Paseaba yo a media mañana por la Avenida de los Poblados, justo por delante de la comisaría de distrito y la antigua Cárcel de Carabanchel, cuando me abordó una señorita encuestadora:
- Hola, ¿tiene un momentito para responder a unas preguntas?
- Sí, hola.
- ¿Tiene usted algún seguro?
- Sí.
- ¿De qué tipo?
- El de la sociedad médica, y el de la vivienda.
- Y de vida, ¿tiene un seguro de vida?
- No.
- ¿Le interesaría?
- No, no tengo ni mujer, ni hijos. Y a mí, después de muerto, el dinero no creo que me haga mucha falta.
- Pero puede que le haga falta para ser repatriado a su país, para que su cuerpo sea enterrado junto a los suyos, para costear el viaje.
- Bueno, no creo. Yo soy de aquí, del Foro; en concreto, de Cuatro Caminos. Y si noto que me muero ahora, o me muero de repente delante suyo, aquí mismo, sólo tendría usted que parar un taxi, sacar veinte euros de mi cartera y llevarme a casa. No creo que eso sea un gran problema.
- Huy, perdone, no me había dado cuenta de que es usted de Madrid. Perdón, perdón, perdone, perdone... Muchas gracias, muchas gracias...
-Nada, guapa... A seguir...
Este chico de tan jovencito que le vimos y ya tenía too canas. ¿Será de lo que ha sufrío? Será de la mala vida....
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