Dios mío, Díos mío... ¡cómo voy a llevarme a mi hija a casa estando así!¡Yo no puedo llevarme a mi niña estando así! Dios mío, mi niña, Dios mío, Dios mío..., dijo la mujer al cruzar la puerta, al salir del psiquiátrico, llorando y arrastrando una maleta vacía.
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