Piero Di Cosimo(Florencia 1462 - 1522)
Selvático significaba salvaje en esos bosques primitivos
Que Piero di Cosimo tanto adoraba dibujar:
Humanos desnudos, osos, leones, cerdas con cabeza de mujer,
Se montaban, mataban y comían crudos entre sí,
Y no pensaban domar el arbusto fulminado,
Sino que huían, pasmados, de la llama útil.
Incluso reducidos a manchones
–propiedad de estancieros cazadores-
para villas con hornos y un cepo,
Susurraban acerca de los fuegos más
--- anti-sociales,
Aunque la Corona y la Mitra advirtieran a sus tontos rebaños
Que aprobasen los monótonos ritmos del pastoreo
Y repudiaran la libertad de la arboleda.
La intención culpable todavía busca un hotel
Que no pida ni entregue detalles;
Eso es un bosque, y además agrega encanto,
Y más de un semi-inocente, arruinado,
Ha culpado a sus ruiseñores que, alrededor de la acción,
Cantaron con tal dulzura una feliz lujuria.
Esos pájaros, por supuesto, no hicieron nada semejante,
Y, en cuanto a la naturaleza selvática, si tomas
Una instantánea de un pic-nic, ¡Cuán pequeña
Y de baja estofa se verá la pandilla
Junto a esas vidas vastas que nunca mataron a nadie
Y no le temen ni a los dioses, ni a los fantasmas ni a la madrastra!
Entre estos ataúdes de su incierto futuro
El público puede (no puede en la costa)
Refrenar sus ojos ávidos de faldas y regateos;
Y dónde debería relajarse un austero filólogo
Sino en el mundo mismo de sombras
Del que la materia de su disciplina fue creada.
Antiguos sonidos re-educan un oído vuelto tosco
Cuando el padre verde de Pan de pronto espeta
Un estallido en Morse indescifrable,
Y los cuclillos se burlan en galés, y las palomas
Alegan en inglés rústico por todo lo que hacen
Para criar su familia moderna de dos miembros.
Por aquí y por allá, algún elemento suelto,
Una fruta madura o una hoja casi muerta,
Profiere su expresión privada para el descenso,
Y el hombre postrero, escuchando desde su más reciente dolor,
Oye, cerca o lejos, tal y como era,
La más vieja de sus alegrías, el ruido del agua.
Un bosque limpio ruega por la gracia de nuestra Señora;
A alguien no le disgusta, o al menos
Apuesta por que la raza humana
Conservará suficiente decencia para durar;
Los árboles encontrados en un paseo campestre
Revelan mucho sobre el alma de un país.
Una pequeña arboleda masacrada hasta la última ceniza,
Un roble con podredumbre de corazón develan la farsa:
Esta sociedad va a reventar.
No nos pueden engañar con lo rápido que van,
Con cuánto cuestan unos a otros y a los dioses.
Una cultura no es mejor que sus bosques.
Agosto 1952
BOSQUES (Wystan H. Auden)
Para Nicolas Nabokov
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