sábado, 1 de agosto de 2009
Amadeu Casellas: atracador, indomable y anarquista. Una vida entre rejas
AMADEU CASELLAS TODAVÍA SIGUE EN PRISIÓN
Reportaje publicado en LECTURES CURTES, escrito por XAVIER MAS DE XAXÁS. Barcelona, 21-11-2004
LAS REJAS DE LA DEMOCRACIA
Amadeu Casellas empezó su última huelga de hambre el pasado 30 de noviembre en la prisión de Girona. Amenazó con coserse la boca, como había hecho en otra ocasión, y dejó de comer. Estuvo 54 días sólo con agua y azúcar. Pedía poder salir de fin de semana. Un fin de semana después de 25 años en la cárcel, un privilegio que la dirección del centro le negaba alegando mala conducta. "Hubiera llegado hasta el final, claro que sí. Estaba decidido a salir de la prisión como fuera. Me era igual vivo que muerto."
Veinticinco años antes había dicho algo similar a un funcionario de la Modelo de Barcelona. Fue en septiembre de 1979. Acababa de entrar en la cárcel a cumplir una condena por robo a mano armada. Era atracador de bancos, anarquista y simpatizante de Terra Lliure, y las palizas eran tan intensas que temía por su vida. "Un día pensé que no saldría vivo, y sin nada que perder me encaré con el tipo que me golpeaba. ´O me matas o te mato´, le dije. ´Si me matas, me haces un favor, y si te mato, seguiré encerrado´".
Casellas no lo mató, no ha matado ni herido nunca a nadie, y sigue en prisión. Él asegura que es el preso más veterano de Catalunya. También es el más combativo. Ha denunciado repetidas veces a las autoridades por robos, estafas, abusos y falsificaciones. Ha realizado 50 huelgas de hambre y pasado años enteros en celdas de aislamiento, sin ver a nadie, saliendo sólo dos horas al día a un patio vacío. La historia de su vida es la historia de las cárceles en la Catalunya democrática, y por eso la Generalitat, con ganas de cambiar el sistema penitenciario, atiende a sus consejos, mientras que el Síndic de Greuges le visita para descubrir uno de los grandes secretos del país: ocho mil presos, más que nunca en la historia de Catalunya, sometidos a un sistema obsoleto capaz de agravar sus patologías.
"Nuestro sistema fomenta la drogadicción y puede inducir al suicidio", admite un funcionario que, como los otros que han accedido a hablar con La Vanguardia,exige mantener el anonimato. "Tendría muchos problemas si supieran que hablo con un periodista", dice uno. "Mi vida podría correr peligro", afirma otro. "Mis compañeros ya me han encerrado más de una vez con presos peligrosos para asustarme".
Amadeu Casellas ha sido un atracador que ha desperdiciado sus oportunidades de libertad. "Cada vez que salía, cogía un arma", manifiesta un ex alto cargo del servicio penitenciario de la Generalitat. Quebrantar condenas y fugarse han sido motores de su historial delictivo. "No le dejaban opción", explica un miembro del cuerpo de servicios sociales.
El mundo de los presos, como reconoce Casellas, oscila entre estas dos opiniones. Quedamos con él el sábado de la semana pasada en un local de Poblenou. El viernes había empezado su décimo permiso desde que la huelga de hambre dio sus frutos, y el domingo a las nueve de la noche debía estar de vuelta en prisión. Vestía de negro. Un jersey sin cuello y manga larga, un pantalón de lana y unos zapatos de cordones que parecían nuevos. La violencia, las equivocaciones, la resistencia, los sueños y el cansancio de su vida estaban encerrados en unos ojos grandes, negros y acuosos. Ojos de ida y vuelta a casi todo.
LA CAUSA DEL REBELDE.
Casellas tenía 14 años en 1973 y trabajaba en una fábrica de Balenyà cuando descubrió el anarquismo. "Me sentía explotado por el empresario, conocí a gente de la CNT y empecé a repartir propaganda subversiva por las calles. Iba de paquete en la moto con las octavillas y asistía a reuniones clandestinas".
Creía en la lucha armada, en la revolución imprescindible para cambiar las cosas, y aún hoy, cuando ha cumplido ya los 45 años y está convencido de que las pistolas no arreglan nada, considera que el anarquismo, aun sin ser la solución definitiva, "funcionaría mejor que la democracia que tenemos".
"En España no tenemos democracia -dice-. Antes había un dictador que era Franco, y hoy hay unos partidos políticos. Las empresas funcionan igual. Las necesidades de primer orden no están resueltas. Falta igualdad entre ricos y pobres".
Fue buscando esta igualdad como atracó su primer banco, el Banco Mercantil de Manresa, en 1976. "Fue casi mi primer delito. Estaba muy nervioso, pero fue muy bien. Un policía local nos dio el alto, pero salió corriendo al ver nuestras armas y los pasamontañas".
Durante los siguientes dos años y medio atracó más de 50 bancos. "Era una manera de recuperar lo que los bancos nos cogían. No me arrepiento de nada, salvo de no haber cogido lo suficiente". Los botines rondaban los dos millones de pesetas. Una parte era para el grupo anarquista, otra se la metía en el bolsillo y otra la hacía llegar, de forma anónima, a familias en apuros. Alguna prensa lo llamó Robin Hood,y la policía lo apodó el Dandy porque iba bien vestido y a los guardias les daba cinco mil pesetas por el susto.
"Nos divertíamos y vivíamos bien. Yo lo organizaba todo y también guardaba las armas". Las pistolas, escopetas y municiones las obtenía en el mercado negro y gracias a los contactos con Terra Lliure y el Grapo.
Con Terra Lliure compartía el ideario independentista y republicano, y al Grapo le unía la lucha contra el sistema. Tenía amigos en ETA, y aún los tiene, aunque cree que han caído en el absurdo de una lucha sin salida.
LA MODELO, 1979.
De la Modelo de 1979, Casellas añora el caliu político. "En la segunda galería estábamos los presos políticos de izquierdas", y allí contactó con la gente de la CNT, ETA y Terra Lliure. "Hicimos piña". En la sexta galería estaban los presos de Cristo Rey y otros grupos de la ultraderecha.
Le cayeron tres años largos y en 1981 estuvo de nuevo en la calle. "Volví a atracar porque creía, más que antes, en la lucha armada". La policía tardó un año en encerrarlo de nuevo y la condena fue de ocho años. Volvió a la Modelo y participó en la primera huelga de hambre. Era 1982 y el PSOE acababa de ganar las elecciones. "Fuimos 2.000 presos en huelga de hambre pidiendo un trato humano y lo conseguimos." A pesar de estas mejoras y de que la Generalitat, a partir de 1984, se hizo cargo de las prisiones, Casellas se radicalizó y cuando volvió a salir, en 1985, no tuvo más objetivo que la lucha armada. "Acumulaba odio y frustración".
LOS FUNCIONARIOS.
La raíz de la frustración estaba en el trato que recibía de los funcionarios y, por eso, cuando volvió a la cárcel en 1986 y le cayeron 30 años pensó que nunca volvería a ser libre. Entonces empezó lo más duro, con muchas huelgas de hambre, una de hasta 74 días.
"Los funcionarios son unos enfermos -afirma después de haber convivido 25 años con ellos-. No todos, pero muchos sí. Si los viera un psicoanalista, seguro que no les dejaba trabajar. De estos sicarios hay en todas las cárceles. Tienen mucha fuerza y nadie los denuncian por miedo. Esta gente ayuda a crear psicópatas en las prisiones".
"Es cierto -reconoce un funcionario-. Muchos compañeros no creen en el derecho de los presos a la reinserción". "Nuestro trabajo es muy duro -explica otro funcionario- y debemos protegernos de presos seropositivos que se autolesionan para contagiarnos. Es verdad, sin embargo, que el uso de la fuerza no nos ayuda en nada. Nos hacemos respetar no cuando agredimos sino cuando respetamos al preso y dialogamos con él".
"Hay funcionarios -asegura Casellas- que disfrutan castigando. Apoyan la pena de muerte y admiran el sistema penitenciario americano. Están, sobre todo, en Quatre Camins, Can Brians, la Modelo y Lleida".
TORTURAS.
Casellas ha pasado por estas y todas las otras cárceles catalanas. Ha estado en dieciséis prisiones y asegura que Can Brians es la peor. "Allí es donde más se tortura". La violencia de estas torturas, sin embargo, ha descendido. "En los años 80 eran más salvajes. He visto a funcionarios participar en orgías sexuales en las que se violaba a los internos y palizas que los dejaban moribundos. Ahora las palizas no son tan frecuentes. Lo que es muy frecuente, sin embargo, son las torturas psicológicas. Te esconden las cartas, no te dejan llamar por teléfono, a las visitas les dicen que estás enfermo y no puedes salir, alargan la burocracia, te ponen en celdas con gente con la que saben que vas a tener problemas, te trasladan de centro y te aislan".
Desde el 11 de julio del 2002 al 11 de julio del 2003, Casellas estuvo aislado en una celda de Can Brians. "Era una injusticia.Me metieron allí porque no me querían en el patio. No querían que hablara con otros presos para que no pudiéramos denunciar lo que estaba pasando. Presenté un recurso que gané en la Audiencia de Barcelona, pero me había tirado un año en aislamiento".
Allí tenía derecho a cinco libros, dos carpetas, una muda, un walkman,unas zapatillas y una llamada de ocho minutos cada quince días. "Hay gente que no lo aguanta y es entonces cuando se producen los suicidios".
Otra son las drogas, que se encuentran y consumen sin problemas. En la cárcel se compra de todo. Tanto un teléfono móvil como un chute de heroína o una botella de whisky, que en la Modelo cuesta 90 euros.
La droga se consume en las celdas y en los patios. "Las drogas se toleran -afirma Casellas-. En los patios se fuman porros. Los funcionarios lo permiten. Con tanto hacinamiento -faltan más de dos mil plazas- habría muchas más peleas y motines si los internos no estuvieran drogados. Los porros relajan y luego está la droga legal, la metadona, que no se utiliza para desenganchar a los heroinómanos, sino todo lo contrario. Se les aumenta la dosis hasta que son unos zombis. La dirección de las cárceles droga a los internos para que no den problemas". Esta opinión la corrobora un asistente social, que asegura, además, que hay centros que falsifican los análisis de los internos para ocultar que la mayoría están drogados.
Casellas nunca se ha drogado. Prefiere evadirse con los walkman como tantos otros internos. "Es necesario porque en la cárcel no hay ni un segundo de intimidad. Somos hasta seis personas en una celda de diez metros cuadrados, con lavamanos y váter".
Una de las pocas distracciones suele ser el trabajo. Hay 1.500 presos en los talleres, cobrando sueldos muy por debajo del mínimo interprofesional. En Girona fabrican álbumes de fotos y trabajan todos los días.
CARA AL SOL EN GIRONA.
Girona es una prisión mediana, con 400 internos. La dirige Jordi Solé, y el jefe de servicios es Miguel Ángel Fuente, candidato al Senado por el PP en las últimas legislativas. "Tienen fama de ser duros", según un ex funcionario. "Amadeu es una de sus víctimas -afirma una de las fuentes consultadas-. Para salir los fines de semana le exigieron un año de buena conducta, cuando la ley obliga a una revisión cada seis meses. Frente a esta injusticia hizo la huelga de hambre. Quisieron ponerle un chivato en la celda, pero se negó. Le dijo a Fuente que era un facha y le cantó el Cara al sol.Le sancionaron durante nueve meses".
"Amadeu resiste porque tiene una gran fortaleza", afirma un funcionario que lo conoce bien. Desde julio del año pasado podría disfrutar del régimen abierto, pero sigue en segundo grado, con un permiso cada dos meses, más o menos. La redención final de su pena está fijada para el 26 de agosto del 2011, 32 años después de haber pisado la Modelo por primera vez. Él espera que sea mucho antes. Tiene un empleo esperándole en Girona. "Sé que será mi última oportunidad, pero también lo será para ellos". Amadeu recuerda que Miquel Martí i Pol le hizo un poema hace cinco años, que publicó el 9 Nou.En el primer verso se preguntaba "Què has fet per passar vint anys a la presó?" Amadeu cerró los ojos reviviendo el homenaje del poeta y dijo: "Me gusta aquello de que ´a la república tot és possible i tot està per fer´".
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