viernes, 29 de octubre de 2010

Chavela Vargas: “Me acuso de todo”


91 años, y grabando discos. Eso sí que es alcanzar la gloria. Chavela Vargas estrena viejas canciones con una nueva piel. Colabora en el álbum “¡Por mi culpa!” (Corasón/Nuevos Medios, 2010) un ramillete de mujeres de su agrado: las cantantes Lila Downs, La Negra Chagra, Eugenia León y la violonchelista Jimena Giménez Cacho. Dos amigos y caballeros acuden a la cita: el parrandero Joaquín Sabina con el tema “Nosotros”; y el arquitecto y compositor Mario Ávila estrena una pieza nueva con letra de Chavela, “¿A dónde vas paloma?”.

Aparece también un imprevisto amigo americano, Thomas L. Lauderdale, pianista y líder del grupo Pink Martini, que acompaña “Piensa en mí” con elegancia vintage. Están las canciones de siempre: “La ciudades”, “Un mundo raro”, “Las simples cosas”, “Luz de Luna”, “Vámonos”…

Habla Chavela al teléfono desde la ciudad mexicana donde vive, Tepoztlán. Habla con música en cada sílaba, cargando de suspense palabras y frases, controlando el tiempo. Tan importantes son los sonidos como los silencios.
“Yo soy la única culpable de este disco. ¿Por qué lo he hecho? Quién sabe… de repente, esas cosas que tiene la vida, que tiene la muerte. Todavía no conozco el alma. Miente el que diga que la conoce, no es cierto. Se siente, pero no se conoce el alma. Me acuso de todo, como le dicen al cura”, confiesa Chavela con un verbo pausado, entre la tragedia y la humorada, queriendo tomarse en serio lo que acaba en una risotada.

De entre tantos amigos que le ha dado la vida y de los que participan en el disco, Chavela se detiene en elogios a Sabina. “Los amigos me han dado de todo, bueno y malo. Sólo me acuerdo de lo bueno. De lo malo no me acuerdo nunca. Con Joaquín Sabina tengo una cosa muy linda, de hermana. Es un hombre extraordinario, muy inteligente, con muchas posibilidades de poeta, un creador por excelencia de todas las cosas bellas de la vida. Sabina me dijo que lleva la huella de José Alfredo… y la mía. Yo le digo Joaquinito”, comenta Chavela como si ya no le doliera el alma.

En el recuerdo está José Alfredo Jiménez, un amigo inolvidable, uno de los cantautores más grandes que ha dado el habla española, un hombre que puso de reina a la canción ranchera en el mapa de las músicas del mundo. “José Alfredo, ah… – rememora Chavela - Hicimos las parrandas con las gentes más borrachas de México. Yo le celebraba sus cosas a José Alfredo, y él a mí. Nos entendíamos muy bien. Íbamos al Tenampa del sábado hasta el amanecer del lunes, tomándonos todo el tequila que hay en México”.

De José Alfredo canta “Un mundo raro”, que habla de amores. Pero ahora ese mundo es otro. “No, - explica Chavela- el mundo no va ser menos raro. Nada tiene arreglo y nada deja de tener arreglo. Es la contradicción eterna que hay en la gente… una gente muy feliz y otra muy desgraciada. Este México de ahora no es para mí, ha perdido un poquito de entidad. Pero, en fin, vamos respetando. Hace falta seriedad. No crean que México es tan violento como lo pintan.”

Acaba de saltar a los papeles el arrojo de Marisol Valles, una mujer policía que se ha hecho con el mando de las fuerzas de la ley en el peligroso municipio Praxedis G. Guerrero “Y cómo no habían de tener la mujeres algo más que los hombres. Muy valiente la chica. Ví por televisión a Marisol, una mujer de 20 años que va exponer su vida, que va con tal arranque…. Enfrente tiene a hombres malos de verdad”, asegura Chavela.

Las canciones de Chavela suenan en la película “Frida” (2002), de Julie Taymor, donde Salma Hajek interpreta a Frida Kahlo. Chavela resume su amor por aquella gran pareja de artistas mexicanos: “Frida Kahlo y Diego Rivera fueron un pedazo de México, adoradores de su país. Todo lo que no sabían lo inventaban. México estaba en su corazón. Frida… con las piernas como las tenía… Y en su pintura no hay ni una queja.”

Nacida en Costa Rica, Chavela Vargas se fue para México a los 17 años. Y esa ha sido su patria desde entonces: “México me ha enseñado todo lo bueno bebiendo. Me ha enseñado a defenderme de lo malo, que lo importante es hacerte la loca. Me gusta México más que el tequila. El tequila no cuesta beberlo, lo que cuesta es dejarlo. Y mantenerse sin volver a tomar, dígamelo a mí. Estoy enfrente al Chalchi, un cerro inmenso, como una estatua de piedra del tamaño del mundo. Todos los días le doy gracias a Dios porque todavía conservo los ojos. Le estoy agradecida a la vida.”

Publicado en Público


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