lunes, 20 de septiembre de 2010
Labordeta
Cualquiera que tenga ojos, oídos, sensibilidad y un aparato de televisión sabe quién era José Antonio Labordeta. Al menos, el espectador no totalmente atocinado sabe lo básico.
Por el lado de los lamentos de obligado plañimiento de las televisiones, no esperemos que ninguna cadena tenga el gesto bizarro de emitir un concierto del llorado. Ni siquiera una canción entera pueden soportar. Ojos para llorar. Dos veces.
Me decepciona – vaya usted a saber por qué, porque, la verdad, ya no me sorprende nada, nada espero de los medios de comunicación en cuanto a rigor- que en los periódicos se hable de Labordeta, de su música, su poesía, sus libros, su trabajo docente, su labor política, sin decir algo en concreto de en qué consistió todo eso.
¿Quién era este señor?
Responder a esta pregunta es un simple ejercicio de decencia: el mejor homenaje que se le puede rendir a un hombre esencialmente decente. Ciudadano de aquel viejo sueño: La República de los Hombres Honestos.
Yo voy a traer aquí la charla que tuve con Labordeta cuando publicó su disco “Qué vamos a hacer…”, una soleada mañana de abril de 1988 en la terraza del madrileño Café Gijón. Ahora lanzo un suspiro sin cuplé por aquellos tiempos del malogrado Diario 16. Gobernaba el PSOE de Felipe González.
En la portada del disco aparecía un dibujo punksmoderno con Labordeta asomándose por una esquina oficiando de camarero reglamentario:
“Por fin – me decía en tono apacible Labordeta – he conseguido hacer un disco moderno. A partir del álbum “Qué queda de ti” empecé a buscar unas formas musicales modernas y este nuevo disco es el más coherente. La portada ha sido realizada por dos miembros del grupo punky TDK. El diseño trata de romper esa beatificación y eclesiastificación de los cantautores. Estoy en contra de esa imagen de monumento que tenemos y que había que romper. La labor de Tomás San Miguel ha sido importante, es un hombre de dentro del jazz, que ha hecho folk y que ha acompañado a cantautores. Sus arreglos son muy completos para alguien como yo.”
Labordeta no se inquietaba ante el posible desconcierto de sus seguidores más nostálgicos. “La primera vez que Luis Fatás tocó la flauta conmigo, una parte del público se ofendió. Cuando añadí el bajo eléctrico y luego al grupo La Cooperativa Musical del Ebro, había quien sentía nostalgia de la guitarra. El problema es habituarse a escuchar. Quienes ahora nos vienen a escuchar son gente joven que está habituada a un sonido. Si no les das ese sonido, te conviertes en una momia.”
El cantautor aragonés tenía muy claro qué cambios se habían producido en la audiencia: “Mis antiguos oyentes, que eran la vanguardia política y sindical, ya están todos colocados y, por tanto, casi nunca vienen a los recitales. Si en una época los cantautores anduvimos a la vanguardia del texto, no hay que avergonzarse de querer estar a la vanguardia del sonido. Es importante utilizar los sintetizadores, porque tienen una riqueza que no se puede despreciar.”
Labordeta decía estar plenamente convencido de que el cantautor “nunca debe ser un rollo. Lo peor que le puede pasar a un artista es que el público de marche.” Con aquellas nuevas canciones de finales de los ochenta renunciaba a la vieja tarea de constructor de himnos. La dirección iba hacia las baladas de amor y las canciones irónicas.
En el tema “Nonato”, Labordeta aseguraba que el político miente, el militar conspira y el ladrón paga sus culpas para que haya Policía. “A mí me mata la sinceridad. El noventa y seis por ciento de los políticos miente. Hay cuatro o cinco personas que no, como Gómez Llorente, que se ha vuelto de profesor al Instituto donde estaba. Me quedo muy aterrorizado porque yo pensaba que la izquierda de este país iba a ser la ética y, al final, no ha sido así.”
Sobre el estamento militar y el de los ladrones, Labordeta me explicó: “El otro día Sánchez Ferlosio decía que no se fía del Ejercito nacional. Yo tampoco me fío, porque el Ejercito nacional sigue siendo tan fascista como en la época de Franco. Y en este país hay “manguis” para que haya el doble de Policía que en cualquier país de Europa. Los “manguis” humildes van a la cárcel y los otros “manguis” discuten si firman o no la OPA.
“Premiar a los yuppies, una forma de olvido”
“La gran crisis de los cantautores se produjo entre el año 80 y el 85. En un momento determinado de la historia de este país la gente decide que el cantautor es un fenómeno que surge contra el franquismo y que desaparecido el franquismo, no hace falta que exista el cantautor. Yo recuerdo que en el 82 y el 83 había emisoras en las que nos insultaban. A mí me decían: ¡Tú qué coño haces aquí. Vete a la mierda!”
Aseguraba Labordeta que se había producido un olvido de la memoria histórica: “Una forma de olvido es premiar a los yuppies. Ahora te encuentras a antiguos censores de administradores económicos del Ministerio de Cultura. Y hay gente que no era nada y que ha heredado los vicios enseguida.”
“Las estructuras culturales del PSOE han sido invadidas por gente que cree mucho en la modernidad. Pero se está modernizando a este pueblo de una manera muy ficticia. Hemos pasado de conducir el carro a conducir el Audi 100. Y la gente que lleva el Audi 100 tiene una cara de carretero que te caes de espaldas. Esto hace chirriar a este país.”
Ahora la música, la voz y las palabras de Labordeta:
Totalmente de acuerdo, don Pedro. Me dan ganas de darle un beso a usted por lo medido y justo del homenaje. La entrevista desvela un aspecto de su trabajo musical totalmente desconocido, su inquietud estética, que jamás comprenderan quienes opinan que era un cantautor aburrido de guitarrita en ristre y protsta corredora. ¿sería por eso que en 2001 fue candidato (y no sé si gano) en los Premios de la Música al mejor álbum de vanguardia, el disco "Con la voz a cuestas"? En el mismo camino va la canción que usted ha colgado, ese estupendo "me estoy quedando sin tí" ¿un vozarrón incapaz de matizar?
ResponderEliminarEn fin, me apunto a la idea de que se retransmita un concierto. TVE tiene uno (si no lo ha borrado) excelente, a comienzos de los 90 en el teatro principal de Zaragoza con la Cooperativa Musical de Ebro.
Por último, que esto ya es largo, decirte que en el colegio de enfrente de mi casa en Rivas Vaciamadrid están poniendo todo el día, a la salida y entrada de los chiquillos, canciones de Labordeta por los altavoces. Salud y besos.
Beso cogido al vuelo, don Antonio. Lo de la televisión (que aunque tengamos muchas cadenas, ha vuelto a ser como cuando sólo teníamos una y el UHF)es atufante, atufante, atufante... De creer lo que escuchamos y vemos en la "caja de malaya", estaríamos asistiendo a las fúnebres pompas de Chanquete II. Ahora resulta que el buen cascarrabias esa un santurrón. Se vayan pal...
ResponderEliminarSalud
¡¡¡Totalmente de acuerdo!!! Me alegro de que Pedro Calvo haya puesto esta entrevista, que refleja más la amargura real del abuelo ante la evolución del país. Mi opinión es que, ante la situación actual, ha decidido mandarnos a todos a la mierda y emigrar al universo. Una buena lección que debéríamos aprender.
ResponderEliminarRecordaré siempre la noche del fallecimiento de Labordeta. Volvía de dar un concierto en un parque de Zaragoza y al echar un último vistazo a los periódicos antes de acostarme (extraña costumbre que tengo cuando vuelvo tarde a casa) leí la triste noticia. Escribí unas palabras de homenaje en mi blog e inmediatamente cogí el dvd "Cantautores aragoneses en concierto" que viene con el libro "Al levantar la vista", el cual te recomiendo, y vi entero uno de esos inolvidables conciertos que dio Labordeta junto a Joaquín Carbonell y Eduardo Paz (de La Bullonera). Mi padre se levantó desvelado y cuando le di la fatal noticia nos quedamos los dos viendo el concierto, intentado ahogar unas lágrimas imposibles de acallar.
ResponderEliminarEs mejor no hacer caso a las televisiones. Yo opté hace tiempo (tengo 23 años) por apagarla y ver únicamente algún programa interesante. Un saludo.