lunes, 24 de diciembre de 2007
domingo, 23 de diciembre de 2007
la iguana flamenca. Tomasito
“Yo soy el fino de mi casa/ porque quepo por la raja/ del filo del portón”. Así comenzó Tomasito (Jerez de la Frontera, 1969) su carrera discográfica y así comienza sus conciertos, con un descaro tan agradecible como lagartijero. Llegó a La Casa Encendida con invitados de la temible superbanda G-5: Los Delinqüentes y Muchachito Bombo Infierno. Gente sin complejos, que rima insolencias y mete bulla a compás. Nunca la “desvergüenza” fue más artística. El público grita y jalea por eso, porque Tomasito es un “pinta” con mucho arte.
Este que dice tener el universo en sus manos, saltó a la fama siendo un niño, cuando mezclaba “break-.dance” con bulerías. Lola Flores se quedó prendada. Y luego flamencos tan poco sospechosos de trivializar como Chano Domínguez , le fueron haciendo sitio y colocando en sus carteles. Cuenta la leyenda que Tomasito niño era capaz de meter a compás los movimientos del cura al que ayudaba a oficiar misa, cuando era monaguillo en el jerezano barrio de Santiago. Ahora, con guitarra eléctrica y batería, hace su “soleá punky”, donde dice que le clavan cuarenta navajas, ochenta tijeras y le echan en la cara dos litros de ácido sulfúrico. Un admirador le grita: “¿Dónde te clavan eso, que no te cabe nada?” Y es que Tomasito tiene un cuerpo similar al de Iggy Pop en sus buenos tiempos. Hasta se quita la camisa, se acaricia las tabletas de chocolate del abdomen y amenaza con bajarse los pantalones.
La Iguana Flamenca le mete su tercer brazo a las bulerías rockabilly. Canta unas letras descacharrantes. Su baile congela síncopas en el aire. Si hay alguien con una personalidad inconfundible, ese es Tomasito. Sus zapatos mocasines son los de un moderno indio gitano.
martes, 18 de diciembre de 2007
humor cubano. Fidel Castro/Silvio Rodríguez
lunes, 17 de diciembre de 2007
bellezas en La 2. Sharon Stone/Woopi Goldberg
La belleza ha reinado este fin de semana en el noctámbulo reducto de La 2. ¡Cuánta injusticia! El magnífico programa que “Redes” le dedicó a “La ciencia de la belleza” tenía perfecta cabida en un horario de audiencias nobles. Eduard Punset, como en los años 60 hiciera el imborrable profesor Miravitlles, convierte la divulgación científica en espectáculo televisivo sin degradar las materias que trata. “La pasión por la belleza no es un capricho cultural, es un instinto básico que está en nuestro cerebro”, enunciaron.
El rostro de las mujeres bellas habla de su fertilidad. La cara del hombre ofrece datos sobre su estado inmunológico. Los científicos afirman que nos rendimos ante la gente guapa, que “las personas atractivas tienen un trato más benevolente de la justicia”. Las diferencias entre hombre y mujer tienen que ver con la afectación del cerebro por la testosterona a la que estamos expuestos en el útero materno. Y los ojillos de Punset brillando al afirmar : “Una mujer con tacones es como poner el trasero encima de un pedestal”. Apoyo la moción.
El documental “Buscando a Debra Winger”, dirigido y presentado por Rosanna Arquette, tenía un recado petardo: las guapas también lloran. ¡Pero qué señoras, qué artistas! Venga a sacarle los colores a la industria cinematográfica por ningunear a las actrices cuando dejan de ser jovencitas. Una reivindicación de niñas mimadas. Jane Fonda, Charlotte Rampling, Holly Hunter, Melanie Griffith… Exuberante, aupada sobre las cimas de su inteligencia, Sharon Stone. Y Woopi Goldberg - actriz precoz con paréntesis paras las absorbentes disciplinas de heroinómana, encofradora de la constru, cajera, maquilladora de cadáveres y madre- agarrando a la realidad por las solapas. “Mis tetas se cayeron. Y eso que me acosa por detrás es mi negro culo gordo”. Guapa, guapa, guapa…
sábado, 15 de diciembre de 2007
en el camino de la Generación Beat. Jack Kerouac-Charlie Parker
He visto las mejores mentes de mi generación destruidas
por la locura,
hambrientas histéricas desnudas,
arrastrándose de madrugada por las calles de los negros
buscando una droga furiosa,
hipsters de cabeza de ángel quemándose
por el viejo paradisíaco contacto
con la estrellada dinamo en la maquinaria de la noche
que pobres y andrajosos
con los ojos hundidos se sentaron a fumar drogados
en la oscuridad de sus
apartamentos de agua fría
flotando sobre las cimas de las ciudades
contemplando el jazz..."
"HOWL" Allan Ginsberg
Hace medio siglo, en 1957, Jack Kerouac publicaba su libro "On the road"
El director de cine Stephen Kay, hace diez años, construyó su película "Last Time I Committed Suicide" (La última vez que me suicidé) a partir de una carta dirigida por el poeta Neal Cassady a su amigo Jack Kerouac. Los dos escritores fueron figuras insignia de lo que dio en llamarse generación beat. No podía ser de otra manera, la banda sonora de este film, y el disco que la recoge, contiene una sobredosis de buen jazz, esencialmente be-bop. La música que empapa las imágenes de esta cinta es la de Charlie Parker, Thelonious Monk, Art Blakey, Miles Davis, Dizzy Gillespie, Charlie Mingus, Max Roach, Ella Fitzgerald, Dianne Reeves y Cassandra Wilson. Los actores que encarnaban a Neal Cassady y Harry, su pesado amigote de bar, eran Thomas Jane y Keanu Reeves. Los dioses reales de Kerouac y su compañía de "ángeles de desolación" fueron dos artistas de peripecia vital trágica: James Dean y Charlie Parker. Los beatniks hicieron suya la existencial máxima "vive rápido y goza lento".
La generación beat construyó su estética literaria desde un sentimiento hermano a la revolución del be-bop. La adopción del término "beat" -cansado, golpeado, destrozado- tiene una explicación. Al parecer, los periódicos de Massachussets, en 1938, anunciaron la retirada de Jack Kerouac de la liga universitaria de fútbol americano con el titular: "Kerouac está cansado". Esa idea de cansancio, golpeamiento o destrozo del "american way of life" es la constante en la vida de los escritores beat. Con impulso hacia el viaje perpétuo, coches y carreteras, desarraigo, alcohol y drogas, sexo y filosofía zen, los beatniks emprendieron su camino de perfección.
El escritor John C.Homes, amigo de Kerouac, describió así a los fanáticos del bop: "Es un tipo de persona distinto al fanático del swing o del dixie. Con Bird, para entender tenías que disfrutar primero; tu conciencia tenía que estar a un nivel diferente de evolución... Si una persona disfrutaba con el bop, sabíamos algo sobre su vida sexual, el placer que obtenía de la literatura, y el arte, sus actitudes respecto a la violencia, la alegría, los negros y el proceso mismo de tomar conciencia".
Con el be-bop, al menos en el ámbito de la música, la cultura afronorteamericana alcanzó un cenit que se liberaba de los gustos y la aceptación de la clase media. Las vidas de los beats blancos, de los boppers negros y blancos, fueron hasta cierto punto coincidentes. Eran rebeldes. La ley, la cárcel y la policía fueron enemigos constantes, perseguidores obsesivos. La locura, como forma espontánea de autodefensa o resultado del machaque prolongado, flotaba en el ambiente.
Un grado de simpatía física, más acá de los intelectuales valores estéticos, es evidente entre los escritores beat y los músicos de be-bop. Ciertos cánones de belleza, esa arrogante prestancia, son compartidos. Los literatos Jack Kerouac, Neal Cassady, Lucien Carr, Peter Orlovsky, Lawrence Ferlenguetti,Gregory Corso o Allan Ginsberg - si contemplamos las fotos de la época, en los años 50-, parecen compañeros de clase o de barrio de los músicos Chet Baker, Gerry Mulligan, Art Pepper o Stan Getz.
Esto sucedía en un tiempo en el que la mayor parte de la juventud norteamericana se encontraba seducida por el rock and roll. Jack Kerouac -sin abandonar nunca su deslumbramiento por el bop y defendiendo siempre que "el jazz es la única actividad creativa que se ha dado en este siglo- no fue ajeno al fenómeno del rock and roll. Su biográfo Dennis McNally (Jack Kerouac. América y la Generación Beat. Una biografía; ed. Paidós/Testimonios) apunta:
"Jack amó a Chuck Berry y después a Elvis, y respetaba el rock and roll como otra forma musical negra que destacaba la vitalidad por encima de la enfermedad. Lamentablemente, unos años más tarde, los mejores intérpretes del género, Chuck Berry, y Jerry Lee Lewis, estaban en la cárcel, Elvis Presley en el ejército, Little Richard en la iglesia, y Buddy Holly y Richie Valens, muertos. La primera ola de la nueva música fue demasiado breve".
Paradójicamente, la semilla poética beat no prendió en la futura historia del jazz. Fue el rock - a través fundamentalmente del movimiento hippie- el que tomó la novela "En el camino", de Kerouac, como libro de cabecera y mapa espiritual- la llama que encendió la inspiración de músicos como Bob Dylan, Frank Zappa, Van Morrison o Tom Waits, por poner algunos de los ejemplos más ilustres-, convirtiendo tanto la estética como el ideario de la generación beat en una fuente que permanece fértil y caudalosa hasta nuestros días.
Curiosamente, en un sentido sociopolítico, el término "hippie" es una corrupción del apelativo "hip", que nació en la jerga jazzística, y fue utilizado por la generación beat y la vagabunda canción protesta para referirse al "tipo que está en el rollo" y terminó significando "marginado". Claro que la aparente contradicción no es tanta si se piensa que la única manera de estar en el rollo con buen tono es marginarse del "mal rollo"
Kerouac acostumbraba a recitar sus poemas y escritos haciéndose acompañar de un saxo y un contrabajo. El espacio de estas "performances" - aunque la fama también le llevaría a la TV- eran los clubes y cafés. Sus obras están plagadas de referencias a Charlie Parker, cuya música ejerció un poderoso influjo en su forma de concebir la escritura. Dennis Mc Nally analiza esa relación en unas pormenorizadas y acertadísimas reflexiones que me permito samplear:
"Tan técnicamente sofisticado como sus melodías en "Ornitology" o "Groovin´High", Bird jugaba con la energía en bruto de una línea eléctrica de alto voltaje, y era esa electricidad incisiva lo que Jack había intentado introducir en "En el camino", esa idea mortal, de la llama "tiene" que arder con furia, pues de otro modo los tiempos seguramente la apagarían. Parker se nutrió de las raíces de la música afronorteamericana, en el ritmo, y de éste tomó la velocidad, improvisando melodías cada vez más rápidas hasta que la primera fila de su público quedaba flotando en los sonidos que expresaban lo que un crítico posterior denominó su "pasión desnuda", su romanticismo deshinibido y lancinante".
"En su vida privada, Bird también se parecía a Neal Cassady, pues fue seguramente uno de los pocos drogadictos de la historia que conservaron un apetito insaciable de sexo, comida y bebida. La espontaneidad era también la meta consciente de Bird, pues América era "un mal rollo, tío", y él quería romper lazos síquicos entre sí mismo como individuo y su arte, porque "el estilo no era un estilo, sino el hombre mismo". Desde la profundiad de su conciencia emergía un diluvio de "sonidos humanos" que él utilizaba para que América saltara en pedazos".
La literatura beat y el jazz bop entrañan una transgresión de fondo en la búsqueda de la vercidad. Música o escritura de la "nerviosidad", expresan el malestar frente a una realidad hostil e inaceptable. Algo subversivo o subvertido, aunque sólo sea por la actitud, que "coloca" o "pone", ya sea con líneas de letras o notas.
Ciertas maneras de vivir, sentir y expresar aparecen sin pedir permiso. Bailar "Oo BaBa Sham" con Dizzy Gillespie o leer a William S. Burroughs en "Naked Lunch" puede ser una aventura similar:
"La joven coloca un disco, be-bop de cocaína metálica. Engrasa el pene, echa hacia atrás las piernas del muchacho, y se lo mete por el ano con una serie de movimientos giratorios de sus propias caderas flexibles"
viernes, 14 de diciembre de 2007
La Batalla de Hadiza. Ministry
La hojilla informativa de "La batalla de Hadiza" hace esta pregunta:
-Cuando los acontecimientos se suceden a gran velocidad y en condiciones de máximo estrés, ¿se puede acusar de asesinato a unos marines en la línea de fuego?
Respuesta:
-Sí, se les puede y debe acusar de asesinato, aunque no sean los únicos a los que se debe y puede acusar de asesinato. También son asesinos los mandos militares que les cuelgan las medallas, los gobiernos que justifican,instigan y amparan estas acciones, los presidentes de estados que declaran guerras de máximo interés geográfico, político y económico. El nuevo orden mundial es sólo la instauración por la furza de las armas del viejo orden doméstico.
Nick Broomfield, director de la excelente película "La Batalla de Hadiza" -director fraguado en cine observacional o cinema verité de los años 60-, se plantea esta otra pregunta:
- ¿Hemos pensado en lo que hacíamos cuando teníamos veintiún años y cómo estos jóvenes marines llevan sobre sus hombros el destino de nuestro país mientras luchan día a día, hora a hora para sobrevivir?
Segunda respuesta:
-Sí, al menos durante los 93 minutos que dura la película. Estos marines no llevan sobre sus hombros el destino de ningún país, solo llevan sobre su hombros el fusil-ametrallador, las granadas y el machete que les ha puesto el ejército de los EE.UU.
Tercera pregunta que yo me hago
-¿Hay simetría entre marines y muhaydines?
Respuesta:
-Sí. Marines y muhaydines matan y pierden la vida para que otros más astutos, codiciosos y criminales ganen: dinero, batallas, poder, honores...
Libertad y democracia: basura y carne de cañón.
Esta película me ha recordado el reciente caso del asesinato de dos guadia civiles en Capbreton por tres miembros de ETA. Los etarras dispararon a dos agentes bisoños que hablaban en español en una cafetería de un centro comercial de las Landas francesas. Todo estúpido. No fue cosa de héroes: los guardia civiles estaban en una misión rutinaria, buscando información y desarmados. Los etarras, asesina paranoia de gudari, escucharon la intrascendente conversación sobre ascensos del inexperto enemigo español, decidieron matar y mataron. Rápidamente, los señores de las medallas aparecen: los mandamases del Estado a condecorar a los muertos, los jefes del soberanismo a ensalzar el trabajo chapucero de los matarifes. Un crimen imbécil, realizado por patrióticos asesinos idiotas y padecido por novatos "números" de la Benemérita.
Un sacasmo ridículo, como suele ser habitual en esta historia de terrores patrios.
sábado, 8 de diciembre de 2007
“The Lost Chords Find Paolo Fresu”. Carla Bley
Humor y creatividad
El bendito buen humor acompaña siempre a Carla Bley y sus amigos. La obra de esta californiana es una torrencial sucesión de experiencias. Educada en una familia de músicos, Carla llegó a Nueva York a los 19, se puso a trabajar de cigarrera en un club de jazz y allí conoció a su primer marido, el exquisito Paul Bley, que le cedió su apellido. Sobresaliente en infinitos campos de la creación, Carla llegó a la las músicas de inspiración libre pasando por el free-jazz, el blues, el rock, los ritmos y melodías latinos.
Con un cachondeo soberano, la pianista y su soberbio grupo –el saxofonista Andy Sheppard, el bajista Steve Swallow y el baterista Billy Drummond- narran en fotografías y textos su peregrinar por medio mundo, desde Bogotá hasta Roma, donde encontraron al arcangélico trompetista Paolo Fresu tocando en una iglesia. Baluarte actual del sonido de Miles Davis en los años 50, el trompetista de Cerdeña sobrevuela paraísos inmediatos con el bondadoso grupo salvaje de Carla Bley. Una extensa suite para comerse a besos a la veterana jazzista como compositora: “The Banana Quintet”. Jazz libérrimo, apacible en esta aventura hacia el infinito.
Artista
Carla Bley (Oakland, California, 1936), compositora, pianista, líder de orquesta. Casada primero con el pianista Paul Bley, luego con el trompetista Mike Mantler, compañera del bajista Steve Swallow. Decir que fue el segundo pilar de la Liberation Music Orchestra, de Charlie Haden, sólo insinúa el abigarrado perfil de una creadora total.
Publicado en Público
“No disparen al pianista”, un paquete tontiloco
La música vuelve a TVE. Este acontecimiento es por sí solo un motivo de alegría. Pero hay una cuestión más interesante aún: ¿cómo vuelve? La música es fenómeno muy popular, pero esa masiva popularidad en espectadores de conciertos y ventas de discos no es fácil traducirla en espectáculo televisivo. La propuesta de “No disparen al pianista” es hacer un programa en el que cabe todo. Y efectivamente, a este magacine y tenderete musical le cabe todo, todo, todo.
Le cabe todo, pero de aquella manera. La maldición de “Aplauso” lo persigue todo. Hay que ser dinámicos. La cámara captura una actuación de Juanes dándole la misma importancia a los primeros planos de su rostro que a los primeros planos de la mano del percusionista con la maraquita. La cámara sube y baja para aquí y para allá, que es muy “moderno”, pero también es un mareo. Con un entusiasmo tontiloco y pelotillero se le pregunta al astro colombiano por las drogas y las minas antipersona. Importa poco que lo que el prescindible Juanes diga tenga interés. El miedo a que el público pueda aburrirse es peligrosísimo.
Vivimos tiempos en los que los sectarismos estéticos declinan. Pero de ahí a olvidarse de la especificidad de cada música, del tempo preciso que requiere entender y disfrutar lo que se está viendo y escuchando, media un abismo. Salió Almodóvar diciendo que Rufus Wainwright tenía talento y versatilidad. Por su parte, el descarado Rufus dijo de sí mismo: “Soy un snob total. Desafortunadamente, mi pasión son las óperas wagnerianas de seis horas. Me gustaría ser monje. Esta noche soy un homosexual contemplando la vida”. Al genio de quien dicen que todavía no ha dado todo lo que tiene que dar, lo emparedaron entre dos coplas gorgoriteantes de Diana Navarro.
La gran pregunta del programa: ¿seguirá teniendo éxito La Oreja de Van Gog sin Amaia Montero”. Atufante. Cantó Mala Rodríguez: su cara de aburrimiento era un poema cuando contestó a las preguntas de la entrevistadora. También sacaron a Marlango, La Mari de Chambao y Alicia Keys. Se llevaron de tiendas al actor Eduardo Noriega. “A pillar vinilos”, dijeron. A Noriega le regalaron unos cedés. Un paquete para entendidos, vamos.
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jueves, 6 de diciembre de 2007
“Repor”, mierda y tesoros
La cara B resultó mucho mejor que la cara A. Se estrenó “Repor”, programa de reportajes realizado por los servicios informativos de TVE 1. Tras los pasos de “Callejeros”, los documentos buscan la cercanía y la agilidad con la materia que nos une a la realidad. Muy flojo pero con alegría de medios, el primer reportaje “Pañuelos Verdes”. El nombre viene de la prenda que lucen las madres de los toxicómanos en La Línea (Cadiz) para hacer causa contra el narcotráfico.
Micro-reportajillos, montados en una sucesión muy picada de imágenes, para hacer fumable la aburrida colección de tópicos de siempre: se empieza con las cañas y los porros, y se acaba en la heroína. También se empieza con la leche materna. Preguntas manoseadas a la Guardia Civil, a los camellos, a los toxicómanos, a las madres. Sólo hubo dos testimonios curiosos: uno dijo sentirse “una persona totalmente casi rehabilitada”. Y sobre el tráfico ilegal, un picoleto afirmó: “Lo más sorprendente y desagradable es encontrarte personas escondidas en contenedores”
El tono cambió radicalmente en “Un tesoro en la basura”. Aurora -barcelonesa que rebusca entre los desperdicios, selecciona, consume o vende lo que lo salvable, y reparte lo que le sobra entre sus vecinos necesitados- dio en el clavo: “Lo que es mierda para unos, es un tesoro para otros”. Y abundó: “En la televisión sacan cosas buenas, bonitas y todo lo que resplandece, pero no la verdad de la vida”. No siempre, también reluce la reality-mierda televisada.
Lo cierto es que acumulamos mucho. “Un contenedor puede ser como una gran superficie: encuentras de todo. Somos tan ricos y tan prejuiciosos”, dice Aurora. La cámara y los micrófonos siguen sus pasos a la caza de lo que otros tiran. Descubre cobre, hierro, un peluche, ropa todavía sin estrenar y con la etiqueta del Corte Inglés, yogures sin caducar, un jamón… La basura es una mina, para quien pone en práctica la cruda filosofía de la necesidad.
Publicado en Público