viernes, 29 de junio de 2007

SUS MACARRAS MAJESTADES




Nada de satánicas majestades.

Nada de nada de tan manido y lametón topicazo. Sí, todo está ahí, sí: de macarras realezas, macarras realidades. Da igual el dinero y los años, el saber y el arte, que hayan acumulado: The Rolling Stones es la banda macarra del rock and roll por excelencia.

No hay parangón, se llore como se llore.

Aparco en el asiento de atrás las historietas de cocoteros y geriatras, el culebrón del abuelo Cebolleta.
“Y vamos al turrón!”, que decía mi llorado Fary.

Estuvieron los Stones en Madrid, dónde no era menos de esperar: en el cielo.

Empezaron –traduzco literalmente- con “Enciéndeme” y continuaron con “Vamos a pasar la noche juntos”. Un Mick Jagger satisfecho pronunció las palabras mágicas: “Estamos muy contentos de estar aquí finalmente”.

Oh, sí, ella está tan buena, y es tan jodídamente fría.

Gran canción, como el gran público madrileño. El estadio –es guasa- no se llenó del todo: faltaron únicamente tres o cuatro asientos libres, los de Robert Johnson, Ray Charles, Hank Williams, James Brown, Elvis Presley...

Así es la vida. Y mucho más para este pedazo de mito viviente que lo tiene claro:
“No siempre puedes tener todo lo que quieres. Pero si lo intentas, puedes tener todo lo que necesitas”.

Y sonó “Tumblin Dice”, de aquellos tiempos de renacimiento planetario en los años 70, cuando estaban exiliados en la calle principal. No vinieron a actuar por primera vez a España - a la plaza de toros Monumental de Barcelona - hasta 1976.

Lo habían prometido y cumplieron: “No actuaremos en España hasta que haya desaparecido el dictador”.

Hoy los tiempos son otros, porque no paran de cambiar, y parece que recordar es pecado mortal.

Salieron los Stones al centro del estadio, en ese miniset de sincero compromiso de cuando eran una banda de rock de garaje y garito. Las pantallas estuvieron apagadas durante ese tiempo, porque es “sólo rock and roll, pero nos gusta”, por “satisfacción”. Por respeto a que ni la más grande tecnología de la historia pueda empañar lo que es el rock. Una música tan esencial y conmovedora del siglo XX y venideros, como lo son el blues, el jazz o el flamenco.

Mick Jagger es la perra que ha sido siempre. Keith el mismo pirata que arruga y tira el paquete de tabaco vacío antes de entonar “Happy”. En Madrid se sacaron una espina clavaíta en el corazón. Cualquier artista sabe que lo peor que le puede pasar y sufrir es tener que cancelar un concierto. No se les vio flaquear, ni racanear. No siempre se puede estar a la misma altura, pero un concierto de los Rolling Stones es algo fuera de todo lo predecible.

Esta crónica les llega a ustedes por gentileza del bar San Ildefonso, que me dejó conectar el ordenador a la red cósmica, cuando se acabó fulminantemente la batería del trasto. Salud.

Bigger Bang Tour. The Rolling Stones. Mick Jagger, voz; Keith Richards, voz y guitarra; Charlie Watts, batería; Ron Wood, guitarra; Daryl Jones, bajo; Bobby Keys, saxo; Chuck Leavell, teclados; Lisa Fisher y Bernard Fowler, coros... Lugar: Estadio Vicente Calderón, Madrid.



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