sábado, 15 de diciembre de 2007

en el camino de la Generación Beat. Jack Kerouac-Charlie Parker



He visto las mejores mentes de mi generación destruidas
por la locura,
hambrientas histéricas desnudas,
arrastrándose de madrugada por las calles de los negros
buscando una droga furiosa,
hipsters de cabeza de ángel quemándose
por el viejo paradisíaco contacto
con la estrellada dinamo en la maquinaria de la noche
que pobres y andrajosos
con los ojos hundidos se sentaron a fumar drogados
en la oscuridad de sus
apartamentos de agua fría
flotando sobre las cimas de las ciudades
contemplando el jazz..."
"HOWL" Allan Ginsberg



Hace medio siglo, en 1957, Jack Kerouac publicaba su libro "On the road"

El director de cine Stephen Kay, hace diez años, construyó su película "Last Time I Committed Suicide" (La última vez que me suicidé) a partir de una carta dirigida por el poeta Neal Cassady a su amigo Jack Kerouac. Los dos escritores fueron figuras insignia de lo que dio en llamarse generación beat. No podía ser de otra manera, la banda sonora de este film, y el disco que la recoge, contiene una sobredosis de buen jazz, esencialmente be-bop. La música que empapa las imágenes de esta cinta es la de Charlie Parker, Thelonious Monk, Art Blakey, Miles Davis, Dizzy Gillespie, Charlie Mingus, Max Roach, Ella Fitzgerald, Dianne Reeves y Cassandra Wilson. Los actores que encarnaban a Neal Cassady y Harry, su pesado amigote de bar, eran Thomas Jane y Keanu Reeves. Los dioses reales de Kerouac y su compañía de "ángeles de desolación" fueron dos artistas de peripecia vital trágica: James Dean y Charlie Parker. Los beatniks hicieron suya la existencial máxima "vive rápido y goza lento".



La generación beat construyó su estética literaria desde un sentimiento hermano a la revolución del be-bop. La adopción del término "beat" -cansado, golpeado, destrozado- tiene una explicación. Al parecer, los periódicos de Massachussets, en 1938, anunciaron la retirada de Jack Kerouac de la liga universitaria de fútbol americano con el titular: "Kerouac está cansado". Esa idea de cansancio, golpeamiento o destrozo del "american way of life" es la constante en la vida de los escritores beat. Con impulso hacia el viaje perpétuo, coches y carreteras, desarraigo, alcohol y drogas, sexo y filosofía zen, los beatniks emprendieron su camino de perfección.

El escritor John C.Homes, amigo de Kerouac, describió así a los fanáticos del bop: "Es un tipo de persona distinto al fanático del swing o del dixie. Con Bird, para entender tenías que disfrutar primero; tu conciencia tenía que estar a un nivel diferente de evolución... Si una persona disfrutaba con el bop, sabíamos algo sobre su vida sexual, el placer que obtenía de la literatura, y el arte, sus actitudes respecto a la violencia, la alegría, los negros y el proceso mismo de tomar conciencia".

Con el be-bop, al menos en el ámbito de la música, la cultura afronorteamericana alcanzó un cenit que se liberaba de los gustos y la aceptación de la clase media. Las vidas de los beats blancos, de los boppers negros y blancos, fueron hasta cierto punto coincidentes. Eran rebeldes. La ley, la cárcel y la policía fueron enemigos constantes, perseguidores obsesivos. La locura, como forma espontánea de autodefensa o resultado del machaque prolongado, flotaba en el ambiente.

Un grado de simpatía física, más acá de los intelectuales valores estéticos, es evidente entre los escritores beat y los músicos de be-bop. Ciertos cánones de belleza, esa arrogante prestancia, son compartidos. Los literatos Jack Kerouac, Neal Cassady, Lucien Carr, Peter Orlovsky, Lawrence Ferlenguetti,Gregory Corso o Allan Ginsberg - si contemplamos las fotos de la época, en los años 50-, parecen compañeros de clase o de barrio de los músicos Chet Baker, Gerry Mulligan, Art Pepper o Stan Getz.



Esto sucedía en un tiempo en el que la mayor parte de la juventud norteamericana se encontraba seducida por el rock and roll. Jack Kerouac -sin abandonar nunca su deslumbramiento por el bop y defendiendo siempre que "el jazz es la única actividad creativa que se ha dado en este siglo- no fue ajeno al fenómeno del rock and roll. Su biográfo Dennis McNally (Jack Kerouac. América y la Generación Beat. Una biografía; ed. Paidós/Testimonios) apunta:

"Jack amó a Chuck Berry y después a Elvis, y respetaba el rock and roll como otra forma musical negra que destacaba la vitalidad por encima de la enfermedad. Lamentablemente, unos años más tarde, los mejores intérpretes del género, Chuck Berry, y Jerry Lee Lewis, estaban en la cárcel, Elvis Presley en el ejército, Little Richard en la iglesia, y Buddy Holly y Richie Valens, muertos. La primera ola de la nueva música fue demasiado breve".

Paradójicamente, la semilla poética beat no prendió en la futura historia del jazz. Fue el rock - a través fundamentalmente del movimiento hippie- el que tomó la novela "En el camino", de Kerouac, como libro de cabecera y mapa espiritual- la llama que encendió la inspiración de músicos como Bob Dylan, Frank Zappa, Van Morrison o Tom Waits, por poner algunos de los ejemplos más ilustres-, convirtiendo tanto la estética como el ideario de la generación beat en una fuente que permanece fértil y caudalosa hasta nuestros días.

Curiosamente, en un sentido sociopolítico, el término "hippie" es una corrupción del apelativo "hip", que nació en la jerga jazzística, y fue utilizado por la generación beat y la vagabunda canción protesta para referirse al "tipo que está en el rollo" y terminó significando "marginado". Claro que la aparente contradicción no es tanta si se piensa que la única manera de estar en el rollo con buen tono es marginarse del "mal rollo"

Kerouac acostumbraba a recitar sus poemas y escritos haciéndose acompañar de un saxo y un contrabajo. El espacio de estas "performances" - aunque la fama también le llevaría a la TV- eran los clubes y cafés. Sus obras están plagadas de referencias a Charlie Parker, cuya música ejerció un poderoso influjo en su forma de concebir la escritura. Dennis Mc Nally analiza esa relación en unas pormenorizadas y acertadísimas reflexiones que me permito samplear:

"Tan técnicamente sofisticado como sus melodías en "Ornitology" o "Groovin´High", Bird jugaba con la energía en bruto de una línea eléctrica de alto voltaje, y era esa electricidad incisiva lo que Jack había intentado introducir en "En el camino", esa idea mortal, de la llama "tiene" que arder con furia, pues de otro modo los tiempos seguramente la apagarían. Parker se nutrió de las raíces de la música afronorteamericana, en el ritmo, y de éste tomó la velocidad, improvisando melodías cada vez más rápidas hasta que la primera fila de su público quedaba flotando en los sonidos que expresaban lo que un crítico posterior denominó su "pasión desnuda", su romanticismo deshinibido y lancinante".

"En su vida privada, Bird también se parecía a Neal Cassady, pues fue seguramente uno de los pocos drogadictos de la historia que conservaron un apetito insaciable de sexo, comida y bebida. La espontaneidad era también la meta consciente de Bird, pues América era "un mal rollo, tío", y él quería romper lazos síquicos entre sí mismo como individuo y su arte, porque "el estilo no era un estilo, sino el hombre mismo". Desde la profundiad de su conciencia emergía un diluvio de "sonidos humanos" que él utilizaba para que América saltara en pedazos".

La literatura beat y el jazz bop entrañan una transgresión de fondo en la búsqueda de la vercidad. Música o escritura de la "nerviosidad", expresan el malestar frente a una realidad hostil e inaceptable. Algo subversivo o subvertido, aunque sólo sea por la actitud, que "coloca" o "pone", ya sea con líneas de letras o notas.

Ciertas maneras de vivir, sentir y expresar aparecen sin pedir permiso. Bailar "Oo BaBa Sham" con Dizzy Gillespie o leer a William S. Burroughs en "Naked Lunch" puede ser una aventura similar:

"La joven coloca un disco, be-bop de cocaína metálica. Engrasa el pene, echa hacia atrás las piernas del muchacho, y se lo mete por el ano con una serie de movimientos giratorios de sus propias caderas flexibles"


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