismo de un insoportable sufrimiento. “A muchos, si sacan la voz así, se les parte la aorta”, dice. No exagera lo más mínimo.

“Momentos”, disco y DVD, muestran una verdad en crudo. Alfredo Grimaldos escribe las notas, y en ellas recoge las palabras de “ElTorta”, capturadas de rato en rato, noche a noche, entre cante y charla, surgidas al calor del fuego que las envuelve. El cantaor hace su más fiel retrato: “Estoy curtido y más consciente de lo que hago. Y con menos voz se canta mejor”.

Casi quince años llevaba Juan Moneo sin grabar. Casi quince años de cantar, de buscarse la vida y luchar con sus demonios. Una dura pelea con la heroína. Ahora, superado ese espanto, puede cantar por bulerías, la voz desnuda, sin guitarra, al compás fraterno de palmas y percusiones: “Estoy endrogao/ Estoy enganchao/ Y al verme suelen decir/ No saben que me ha dejao/ Y que me quiero morir/ Siempre estoy tirado en la calle/ En los bares en las esquinas/ Cambio la vida por la muerte/ Por la maldita heroína”. Su forma de cantar es una forma de llorar. “Estoy dispuesto a nacer en el cante”, sentencia. El DVD y los doce cantes de este CD son el testimonio de ese renacimiento.

El disco comienza con unos tangos que cantan el desespero de estar solo. Sigue “Viaje al cielo”, unos tangos dedicados al llorado cantaor Luis de la Pica. Juan y Luis compartieron muchas noches de locura peleando por el cante verdadero. Esa fuerza que brota en la voz, ese exceso de sentimiento, es una forma de agarrarse a la vida. Un dominio llevado al límite por soleares, seguiriya, tarantos, martinete, malagueñas, tientos, tangos y bulerías. Eso que “El Torta”, con buen juicio, llama estilos, que no palos flamencos. “Los palos son los que da la Guardia Civil”, afirma.

Las letras le salen en el momento de cantar. “El Torta” no las escribe. En su memoria se que dan las que valen. En su memoria está la experiencia, lo mucho aprendido escuchando a sus grandes, grandes que son de todos: Antonio Mairena, El Borrico, Camarón, Terremoto, Agujetas… Como ellos, Juan Moneo intenta dar siempre todo lo que puede. Enfrentándose a sus miedos, “El Torta” se arriesga ciegamente. Le da miedo cantar, cuando lo único que quiere es cantar. Y de ese sin vivir nace su verdad.

Datos
Cantaor gitano. Nace en Jerez de la Frontera, Cádiz, en 1953. El primer cante lo aprendió de sus abuelos Pacote y Manuela Carpio Montoya. Su hermano Manuel Moneo también es cantaor notable. En 1972, el Concurso de Mairena del Alcor le otorgó el Premio de Soleares. Juan no lo recibió de manos de Antonio Mairena porque le daba miedo enfrentarse a que no se lo dieran. Con obra discográfica corta, son excelentes sus álbumes “Luna Mora” (1990) y “Colores morenos” (1994). Sus comparecencias en festivales flamencos siempre han sido sonadas.

JUAN MONEO “ELTORTA”
“Momentos”
(Juglar Recordings)

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viernes, 9 de noviembre de 2007

"Gominolas", menudo empalago


Si esta serie funciona, ¿escucharemos fuera de sus fronteras y en cualquier momento la petarda canción de “Gominolas”? Qué desazón. Este daño colateral puede resultar insufrible. La promoción ha sido más admirable que la visión del primer episodio. Más de tres millones de espectadores se comieron el caramelo. Un asunto empalagoso. Veremos qué juego da la añoranza del discutible pasado de haber pertenecido a un grupo infantil de éxito en tiempos de la movida, aquellos voraces años del todo vale en medio de un trasiego de canciones de excursión.

A los personajes de “Gominolas”, después de aquel pueril espejismo, les ha ido francamente mal. La voz en off de una gominola muerta de un pasón es la conciencia crítica de estos treinteañeros. Con la natural compasión, esta voz, a la manera de aquel exquisito cadáver de “El crepúsculo de los dioses”, se interroga sobre el drama de los juguetes rotos: “¿Dónde van a parar cuando apagas la tele?”. Y surge la pregunta contraria: ¿A dónde iremos a parar los espectadores con esta espesa mezcla de tragedia y comedia? Los famosos de antaño también tienen su corazoncito, deberían conmovernos. No sucede. Si los chistes fueran buenos, no habría problema. Si las frases fueran ocurrentes y no parlamentos redichos, la funesta manía de pensar se activaría.

En aquella onda tan celebrada de “El otro lado de la cama”, los personajes cantan, cantan muy malamente. ¿Tiene gracia que Bruno, duro trance para Arturo Valls, se gane la vida como pilonero polisexual? El humor juega la baza de lo presuntamente atrevido, casi explícito. ¿Tiene gracia?
De momento, poca.

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lunes, 5 de noviembre de 2007

los buenos tiempos. Frank Sinatra. Rat Pack



Hace cincuenta años, Sinatra y sus muchachos ofrecían los mejores espectáculos del mundo, sus actuaciones ocupaban la mejor hora en la parrilla televisiva. Cincuenta años despúes, gracias a la emisión de “Sinatra y compañía”, en La noche temática, La Voz y su cuadrilla de chicos malos habrán tenido suerte si consiguieron distraer a unos cuantos noctámbulos, armados de una copa en la mano o un vaso de leche caliente. Ahora lo que se lleva en el “prime time” son "fenómenos" que distan mucho de encajar con el bonito título de mejor espectáculo de lo que sea.

El documental “Rat Pack: los cinco chicos malos” arrojó muchas luces acerca del indiscutible imperio de Sinatra y su pandilla entre 1957 y 1962. Fruto de esa época de gloria fue la película “La cuadrilla de los once. (Ocean´s Eleven)”, valorada sabiamente en el documental como bastante chapucera. Al parecer, Frankie – que mandaba muchísimo porque era la estrella, el productor y el propietario del estudio- se pasó al director por el forro del smoquin. Las escenas no se repetían, y ya está.

Ese show que improvisaban cada noche en el hotel Sands de Las Vegas era lo más de lo más en directo. Sinatra, Dean Martin, Sammy Davis Jr., Peter Lawford y Joey Bishop hacían un alarde de saber cantar, bailar, estar, hacer y beber. Los días de vino y rosas se acabaron cuando el malvado polizonte Edgar J. Hoover le buscó las vueltas al presidente Kennedy y al mafioso Sam Giancana. La Voz estaba en medio. Y para seguir dando el cante en todo el mundo tuvo que destrozar con una maza y sus propias manos la casa que había construido en su querida Las Vegas para John F. Kennedy . Aquello acabó con la soñada ambición de Frankie: ser nombrado embajador en Italia. Aquellos buenos tiempos nunca volvieron.
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90 minutos. van morrison




Van Morrison suele estar inmenso. Y eso ocurre sin necesidad de que se haga sangre en cada concierto. Lo fascinante del irlandés es la sobrada facilidad con que su toque mágico enciende cada rincón de la música. La publicación sucesiva de dos discos recopilatorios –“At The Movies” y “Still On Top”- marca el momento actual.

La actuación en el Palacio de los Deportes de la Comunidad ha sido la vez que Van ha conseguido congregar más público en Madrid. Siempre se espera la sorpresa en cada cita con artistas de tal magnitud, pero la sorpresa en este caso está en la ausencia de aspavientos para comunicar, en la renuncia premeditada de todo alarde y exceso.

Van interpreta las canciones que le apetece, sean o no esos éxitos que el público tanto reclama. La grandeza está en cantar de maravilla como si no pasara nada. La versión del blues “St. James Infirmary” fue modélica, con Morrison haciendo flotar su saxo alto en la plenitud de una visión totalmente sibarita del jazz de Nueva Orleáns. Todos los arreglos rezumaban la creatividad de un espíritu poseído por el buen rollo. La voz sonó siempre todopoderosa, tanto en el rebuscarse hacia dentro de “Moondance” como en el country agraciado de “Bright Side Of The Road”.

Parece que el embozado tipo de las gafas oscuras y el traje negro se siente feliz. Hay que celebrarlo. Karen Hamill y Katie Kisson ponen unos coros de gloria. La “steel guitar” y el banjo de Sarah Jory ofrecen una especial medicina curativa. Todo es milagroso en el bendito carromato de nuestro “medicine man”. Ya afirmó Marianne Faithfull que la única diferencia entre Dios y Van Morrison es que Van sí se pone al teléfono, te responde cada vez que le llamas. El tiempo que dure la conversación es otra cosa. La otra noche, 90 minutos justos.

martes, 30 de octubre de 2007

desafío intelectual. Anthony Braxton



No cree Anthony Braxton (Chicago, 1945) que su música sea jazz. Tiene razón, más bien es música contemporánea. Arte y ensayo de un evadido del jazz. Tiene las virtudes de la vanguardia y los inconvenientes del acceso difícil. Braxton fue miembro de la AACM (Association for the Advancement of Creative Musicians), suerte de cooperativa surgida en Chicago a mitad de los años 60. En los más diversos sentidos, pedagógicos y profesionales, iba un poco más allá del free jazz. Ese espíritu pervive en este músico radical que, con su “Diamond Curtain Wall Trio”, abrió el XXVI Festival de Jazz San Juan Evangelista.

Desarrollando una incesante y rigurosa filosofía, la música de Anthony Braxton está emparentada tanto con compositores de la clásica contemporánea -Schöenberg, Xenakis, John Cage o Stockhausen- como con jazzistas egregios – Charlie Parker, Ornette Coleman, Eric Dolphy o Cecil Taylor-. Composición e improvisación forman un todo que invita a una escucha exigente. En su concierto madrileño Braxton estuvo acompañado por la trompeta y las cornetas de Taylor Ho Bynum y la guitarra eléctrica de Mary Halvorson. Junto con la colección de saxos de Anthony, el cuarto instrumento fue un ordenador que integraba el complejo discurso sonoro.

Música impredecible, melodías mínimas, silencios elocuentes y ritmos intuidos. Furia y cerebro, melancolía y desasosiego. El concierto duró lo que tardó un gigantesco reloj de arena en vaciarse: 60 minutos. Durante esa hora hay que enfrentarse con un duro diálogo a tres bandas. Este jeroglífico intelectual y espiritual a ratos atrapa, en otros momentos invita a la huida. Este trío es uno de los formatos de Anthony Braxton, que en su apretada vida creativa ha jugado con muchos otros. El año pasado estrenaba en México un concierto para cien tubas. Eso si que es soplar.

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sábado, 27 de octubre de 2007

funky torrencial. maceo parker



MACEO PARKER
“Roots & Grooves”
(Intuition/Indigo)

La energía torrencial del funky clásico queda salvaguardada en las grabaciones de Maceo Parker. Desde que su saxo alto se independizara en los años 90, tras ser jefe de fila en la sección de vientos de James Brown, Maceo ha experimentado con el funky en diversos formatos. Un músico siempre enorme, ya sea con sus viejos compañeros de J.B.s Horns –Pee Wee Ellis y Fred Wesley- o sacudiéndose con el electro-funk de Prince. Este doble álbum en vivo ha sido grabado con la big band europea del momento, la WDR Big Band Cologne, dirigida por Michael Abene. “Roots”, el primer disco, es un homenaje a Ray Charles, donde Maceo exhibe su magnifica voz en demoledores temas del maestro del soul-jazz como “Hit The Road Jack”, “Georgia On My Mind” o “What´d I Say”.

En cuanto al funky, el segundo álbum “Back To Funk”, es de lo mejor que hemos escuchado en muchos años. Excelentes composiciones de Maceo y una larga y atronadora recreación de “Pass The Peas”, un clásico del Padrino del Soul. Maquinaria de precisión y solistas implacables, la WDR Big Band se eleva sobre la sección rítmica de dos históricos acorazados del soul-funk afronorteamericano: el bajista Rodney “Skeet” Curtis y el baterista Dennis Chambers.

EL ARTISTA
Maceo Parker nació en Kinston, Carolina del Norte, en 1943. Fue estrella en la sección de vientos de James Brown. Su prestigio como solista le ha llevado también a ser instrumentista de lujo en las bandas de George Clinton, Prince y Van Morrison. Su estilo con el saxo alto es heredero de King Curtis, estrella del rhythm and blues pionero. Su carrera solista es ejemplar, destacando como cantante, instrumentista y compositor.

"House" goza de buena salud. Massive Attack


La noche temática con “House” ha sido una buena jugada. El pasado jueves Cuatro batió récords de audiencia. Los tres millones y pico de espectadores (17,7% de share) que se engancharon al primer capítulo de la cuarta temporada, “Solo”, tendrán que aguantarse el mono. Los siguientes episodios de la serie no llegarán inmediatamente. La velada con el médico más borde de la televisión se completó con dos capítulos viejos pero premiados. Un poco caótico todo. En medio de aquel fantasmagórico relato de la operación de House, una aparición fantástica: la vigilante de la playa Carmen Electra con un problemita en la rodilla. Este penúltimo capítulo, “Tres historias”, de primera la temporada, se llevó el Globo de Oro 2005.

La serie requiere cambios. La planilla de los guiones se está quedando demasiado ortopédica. Hay que dar más juego a los personajes. “Solo” no permitió entrever por dónde van a ir los tiros. House se ha quedado sin equipo, sin blanco para sus hirientes frases y otras crueldades. No teniendo con quien meterse, los guionistas colocaron al principio un chiste recurrente. Nos hemos tragado diagnósticos y diagnósticos escuchando a House sentenciar. “Sea lo que sea, no es lupus”. Pues bien, en el papel de los ausentes Cameron, Foreman y Chase, un empleado de la limpieza fue elevado al rango de doctor Proper. Y este atolondrado Dr. Proper, ya que su abuela había padecido lupus, si fue autorizado a realizar las pruebas de la dichosa enfermedad.

Hay que pasar de entender los galimatías médicos, como en otras series hay que pasar de la jerga de los abogados o del laberinto de las pruebas policiales. Pero de lo que no puede pasar House es de tener un equipo. Volverán Cameron, Foreman y Chase, pero volverán en otros puestos y con la compañía necesaria. El individualismo del héroe ganador ya no es comprensible sin una tropa alrededor. Por muy a la contra que vaya House, necesita a sus chicos. Los guionistas también, o se encontrarán al galeno cojo dándose la brasa a sí mismo todo el rato. Y las soluciones se resentirían.

“Solo” se resolvió con un torpe artificio. El caso de la señora cuyos síntomas no se correspondían con su historia clínica quedó zanjado con la treta de que la paciente era una señora equivocada. Sólo les faltó salir con que todo había sido un sueño. House no se cansa de repetir que todo el mundo miente. Sus guionistas no deben darle la razón tan burdamente.

El atractivo de House está en que saque los pies del tiesto para salirse con la suya. Es un miserable que se redime porque nunca da su brazo a torcer. Sus ocurrencias son maldades, maldades muy ocurrentes. Tiene una pasta especial de heroico granuja, de genio tocapelotas. Colgado de la vicodina, la vicodina no le afecta al cerebro. Un prodigio farmaceútico.

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viernes, 26 de octubre de 2007

bob dylan. años de jubileo



Los primeros años del siglo XXI están siendo todo un jubileo para Bob Dylan. Está vivito y coleando, pero está casi tan de cuerpo presente como Elvis. Se reeditan sus discos piratas como álbumes históricos. Se suceden los recopilatorios. Se restauran documentales míticos. Martin Scorsese, en el laureado documental “No Direction Home”, entrevista al enemigo de las entrevistas. Dylan recibe el Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2007.

Anteriormente, en 1990, fue nombrado Caballero de la Orden de las Artes y las Letras de Francia. La Real Academia Sueca de la Música, en 2000, le otorgó el Premio de la Música Polar. Ese mismo año fue bendecida con el Oscar su canción “Things Have Changed”. Seis actores y actrices encarnarán al bardo de Minesotta en el film “I´m Not There”. Los conciertos se agolpan al galope. Dylan sigue poseído por la fiebre de la línea blanca.

La mejor manera de asegurarse que Dylan acudirá a donde sea es programarle un concierto. Así debieron entenderlo el pasado mes de septiembre en esa sinagoga de Atlanta, donde el controvertido Bob fue a celebrar el Yom Kipur. Cubierto como es debido con el talit, Dylan rezó Kol Nidrei, oración utilizada por los judíos para abjurar en hebreo de la conversión forzosa al cristianismo. Ocurrió un día antes de realizar un bolo con su banda en la misma ciudad.

Mr. Tambourine Man no tuvo problemas en cantar “Like A Rolling Stone”, en 1997, para Juan Pablo II. Las televisiones de todo el mundo retransmitieron la ceremonia. Pero esta actuación del profeta a pie de Papa no le gustó al futuro Benedicto XVI, quien en sus memorias, señala que trató de impedirla. Ya en sus años mozos, Dylan aseguró que le hubiera gustado ser como Charles Chaplin, para actuar sin tener que dar explicaciones.

En 1970 un sector de sus seguidores se sintió incómodo porque le nombraran doctor honoris causa de una universidad norteamericana. El profeta contracultural, en respuesta, escribió la canción “Day of the Locusts”: “Oh, los bancos estaban manchados de lágrimas y sudor./ Los pajarillos volaban de árbol en árbol./ Había poco que decir, no había conversación ninguna/ Mientras subía al estrado a recoger mi diploma./ Y las langostas cantaron a lo lejos,/ Las langostas cantaron una dulcísima melodía./ Oh, las langostas cantaron a lo lejos/ Las langostas cantaron y lo hicieron por mí”. Y más adelante, añade: “Estaba verdaderamente contento de haber salido vivo de allí”.

Dylan no le ha temido al que dirán. Sus trofeos más logrados le han llegado dejando a sus traicionados seguidores con dos palmos de narices. Hay que ser un descarado absoluto para presentarse en el concilio folk de Nerwport haciendo sonar la guitarra eléctrica. Y hay saber muy bien lo que se dice para acertar rápidamente con la respuesta en pleno concierto. Si tú me dices: “Judas”, yo te digo: “Eres un mentiroso. No te creo”. Está grabado, tal cual.

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Ultima parada: el rodante Bob anuncia el cochazo de los cochazos, un Cadillac

jueves, 18 de octubre de 2007

"El laberinto de la memoria". Felipe González, hagiografía caótica y sin piedad



Los caminos del éxito son inescrutables. Lo que a unos nos produce sopor, a otros les satisface. Volvió María Teresa Campos a Telecinco, a sus noches, con “El laberinto de la memoria” (19,8% share / 1.205.000 espectadores). “Que no quiero retirarme”, dijo. Que raro este “mono” del medio que sienten algunas criaturas televisivas. En otras profesiones, la gente se retira y se dedica a sus cosas. Pasa a un segundo plano el deseo de hacer patria. Le ha pasado a Felipe González, que parecía que España iba a estrellarse huérfana de su liderato, y mira, andaba el hombre tallando sus piedras, cuando vuelve a verse convertido en estrella de la tele.

La Campos llevaba un aparatoso abalorio colgando del cuello. Se lo regalaron sus compañeros de programa cuando dejó Telecinco haciendo donaires. Es una obra tallada por las manos de Glez. Las mismas manos que defendieron el Estado de las cloacas. Pero a lo que íbamos: metidos en el laberinto, da lo mismo blanco que tinto. En la careta del programa, imágenes de areniscas y poético ensamblaje de estas frases atrabiliarias: “Viva el Rey. Viva España. Te pego leche. España va bien”. El reportaje inicial sobre Felipe González fue bastante caprichoso, buscando inspiración en el caos. ¿A qué vendría eso de sacar a Félix Rodríguez de la Fuente con los bichos de “El hombre y la tierra”? Lo fundamental, como toda mirada a nuestra historia reciente, es santificar la transición. Hay que tragarse este cuento como sea, porque si no viene el “coco” del 23-F.

El formato de “El laberinto de la memoria” tiene dos audacias. La primera es hacer un “Esta es su vida” sin invitar al protagonista de la fotonovela. La segunda es hacer un “Hormigas blancas” sin sacar los trapos sucios del “figura” al que se le está pasando la mano por el lomo. Resulta que en aquel congreso del PSOE en Suresnes, Nicolás Redondo le dijo a Felipe, ponte tú de secretario general, que yo no quiero. Y coló.

Lo realmente peculiar de este reportaje es que, siendo tan largo, en ningún momento fuera riguroso. Le faltó sentido de la medida y del ritmo, del ridículo y de la piedad. Se metieron a capón escenas de la bandera porque ahora está de moda el “banderazo”, reproches a Suárez de la negociación con ETA porque esta secular tabarra siempre vende. Sobre banderología, José Oneto, en el inevitable coloquio, contó que en un mitin en Cáceres, Pablo Castellanos, poco amigo de Felipe, “contrató a unos gitanos para que llevaran banderas republicanas”.

De un gusto urticante, sumamente insultante para Carmen Romero, fue que cada vez que salían imágenes suyas, fueran amenizadas con sofocantes arpegios de piano, estupefacientes trinos de guitarra española. Carmen Romero, ni en su actividad política, ni en su vida privada, quiso ser florero. Esa arrogancia fue enmendada por el laberíntico tostón.

Las fuentes documentales sobre el lado humano del personaje fueron absolutamente fiables. Nada más y nada menos que las revistas “Chiss”, “Doña” o “Sal y Pimienta”. A los miembros del coloquio, les hizo mucha gracia que a Felipe le preguntaran si tenía piojos y caspa. Ellos, por su parte, cerraron el debate hablando de ladillas. Esto vende. Daban unas pasadísimas dos y tantas de la mañana. El enloquecido protagonista de “La Naranja Mecánica” no lo pasó tan mal con aquellos hierros que le impedían cerrar los ojos. Yo lo viví así.

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domingo, 14 de octubre de 2007

ANNIE LENNOX. "Songs Of Mass Destruction"



Siempre estupenda la voz de Annie Lennox, con esa especial cualidad para moverse en las aguas del soul. Hay dos momentos cumbres en “Songs Of The Mass Destruction”. Por el lado de la energía, la canción “Ghost In My Machine”, que recuerda aquel poderoso dueto “eurythmico” con Aretha Franklin, cuando las chicas se lo montaban solas. El otro es “Lost”, una elegante balada. El álbum va sobrado de coros, llevándose la palma “Sing”, con 23 vocalistas femeninas entre las que se cuentan Maddona, Bonnie Raitt, Celine Dion, K.D. Lang, Angelique Kidjo… Se trata de un tema de apoyo a la Fundación Nelson Mandela 46664 y a Treatment Action Campaign (TAC), organizaciones que luchan a favor de los derechos humanos, la educación y la salud de los afectados por el VIH.

En los discos en solitario de Annie se echa de menos la producción a la medida de su antiguo compañero Dave A. Stewart. Estas canciones de destrucción masiva atacan con la producción de Glen Ballard, un tipo centrado más bien el “mainstream” y con un gusto singular por el marasmo. Coros y arreglos sobrecargados hacen que este disco esté salpicado por un oleaje marasmático.

Annie Lennox
Nacida en Aberdeen, Escocia, en 1954, Annie se hizo un lugar en new wave británica en 1977, cuando formó pareja con Dave A. Stewart al frente del grupo de rock The Tourist. El estrellato le llegó con la nueva formación de tecno pop omnímodo Eurythmics. Independizada de tan señero grupo y de su compañero Dave, la dama rubia estrenó su carrera en solitario con “Diva” (1992). Premios: Oscar, Brit Awards y Golden Globe.

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sábado, 13 de octubre de 2007

Shark, un diablo de abogado




“La verdad es relativa”, afirma el fiscal Sebastián Stark. Este dogma también es relativo, porque si la verdad sale a cuenta para ganar un juicio, se utiliza sin problemas y con alegría. La serie “Shark”, de La Sexta y Fox, sigue los pasos de “House”. Su protagonista es un tipo pagado de sí mismo, un fiscal políticamente incorrecto. Hace con la ley un sayo a la medida. Shark (Tiburón) tiene un pasado tan poco edificante como su presente. Defendió a los malos y fue abogado del diablo. Ahora acusa a los malos. Es un diablo de abogado. Lo suyo es jugar sucio. Regla número uno: “Un juicio es la guerra". Regla número dos: “Perder es la muerte”.

Existen, en la jerga de Shark, todo tipo de corolarios a este par de axiomas. “Los juicios con jurado se ganan antes de entrar en la sala”, que justifica manipular las pruebas, “En los juicios con jurado, la popularidad es la clave”, que permite manipular a los miembros del jurado. Más de lo mismo: “Es mejor sobornar al jurado antes que dejar que delibere”. Por aquí todo bien, pero los guionistas tienen que eliminar –si fuera físicamente, mejor- un punto torrefacto: la hija de Shark. Las relaciones de este duro fiscal –tan simpático cuando suelta: “Soy un déspota; y sin embargo, humilde” – con su niñita de 18 años son un tueste.

Papa y la niña hacen los deberes juntos. En el último capítulo, el guión llegó al extremo insoportable de que el caso a juzgar era el asesinato de una compañera de colegio de la muchachita. Una trama abiertamente grimosa. Para disfrutar la serie sin las moscas del tenemos corazoncito, hay que concentrarse en el personaje arrogante y trampullas de Shark. Hay que mejorar, empeorándolas, las relaciones con su equipo. El calco de “House” es evidente. El rubito que se tira a la compañera en la escena del crimen, es un calco del “hausiano” Chase: la misma cara de niño bien, las misma boquita, la misma sonrisita… Este guiño puede sacarte un ojo.

A Shark y a los guionistas les gustan las frases. Algunas van a coro. El equipo, poniendo un cercano toque de zarzuela, canta: “¡Es un genio!”. Y Shark remata: “¡Qué le voy a hacer!”. El fiscal anima a sus chicos: “Si os habéis fumado algo, yo quiero”. A Shark le gusta la buena vida, los trajes caros, el buen vino, las prostitutas y los Rolling Stones. Le disgusta el jazz fusión, Un tipo sensato. Divorciado de su mujer y huérfano de abuela, el terror de los juzgados se juzga a sí mismo: “Esos aplausos me sonrojarían si no fuesen merecidos”.


El bien y el mal, según Shark

Adictos a las frases son Gil Grissom, el csi de las sentencias filosóficas y poéticas, y Gregory House, el médico borde que fulmina a todo cristo. El fiscal Sebastián Stark, alias “Shark”, tiene un cuelgue parecido.

“Ahora trabajo para los buenos. Los tiempos cambian”

“O voy por las buenas o voy por las malas”

“En otras circunstancias reuniríais pruebas y yo crucificaría al malo”

“Intentar que yo haga yoga es como intentar que Satán medite”

“A mí también me gusta engañarme a mi mismo”.

Publicado en Público

miércoles, 10 de octubre de 2007

Los Tigres del Norte: "Venimos de Oaxaca y las cosas allí están mal, muy mal"


Jefes de jefes, voz del pueblo, Los Tigres del Norte comienzan hoy su gira por España. Son los reyes de la música norteña. Junto a narcocorridos tan famosos como Contrabando y traición o La Banda del Carro Rojo, este grupo mexicano interpreta canciones de amor e historias costumbristas y sociales. Detalles y Emociones es su último disco, donde tratan el tema de la inmigración. En su búsqueda de puentes entre pueblos, la canción El muro une la frontera mexicana con las alambradas de Ceuta y Melilla.

Más de tres décadas llevan Los Tigres del Norte poniéndole música a letras que muerden en la dura realidad. Música romántica, festiva o de denuncia, que ha recibido varios premios Grammy. Los hermanos Hernández, con la voz, acordeón y dirección de Jorge, empezaron cantando en los restaurantes de Rosa Morada, estado de Sinaloa. Y después, conociendo de primera mano el drama de la emigración, se instalaron en San José, California. Sus conciertos en nuestro país comienzan hoy en Elizondo, Navarra. Y continúan el 12 en Lugo, el 13 en Barcelona, el 14 en Bilbao y el 15 en Madrid.

¿Han dejado a un lado la temática del narcocorrido?
Este disco es algo más variado, diferente. Hay nada más una historia, La huella del Alacrán, que es un personaje que existe en México, que distribuía varias toneladas de droga y no dejaba huellas. En los demás tratamos de cantar historias de diferentes tipos. Hacemos historias de otros estados de México, para que nos conozcan en ellos, y en toda América Central. Somos de sangre caliente, mezcla de
diferentes razas, la del pirata valiente, indio y español.

Cuando, en los primeros años 70, empezaron a cantar ‘Contrabando y traición’ o ‘La banda del Carro Rojo’, ¿pensaron que iban a calar tan hondo en el público?
Fue una sorpresa para nosotros. Esos personajes estaban ahí, en nuestro estado, Sinaloa. De niños, oíamos historias de familias: que los Félix, que los Quintero… Preguntábamos, ¿quiénes son? Cuando ya crecimos, empezamos a cantar historias de personajes que tampoco conocíamos, pero que en nuestro rancho se mencionaban. Entonces relacionábamos. Nos dimos cuenta de que eran queridos por nuestra gente. Al hacer Contrabando y traición vimos la fuerza tan grande que tenía eso, que ya era tan popular antes de que nosotros lo grabáramos. A todo el mundo le gustaba, pero nadie hacía esas historias con nuestro estilo.

¿Con qué se identifica el público de los narcocorridos?
El público quiere saber qué es lo bueno y qué es lo malo. La incógnita es cómo interpreta cada cual esas ideas. Nosotros cantamos las canciones como el que cuenta una película. La nueva juventud ve ese desafío que los personajes tienen. Uno se pone a pensar en el valor de esta gente para meterse de lleno en el narcotráfico, que lo hacen como el que estudia una carrera de ingeniero agrónomo. Lo hacen tan normal… La nueva juventud quiere dinero rápido, no perder tiempo. Esas facilidades las da el narcotráfico. La juventud se informa. Los Tigres del Norte estamos comunicados con todos los sectores de la sociedad. La raza, que le decimos, es nuestra gente. Somos narradores, intérpretes. Decimos una historia tal y cómo sucede. Nos tienen cariño por algún motivo.

¿Ustedes están involucrados, han tenido problemas?
No. Los grupos que se involucran con los personajes tienen problemas o muertes… Si te portas mal…


¿Están a favor de la legalización de las drogas?
Tenemos entendido que en algún país en el que las drogas son legales no hay problemas. Si hubiera un control, como las farmacias… Pero habría que tener cuidado con los jóvenes.

¿Cuándo empezaron a tratar el tema de la inmigración?
Al llegar a San José, California, en 1968. En Estados Unidos vimos la problemática del mojado, cómo era su existencia. Hicimos Vivan los mojados. En 2006, después de tantos años, tratamos de ayudar apoyando el evento The Great American Boicot (A Day Without Inmigrants) –El gran boicot americano (un día sin inmigrantes)–. 12.000.000 de personas estaban en la oscuridad. Estados Unidos tuvo que enterarse de la realidad de los sin papeles. Los alcaldes de EE UU llaman a la policía para que pida los documentos, para que deporten a los sin papeles. Nosotros participamos en las marchas.

Su canción ‘El muro’ es una llamada de atención a los gobiernos sobre los ‘mojados’ que cruzan la frontera de Estados Unidos, sobre las pateras que vienen a Europa. ¿Es también una historia de buenos y malos?
Está clara la canción. Nosotros, cantando, no vamos a solucionar nada. Pero si los gobiernos quisieran, sí. Estados Unidos ha puesto un gobierno militar en la frontera y las estadísticas dicen que ahora pasa más gente. ¿Por qué están haciendo todo esto? Algún motivo tendrán. La gente debe ser informada correctamente.

¿Las últimas elecciones en México han sido distintas?
Sí, bastante distintas. Nunca, en nuestro país, había habido una controversia tan fuerte entre dos partidos. El PRD tomó una actitud bastante fuerte y desequilibrante para sus propios seguidores. Debería haber otra forma de protesta que cerrar las calles de nuestra México D.F. Nos tocó ver nuestra ciudad muy deteriorada, insana, con tantos problemas que hubo ahí. Debería haber diálogo. Todos los partidos, al final, van a tener que trabajar juntos. Se habla de muchos manejos que hicieron en todos los lados. Como ciudadanos, tomamos la actitud de no hacer comentarios. La incógnita sigue. López Obrador sigue en sus trece. En las partes donde gobierna el PRD pone más difícil hacer negocios, más impuestos.

¿Es peligroso en México ser periodista?
Bastante. Hay violencia a la hora de informar de política, narcotráfico, inmigración. En una semana, después de que agarraron a La Reina del Pacífico, hubo 51 ejecuciones. Venimos de Oaxaca, y las cosas allí están mal, muy mal.

¿La canción mexicana está asociada a la violencia y los amores bravos?
Allá el amor hay que respetarlo. Si usted se enamora de una mexicana y le juega traición, lo tiene crudo. Hay una canción, El Leon Guanajuato, que dice que la vida no vale nada. Nuestros antepasados nos dejaron legados muy grandes. Los mexicanos nos tomamos muy en serio estas cosas.

Publicado en Público