martes, 19 de junio de 2007

EL FARY: "EL ORGULLO DEL POBRE ES QUEDAR MAL EN TODAS PARTES"








Pedro Calvo:
"TODOS MIS BESOS PARA MI FARY"









RICARDO AGUILERA ESCRIBIÓ EN DIARIO "EL MUNDO":









'El Fary', el taxista que se ganó a España
con el incombustible 'Torito guapo'



La década de los sesenta
fueron sus años de meritoriaje como artista

En los noventa se marcó un nuevo reto,
el de convertirse en actor

MADRID.- El cantante José Luis Cantero Rada, 'El Fary', ha muerto en Madrid a los 69 años de un cáncer de pulmón.

El autor de 'Toro guapo' nació en el madrileño barrio de Ventas en 1937. Su infancia estuvo marcada por la necesidad y las ansias de salir del hoyo, como la de tantos otros hijos de la emigración interior en la eterna postguerra española.

Poco aficionado a la escuela, de niño fue el arquetipo de golfillo que participaba en 'dreas' (batallas de pedradas) y robaba manzanas en los puestos callejeros.

Se hizo hombre trabajando para ayudar a la familia, y si bien empezó como jardinero, su primer empleo serio fue como taxista, oficio que desempeñó durante años. Mientras manejaba el volante, el joven José Luis fue apuntando maneras en su gran pasión: el cante. En su barrio fue haciéndose una fama gracias a sus cabales imitaciones de Caracol, Valderrama y Marchena, pero al que de verdad 'clavaba' era a Rafael Farina cantando por fandangos. Tan bien lo hacía que el mote le cayó del cielo: 'El Farinilla de Las Ventas'. Había nacido 'El Fary'.

La década de los sesenta fueron sus años de meritoriaje como artista. Participó en cuanto concurso radiofónico se le ponía a tiro, y no se perdía unas fiestas patronales de pueblo o de barrio si podía dejar el taxi aparcado un rato.

La gran oportunidad le surgió un día en Córdoba, donde tuvo que sustituir a un cantaor que se cayó del cartel de una feria. Allí se fijó en él Antonio Molina, que lo fichó para una gira. Su entrada en el mundo discográfico fue igualmente menesterosa.

En 1969, junto a unos cuantos amigos, 'El Fary' consiguió reunir las 80.000 pesetas que costaba una grabación de la época. Así salió de imprenta su primer disco, 'Tres maletillas', del que se hicieron 500 copias que el propio Fary se encargó de ir vendiendo por el Rastro madrileño.

En los setenta, acabó de despegar artísticamente. En 1975 consiguió su primer contrato discográfico serio con la compañía Belter, con la que grabó su primer L.P.: 'Ritmo caló'. A partir de ahí emprendió una ascensión que iba pareja al declive de la canción española y aflamencada en todos los ámbitos. Esta paradoja hizo que la eclosión de la post-modernidad nacional, a caballo entre los setenta y los ochenta, cogiera a 'El Fary' en su momento más dulce.

Justo cuando se imponían los sonidos más vanguardistas de 'la movida', fue el momento en que los cantes de 'El Fary' conocían su mayor popularidad. Era difícil encontrar en aquellos años una sola gasolinera en la que no hubiera algún casete con canciones como 'El toro guapo', 'La mandanga' o 'Paloma que pierde vuelo'.

Actor y mecenas
Firmemente instalado en el olimpo de la canción a la española, comenzó la siguiente década con un nuevo reto, el de convertirse en actor. Su estreno fue en televisión con la serie 'Menudo es mi padre'. Aquella teleserie estaba cortada a las caninas medidas de su protagonista, desde el juego de palabras del título hasta la imaginaria profesión del personaje: un taxista.

La llana simpatía de 'El Fary' se transmitía de forma natural al personaje, que caló fuertemente entre el público. Su siguiente pinito ante las cámaras se hizo de rogar. Pese a haber cantado el tema principal de la banda sonora del 'Torrente' de Santiago Segura -'Apatrullando la ciudad'- no fue hasta la tercera entrega de la serie cinematográfica cuando el Fary apareció haciendo un breve cameo.

Aparte de su prolífica carrera como cantante, que ha dejado una treintena de discos grabados, en los últimos años 'El Fary' emprendió una tarea paralela como mecenas de nuevos talentos. A la cabeza de esa hornada situó, como no podía ser de otra manera, a su hijo pequeño, Javi Cantero, aunque su otro gran descubrimiento fue la niña Melody, que hizo de las suyas en las listas con 'El baile del gorila'.


RICARDO AGUILERA ESCRIBIÓ MÁS DE MI FARY:
RETRATO DE UN AMIGO
'El Fary', ese fenómeno

En 'El Fary' todo era de ley, no había trampa ni cartón. Todos los tópicos que se le atribuyeron eran ciertos: la simpatía, el casticismo, los ademanes toreros y la pata a la llana. La conexión con 'El Fary' era instantánea, no había forma de que aquel tipo 'recortaete', según su propia definición, te cayera mal, independientemente de la opinión que uno pudiera tener de su música.

Hablar con él era sumergirse en la España abismal, más que profunda. Sometía a su interlocutor a un ejercicio mnemotécnico para recuperar el sentido de palabras ya en desuso, de modismos locales, de aromas llegados del pasado. Si uno entraba al trapo, 'El Fary' enseguida respondía. "¿Cómo se llama tu menda"?, te decía en cuanto se daba cuenta de que uno le había cogido el tranquillo. A partir de ahí ya eras un "fenómeno".

Como era tan fácil hacer buenas migas con alguien tan entrañable, "el menda" acabó siendo invitado a la fiesta de la comunión de su hijo Javi, apodado cariñosamente 'el Jabuguito' por su padre. Aquello fue para verlo. En unas naves de Perales de Tajuña se dieron cita no menos de 200 personas para zamparse una comilona de las de antes. A los cafés pudo verse al 'Fary' y al diestro Antoñete impartiendo magisterio al mus en una esquina.

Ya a la altura de las copas, el personal se fue dirigiendo a un cercano tentadero, donde soltaron unas vaquillas. Allí hubo que ver al dúo Cruz y Raya corriendo despavoridos ante un becerro con buenas patas. Como el animalillo sembraba el pánico entre los invitados, Antoñete tomó cartas en el asunto, haciendo quites con la copa de coñac que llevaba pegada a la mano. El homenajeado -aquel Jabuguito de las entrañas del Fary- también quiso torear, así que su progenitor lo dejó en manos de su compadre. Chenel le dijo al niño que cogiera el capote. Él, por su parte, agarró a la criatura de los sobacos, y de esa manera se marcó unos cuantos pases. La plaza se venía abajo... pero de puro asombro.

'El Fary' siempre lo tuvo claro: "Soy tigre en la selva; y señor, donde hay que ser señor". Por tanto, preguntado acerca de su famoso affaire con Ava Gadner supo poner los puntos sobre las íes: "Fue una noche maravillosa, siempre en el buen sentido. A lo mejor ahora hubiera intentao rematar. Y anda que iba a tardar en contarlo, ¡pas!, he puesto ahí. Porque si le pones una varita a la Ava Gadner y no lo cuentas... Eso hay que contarlo. Ahí cualquiera pierde... Aquella tía, con aquel morrazo, cago en la leche, si es que es una alegría".

La última vez que vi al 'Fary' se acababa de comprar un coche nuevo. ¿Hace falta decir que era un Mercedes? El más grande que había en la tienda, según me dijo. Posó con el coche para la foto, tan ufano, subido al capó en medio de la Plaza de España de Madrid. Paró la circulación. Él sí que era un fenómeno.

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