lunes, 28 de septiembre de 2009

Adela Caballero



Por si acaso allí hubiera alguien,
tuvo que advertir primeramente, fumando:

-¡No sean tan pesados!¡Y no me toquen el coño!

Y así supimos que ya había llegado.


1 comentario:

  1. Era flor de la vieja parroquIa
    ¿Quién fue el gaucho que no la quería?
    Los soldados de cuatro cuarteles
    suspiraban por doña Adelita

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