domingo, 23 de diciembre de 2007

la iguana flamenca. Tomasito



“Yo soy el fino de mi casa/ porque quepo por la raja/ del filo del portón”. Así comenzó Tomasito (Jerez de la Frontera, 1969) su carrera discográfica y así comienza sus conciertos, con un descaro tan agradecible como lagartijero. Llegó a La Casa Encendida con invitados de la temible superbanda G-5: Los Delinqüentes y Muchachito Bombo Infierno. Gente sin complejos, que rima insolencias y mete bulla a compás. Nunca la “desvergüenza” fue más artística. El público grita y jalea por eso, porque Tomasito es un “pinta” con mucho arte.

Este que dice tener el universo en sus manos, saltó a la fama siendo un niño, cuando mezclaba “break-.dance” con bulerías. Lola Flores se quedó prendada. Y luego flamencos tan poco sospechosos de trivializar como Chano Domínguez , le fueron haciendo sitio y colocando en sus carteles. Cuenta la leyenda que Tomasito niño era capaz de meter a compás los movimientos del cura al que ayudaba a oficiar misa, cuando era monaguillo en el jerezano barrio de Santiago. Ahora, con guitarra eléctrica y batería, hace su “soleá punky”, donde dice que le clavan cuarenta navajas, ochenta tijeras y le echan en la cara dos litros de ácido sulfúrico. Un admirador le grita: “¿Dónde te clavan eso, que no te cabe nada?” Y es que Tomasito tiene un cuerpo similar al de Iggy Pop en sus buenos tiempos. Hasta se quita la camisa, se acaricia las tabletas de chocolate del abdomen y amenaza con bajarse los pantalones.

La Iguana Flamenca le mete su tercer brazo a las bulerías rockabilly. Canta unas letras descacharrantes. Su baile congela síncopas en el aire. Si hay alguien con una personalidad inconfundible, ese es Tomasito. Sus zapatos mocasines son los de un moderno indio gitano.


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