viernes, 14 de diciembre de 2007

La Batalla de Hadiza. Ministry


La hojilla informativa de "La batalla de Hadiza" hace esta pregunta:
-Cuando los acontecimientos se suceden a gran velocidad y en condiciones de máximo estrés, ¿se puede acusar de asesinato a unos marines en la línea de fuego?
Respuesta:
-Sí, se les puede y debe acusar de asesinato, aunque no sean los únicos a los que se debe y puede acusar de asesinato. También son asesinos los mandos militares que les cuelgan las medallas, los gobiernos que justifican,instigan y amparan estas acciones, los presidentes de estados que declaran guerras de máximo interés geográfico, político y económico. El nuevo orden mundial es sólo la instauración por la furza de las armas del viejo orden doméstico.

Nick Broomfield, director de la excelente película "La Batalla de Hadiza" -director fraguado en cine observacional o cinema verité de los años 60-, se plantea esta otra pregunta:
- ¿Hemos pensado en lo que hacíamos cuando teníamos veintiún años y cómo estos jóvenes marines llevan sobre sus hombros el destino de nuestro país mientras luchan día a día, hora a hora para sobrevivir?
Segunda respuesta:
-Sí, al menos durante los 93 minutos que dura la película. Estos marines no llevan sobre sus hombros el destino de ningún país, solo llevan sobre su hombros el fusil-ametrallador, las granadas y el machete que les ha puesto el ejército de los EE.UU.

Tercera pregunta que yo me hago
-¿Hay simetría entre marines y muhaydines?
Respuesta:
-Sí. Marines y muhaydines matan y pierden la vida para que otros más astutos, codiciosos y criminales ganen: dinero, batallas, poder, honores...

Libertad y democracia: basura y carne de cañón.

Esta película me ha recordado el reciente caso del asesinato de dos guadia civiles en Capbreton por tres miembros de ETA. Los etarras dispararon a dos agentes bisoños que hablaban en español en una cafetería de un centro comercial de las Landas francesas. Todo estúpido. No fue cosa de héroes: los guardia civiles estaban en una misión rutinaria, buscando información y desarmados. Los etarras, asesina paranoia de gudari, escucharon la intrascendente conversación sobre ascensos del inexperto enemigo español, decidieron matar y mataron. Rápidamente, los señores de las medallas aparecen: los mandamases del Estado a condecorar a los muertos, los jefes del soberanismo a ensalzar el trabajo chapucero de los matarifes. Un crimen imbécil, realizado por patrióticos asesinos idiotas y padecido por novatos "números" de la Benemérita.

Un sacasmo ridículo, como suele ser habitual en esta historia de terrores patrios.

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