jueves, 29 de julio de 2010
África traicionada, la inmensidad genocida
África traicionada
Cortando la hemorragia de capitales se lucharía mucho más eficazmente contra la pobreza que instituyendo los programas de ayudas que sólo son parches, puesto que no cuestionan los mecanismos que generan la pobreza.
Por Damien Millet. El Corresponsal de Medio Oriente y África
Los dirigentes de los países de África, incluso cuando han sido elegidos, en primer lugar son "protegidos" de las multinacionales y las finanzas mundiales. Así, esos países están dirigidos por personas que se alían con grandes potencias, redes mafiosas o grandes empresas estratégicas. La Francáfrica, analizada minuciosamente por François-Xavier Verschave y la asociación Survie (1), tiene buenos discípulos que se eternizan en el poder y sirven los intereses de quienes les permitieron acceder a tan altos puestos: Blaise Compaoré en Burkina Faso (verdugo de Thomas Sankara), Paul Biya en Camerún, Denis Sassou Nguesso en el Congo (verdugo de Marien Ngouabi), Eyadema Gnassingbé en Togo (2) (verdugo de Sylvanus Olympio), Omar Bongo en Gabón, Idriss Déby en Chad o Zine el-Abidine Ben Ali en Túnez.
Esta red de intereses inconfesables se refuerza con algunos recién llegados, por ejemplo François Bozizé en la República Centroafricana, Joseph Kabila en la República Democrática del Congo o Mohammed VI en Marruecos. Otros dirigentes están controlados por los Estados Unidos, como Paul Kagamé en Ruanda, Yoweri Museveni en Uganda, Olusegun Obasanjo en Nigeria o Marc Ravalomanana en Madagascar. A veces saben aparentar hábitos democráticos, pero las elecciones regulares y el multipartidismo pueden ser, perfectamente, una simple coartada.
Siempre son los intereses económicos los que arrastran a Abdoulaye Wade en Senegal, Amadou Toumani Touré en Malí, Mamadou Tandja en Níger, John Kufuor en Ghana o Thabo Mbeki en Sudáfrica. Algunos de ellos, como Mwai Kibaki en Kenya o Levy Mwanawasa en Zambia, consiguen suscitar durante algún tiempo la esperanza de un nuevo estilo.
Sólo algunas voces discordantes, que no son habituales ni mucho menos, se oyen realmente, como la de Robert Mugabe en Zimbabwe, marginado por la comunidad internacional por haber avalado la expropiación forzosa de grandes propiedades agrícolas de los blancos.
Generalmente, muchos de estos poderosos declaran que aman a África, que la apoyan, que la ayudan; está de moda. Pero no debemos fiarnos porque, en el fondo, todos traicionan a los pueblos africanos: las grandes potencias del Norte, que siempre imponen medidas que sirven a sus propios intereses geopolíticos y comerciales; las clases dirigentes africanas que siempre optan por pisotear el desarrollo de las poblaciones para aumentar su propio poder y acatar la voluntad de sus protectores. Económica, comercial, medioambiental, humana… detallamos esa traición en sus múltiples aspectos.
Las mentiras del discurso oficial
El ciudadano poco curioso que sólo tiene acceso a las informaciones superficiales de los medios de comunicación, controlados por poderosos grupos de prensa, está convencido de que la salud económica de los países del Sur está mejorando. Si creemos al Banco Mundial, la pobreza disminuye a toda velocidad. Si creemos a los gobiernos de los países industrializados, la generosidad inunda el mundo y la ayuda que se entrega a los países pobres es considerable y beneficiosa. Si creemos al FMI, el crecimiento mundial es ilimitado y los países del Sur van a exportar cada vez más productos tropicales a precios cada vez más interesantes. ¡Mentiras! Bajo esa parte emergente y sesgada, el iceberg de la deuda y la pobreza permanece de forma masiva. La traición mediática está perfectamente resumida en un artículo de Michael Holman en el muy liberal Financial Times:
«El egoísmo y la complacencia de los gobiernos occidentales, los donantes de ayuda y las almas caritativas, esconden al mismo tiempo la gravedad de la crisis y la ineficacia de las políticas que se llevan a cabo para detener el hundimiento del continente [...] ¿Qué crédito se puede conceder a los números que presenta el Banco Mundial sobre Malí, Malawi o Mozambique, ya se trate del número de aparatos de radio por 1.000 habitantes o de la tasa de alfabetización? A menudo se basan en viejas extrapolaciones que datan ¡de hace varios decenios! (…) La situación de África, estoy convencido, se sigue deteriorando, aunque las condiciones en las que trabajan los periodistas, diplomáticos y donantes, sin duda han mejorado. Los aviones son más confortables, los ordenadores y teléfonos móviles facilitan las comunicaciones, los 4x4 son más seguros y los hoteles atienden mejor nuestras necesidades. Pero estas mayores comodidades son, exactamente, un engaño. Si observamos a África desde este caparazón, efectivamente, podemos tener la impresión de que las cosas van mejor» (3).
Los gobernantes de esta África sometida y mutilada no hacen más que ejecutar las órdenes del capital internacional. Implícitamente están encargados de marcar el paso a sus pueblos para encajarlos en la globalización neoliberal que reina sin rival en el mundo desde la caída del muro de Berlín, a principios de los 90. Los presidentes elegidos democráticamente no escapan de la norma. En Malí, por ejemplo, donde la elección de Alpha Omar Konaré en 1992 y después la de Amadou Toumani Touré en 2002, se ponen como ejemplo en todo el continente, la declaración de la ex ministra de Cultura de Konaré, Aminata Traoré, no deja lugar a dudas: «Si el derecho de vigilancia y control que los miembros de las sociedades civiles africanas pretenden ejercer sobre sus dirigentes se impugna, en primer lugar, por las dos poderosas instituciones de Bretton Woods, la corrosión, en el ámbito local, se deja en manos de los gobernantes» (4).
Recompensar la corrosión
La corrupción es la recompensa de esa corrosión. Los poderosos consienten las malversaciones con ese fin. Incluso las alientan, puesto que las multinacionales establecidas en el Norte han podido beneficiarse de deducciones fiscales por las sumas repartidas bajo cuerda a los responsables extranjeros (5). La «Convención para la lucha contra la corrupción de funcionarios públicos extranjeros en las transacciones comerciales internacionales» sólo existe desde noviembre de 1997, y no entró en vigor en Francia hasta septiembre de 2000 (6). No cabe duda de que el mismo método, que se ha vuelto más discreto, todavía funciona y sigue alimentando las campañas electorales del Norte y las cuentas secretas de los paraísos fiscales.
¿Qué presidente de cualquier país industrializado ignoraba que Mobutu era un dictador corrupto? ¿Cómo se puede imaginar que el presidente del Banco Mundial o el director general del FMI ignoran que los pueblos africanos no se benefician en absoluto de las riquezas de sus países? ¿Por qué la gran mayoría de los dirigentes africanos perpetúan el sistema actual? ¿La corrupción es el factor determinante? ¿Por qué no se niegan a reembolsar la deuda externa? ¿Cómo puede aceptar un jefe de Estado digno de este nombre sacrificar hasta este punto el desarrollo humano de su país si no es, precisamente, porque consigue un beneficio?
Si lo analizamos, es obvio que la corrupción es el sistema. La deuda, la pobreza y la corrupción están imbricadas. La corrupción no sólo es un crimen cometido por unas pocas ovejas descarriadas de las que bastaría con librarse. Es inherente al sistema tal como se ha establecido, que conduce de forma natural a la acumulación de capitales por las clases dirigentes de los países del Sur y su posterior evaporación en dirección al Norte gracias a la ingeniería de los expertos financieros y los bancos privados. El dinero de la deuda es uno de los principales motores de esta burbuja financiera, discreta pero efectiva. Los dirigentes africanos reembolsan la deuda porque tienen un interés personal en que su país siga pagando. La corrupción es el aceite que engrasa el mecanismo actual de dominación para que no se detenga.
El resultado es la pobreza.
El argumento según el cual la anulación de la deuda necesariamente beneficiaría a los dictadores y corruptos existentes sólo sirve para protegerlos: la anulación, junto con medidas drásticas de redistribución de la riqueza, permitiría financiar el desarrollo sin recurrir al endeudamiento y, bajo el estricto control de las poblaciones locales, sus organizaciones y sus parlamentos, permitiría, por fin, luchar contra la corrupción eliminando su motor principal. Y cortando la hemorragia de capitales se lucharía mucho más eficazmente contra la pobreza que instituyendo los programas de ayudas que sólo son parches, puesto que no cuestionan los mecanismos que generan la pobreza.
Corrupción, la ventaja comparativa de Nigeria…
Algunas cifras y algunos ejemplos permiten entender mejor el fenómeno. Según la ONG Transparency International, en un informe publicado en julio de 2003, «sólo en el continente africano, la magnitud de la corrupción supone una sangría de 148.000 millones de dólares al año sobre el conjunto de la economía» (7). Así, un tercio de la renta media de los kenianos pasa por los gastos vinculados a la corrupción.
El caso de Nigeria es emblemático. Primer productor africano de petróleo, ha estado gobernado entre 1993 y 1998 por un dictador llamado Sani Abacha. Mientras estuvo en el poder, Abacha exigía, especialmente para las concesiones públicas, las comisiones establecidas en las cuentas de negociantes cómplices a quienes reclamaba, a continuación, pagos o compras en su favor. Poco a poco se hizo la luz. La sociedad alemana Ferrostaal es sospechosa de haber participado en el sistema organizado por Abacha, igual que la francesa Dumez, convertida en filial de la multinacional Vinci, que habría pagado alrededor de 8 millones de dólares. La multinacional estadounidense Halliburton, antiguamente dirigida por Dick Cheney (vicepresiente de George W. Bush) e involucrada en la reconstrucción de Irak en 2004, también es sospechosa de sobornos a favor de Abacha. El importe de las malversaciones de Abacha durante su paso por el poder se estima en 5.000 millones de dólares. Tras su muerte, en 1998, se llevaron a cabo investigaciones a petición de las autoridades nigerianas. En septiembre de 2000 las autoridades suizas, milagrosamente, localizaron alrededor de 700 millones de dólares pertenecientes a Abacha, que aceptaron devolver a Nigeria en varias entregas. Al mismo tiempo reconocieron «actuaciones defectuosas» en 12 bancos, entre ellos el Crédit Suisse y el Crédit Agricole Indosuez (8). Las autoridades británicas, que reconocieron que sus bancos albergan por lo menos 1.300 millones de dólares, de momento se niegan a devolver el dinero a su legítimo dueño: el pueblo nigeriano. Las sumas efectivas devueltas hasta el momento por el Reino Unido son irrisorias.
Según la Comisión nigeriana de lucha contra los delitos económicos y financieros, el dinero público desviado de Nigeria (incluidas las comisiones) (9) y colocado en el extranjero, se estima en 170.000 millones de dólares (10). Pero no debemos pensar que es una prerrogativa de la época de Abacha. Por ejemplo, la justicia nigeriana sospecha que la multinacional francesa Sagem pagó casi un millón de dólares a siete altos funcionarios nigerianos en 2001 para conseguir el contrato de suministro de los documentos de identidad no falsificables, evaluada en 214 millones de dólares.
En otros lugares los ejemplos no son muy diferentes… En el pequeño Estado de Suazilandia, donde la situación alimentaria es muy insegura, el rey Mswati III ha derrochado 1.200.000 euros en la celebración de su aniversario; adquirió el coche más caro del mundo, fabricado por DaimlerChrysler y vendido por 500.000 dólares sin contar los accesorios, y regaló un BMW a cada una de diez de sus esposas. Sólo este gasto equivale al salario diario del conjunto de la población activa (11). De Frederick Chiluba, ex sindicalista y ex presiente de Zambia perseguido por la justicia de su país por malversaciones, a Teodoro Nguema Obiang, hijo del presidente de Guinea Ecuatorial y ministro de Estado encargado de las infraestructuras y los bosques, que se ha comprado el primer Rolls Royce del país, los que están cerca del poder no dudan en aprovechar su situación para acaparar las riquezas de sus países.
Hemorragia de capitales
Se podría creer que la miseria que reina en África se puede explicar por el hecho de que no produce suficientes riquezas. No es el caso en absoluto. Las riquezas existen, pero no se quedan en el continente negro, desaparecen sin beneficiar a los africanos. Se estima que en 1999, el 70% de las fortunas privadas nigerianas estaban invertidas en el extranjero (12). Según UNECA (Comisión de las Naciones Unidas para la Economía de África, N. de T.), la fuga de capitales es equivalente al PIB del África subsahariana y está vinculada directamente con la deuda:
«Según los últimos datos, referidos a 30 países, la fuga de capitales durante los últimos 27 años (1970-1996) fue de unos 187.000 millones de dólares. La fuga acumulada de los capitales, incluyendo los intereses imputados, ascendía, a finales de 1996, a casi 274.000 millones de dólares. Angola, Camerún, Costa de Marfil, Nigeria y la República Democrática del Congo registraron las fugas de capitales más altas (…). Según los datos disponibles, por cada dólar prestado a África, casi 80 centavos se añadieron en el mismo año a los capitales evadidos, lo que nos lleva a pensar que la deuda alimenta la fuga de capitales (…) Además, dicha fuga aumenta cada año alrededor de 3 centavos por dólar, que se añaden al importe de la deuda externa. Podemos concluir que los países africanos no se beneficiarán a largo plazo de las estrategias para el alivio de la deuda si no van acompañadas de medidas dirigidas a evitar un nuevo ciclo de endeudamiento externo y la fuga de capitales» (13).
El importe total de los capitales de origen africano colocados en el extranjero es, pues, superior a la deuda externa de África, que el Banco Mundial evaluaba en 220.000 millones de dólares en 2003 (14). Eso significa, desde un punto de vista global, ¡que África es un acreedor frente al resto del mundo…! Es el colmo para el continente más pobre, pero se trata, finalmente, del resultado de la lógica del capitalismo que le ha puesto la soga al cuello…
Las fortunas privadas africanas son colosales en relación con el continente. Según el «Informe sobre la riqueza en el mundo 2004» (15) de las sociedades financieras Merrill Lynch y Cap Gemini, sobre los 7,7 millones de millonarios en dólares que se contaban en el mundo en 2003, 100.000 son potentados africanos y el importe total de sus activos financieros se estimaba en 600.000 millones de dólares. Es el triple de la deuda pública externa de África. Un impuesto excepcional sobre esa fortuna completaría perfectamente la anulación total de la deuda pública externa…
Por lo tanto el sistema, en realidad, es como sigue: por la explotación de sus compatriotas y de las riquezas naturales del continente, una pequeña minoría de africanos se enriquece y coloca su dinero en el Norte. Los economistas de todo el mundo han tenido la brillante idea de lamentar el ahorro insuficiente en el continente, que impide cualquier desarrollo financiado por la propia África. Entonces, el recurso que proponen es el endeudamiento externo, que erigen como método central de financiación para África. Por supuesto el reembolso de dicha deuda externa se convierte rápidamente en una prioridad para los acreedores, cuyos intereses son defendidos por el FMI y el Banco Mundial. Cuando un país está controlado por el FMI, entonces, los inversores extranjeros (entre ellos los africanos ricos) aceptan prestarle. Con su trabajo diario, los pueblos permiten al Estado reembolsar, participando en el enriquecimiento de los acreedores y en la aceleración del empobrecimiento sobre el terreno. En su lucha contra la pobreza, los autoproclamados expertos, con el Banco Mundial y el FMI a la cabeza, están totalmente equivocados, ya que pretenden financiar el desarrollo africano con capitales extranjeros, entre ellos los usurpados por las elites africanas y colocados en el extranjero. La única solución justa para el desarrollo de África es una auténtica redistribución de las riquezas producidas en el continente. La actual hemorragia de capitales constituye claramente una traición financiera de los africanos ricos a África.
Una bajada irregular de las cotizaciones
La traición comercial se ilustra por las injustas reglas del comercio y las ínfimas cotizaciones de las materias primas. La tendencia a la baja se acentuó por los planes de ajuste estructural que han agravado la vulnerabilidad económica, especialmente al desmantelar los sistemas de protección de la economía local y la regulación de los precios. Según el CNUCED (Centro de Coordinación de las Naciones Unidas para la integración del comercio y las cuestiones de desarrollo en los ámbitos de las finanzas, la tecnología, la inversión y el desarrollo sostenible, N. de T.):
«El libre juego de las fuerzas del mercado, asociado con la liberalización y la desregulación de los precios, se ha promovido como un mecanismo que garantizaría el reparto más eficaz de las riquezas y ganancias socioeconómicas. De esta forma se ha resquebrajado el concepto de estabilización internacional de los precios de los productos básicos» (16).
Así, entre 1997, año de la grave crisis económica del sudeste asiático, y 2001, las cotizaciones cayeron una media «del 53% en valores reales (…) Eso significa que los productos básicos perdieron más de la mitad de su poder adquisitivo en relación con los artículos manufacturados (17)». Las cifras del CNUCED permiten afirmar, por otra parte, que el África subsahariana es particularmente dependiente de los productos básicos, ya que suministran el 4,5% de las exportaciones mundiales de bienes primarios y únicamente el 0,6% de productos manufacturados. La inestabilidad de la economía se multiplica porque las cotizaciones en el mercado mundial pueden variar bruscamente:
«Para África, más que para cualquier otra región en desarrollo, la gran dependencia de los productos básicos para sus ingresos por exportación, significa que el continente permanece vulnerable a los vaivenes del mercado y las condiciones meteorológicas. La inestabilidad de los precios, debida principalmente a las bruscas variaciones de la producción y la oferta, la bajada secular de los precios reales de los productos básicos y su consecuencia lógica, la degradación de los términos de intercambio, acarrean consecuencias terribles en términos de pérdidas de beneficios, endeudamiento, inversión, pobreza y desarrollo (18)».
Los riesgos son todavía mayores con la especulación financiera que se ha desencadenado recientemente en los mercados de las materias primas: efectivamente, «en dos años, los fondos corrientes de inversión estadounidenses que se han invertido sobre las materias primas, se han multiplicado por veinte» (19).
Un «arábigo» muy negro
Tomemos el ejemplo del café, una producción muy importante en el este de África. El análisis confeccionado por Radio France Internationale (RFI) es esclarecedor sobre el abandono de los productores de café tras la liberación económica exigida por las instituciones internacionales y los dirigentes de los países más industrializados:
«Los precios del café, en este último mes de junio, están en su nivel más alto desde hace tres años, ha declarado el director ejecutivo de la Organización Internacional del Café, Nestor Osorio, en su informe mensual. Los productores podrían gritar victoria y descorchar champán si los precios no bajan. Hace tres años, efectivamente, la cotización mundial del café llegó a su nivel histórico más bajo, lo que sembró la desolación en las plantaciones de África, Asia y América latina. Desde entonces la recuperación es real, pero no es suficiente para garantizar a todos los productores una renta digna. Los únicos que obtienen buenos beneficios son los grandes tostadores, cuya parte del pastel no ha dejado de aumentar. Desde 1989 y el fin de los acuerdos internacionales que limitaban las cantidades exportables y estabilizaban los precios, la parte de los ingresos del café que revierte en los plantadores no ha dejado de disminuir en beneficio de los tostadores gigantes, Nestlé, Kraft o Sara Lee. Así, desde hace quince años, hay una transferencia de riquezas de los países productores, países del Tercer Mundo, hacia los países industrializados. Sin embargo, las medidas propuestas por la comunidad internacional para hacer frente a esta situación son mínimas. Se hacen ensayos, aquí o allá, de enseñar a los campesinos analfabetos a especular en el mercado mundial. En otras partes se les incita a abandonar el café por cultivos menos inseguros. Se acepta que no se puede hacer nada que tenga un impacto inmediato y permita una recuperación de las cotizaciones. Se ha impuesto la resignación general y los políticos han olvidado la palabra voluntad (20)».
¿Y el algodón?
Además del precio irrisorio de las materias primas, están las reglas injustas impuestas por las grandes potencias comerciales. Algunas se deben a la actuación de la OMC, creada en 1995, que extiende por todas partes donde puede políticas de desregulación económica forzosa, que consigue imponer, privando a los países en desarrollo de las herramientas para proteger sus economías (por ejemplo, las normas de estabilización de precios de ciertas materias primas). También es el resultado de decisiones unilaterales adoptadas por los países ricos que subvencionan masivamente su propia agricultura (alrededor de 300.000 millones de dólares al año) y prohiben a los países pobres hacer lo mismo. Todas esas reglas injustas, que por otra parte se han denunciado duramente en la Cumbre de Cancún (México), en septiembre de 2003, originan la catástrofe.
Veamos el ejemplo del algodón, que para más de 10 millones de personas en el oeste de África es la fuente principal de subsistencia. Cuatro países africanos que dependen de su producción (Malí, Burkina Faso, Chad y Benín), decidieron emprender una ofensiva en este sector y han denunciado ante la OMC las subvenciones de Estados Unidos y la Unión Europea a sus productores.
El algodón africano es más barato de producir que el algodón de Estados Unidos. A priori, se podría pensar que el algodón africano se impone en el mercado mundial liberalizado y que el sector del algodón estadounidense sufre… Pero los casi 4.000 millones de dólares de subvención anual que proporciona el gobierno estadounidense a sus productores (sin contar las subvenciones europeas a los plantadores españoles y griegos, del orden de los 1.000 millones de dólares) mantienen los precios del algodón artificialmente bajos y el algodón africano, de alta calidad, se tiene que malvender... En 2002, Brasil presentó una denuncia contra Estados Unidos ante el órgano de regulación de las diferencias (ORD), una especie de tribunal de la OMC. El 18 de junio de 2004 el ORD consideró ilegales las subvenciones estadounidenses para el algodón y Estados Unidos volvió a perder su apelación en 2005. Hay un alto riesgo de que la solución se negocie entre Brasil y Estados Unidos sin que los países africanos puedan influir, porque sólo son los terceros participantes en el marco de la denuncia. Según el CNUCED,
«La pérdida de cuotas de mercado del algodón y el azúcar se debe en gran medida a las subvenciones y el apoyo interno concedidos a los productores, menos competitivos, de Estados Unidos y Europa. Estados Unidos es el primer exportador mundial de algodón debido a las grandes subvenciones, que llegaron a 3.900 millones de dólares en 2001-2002, es decir, una cantidad que duplicaba la de 1990 y supera en 1.000 millones de dólares el valor de la producción total de algodón de Estados Unidos para la campaña, teniendo en cuenta los precios mundiales. Sin embargo, según las estimaciones del Comité consultivo internacional del algodón (CCIC), el coste de producción de una libra de algodón en Burkina Faso es de 0,21 dólares frente a 0,73 dólares en Estados Unidos. De lo que se deduce que los precios en el mercado podrían ser un 70% más altos si no existiera el apoyo público a la industria del algodón en 2001-2002 (…) El Banco Mundial estima que en 2002 el precio del algodón en el mercado mundial habría subido más del 25% sin las ayudas directas concedidas por Estados Unidos a sus productores nacionales. Por otra parte, numerosas estimaciones indican que en 2002 las subvenciones de Estados Unidos y la Unión Europea a sus productores de algodón originaron un déficit de ingresos de unos de 300 millones de dólares para África en su conjunto, es decir, más que el reembolso total de la deuda (230 millones de dólares) de nueve países exportadores de algodón muy endeudados del oeste y centro de África, aprobado ese mismo año por el Banco Mundial y el FMI» (21).
El algodón de los 25.000 grandes plantadores estadounidenses, por lo tanto, se subvenciona más del 100%, mientras los países africanos productores del oro blanco se hunden en la miseria…
Mercados inaccesibles
También en su informe de 2003 sobre «el desarrollo económico de África», CNUCED plantea el problema del acceso de los productores africanos a los mercados del Norte. Señala que el sistema establecido favorece la exportación por el Sur de productos brutos, sin elaborar, privándolos de esta forma de la mayor parte del valor añadido. También en este caso las reglas favorecen a las grandes empresas comerciales del Norte:
«El acceso a los mercados sigue siendo difícil (…) En lo que se refiere al cacao, los derechos de aduana inciden en los productos brutos, intermedios y (finales) que son, respectivamente, el 0,5%, 9,7% y 30,6% en la UE, y el 0%, 0,2% y 15,3% en Estados Unidos (...) El precio que paga finalmente el consumidor está ‘desconectado’ del pago que recibe el productor debido la magnitud de los márgenes de beneficios de los intermediarios en las etapas superiores de la cadena de valor. Mientras los productores africanos vieron como disminuían sus ingresos, las empresas y negociantes situados en los eslabones superiores de la cadena de valor acumulaban grandes beneficios. Según la Organización internacional del café (COI), por ejemplo, a principios de los años 90, los ingresos de los países productores de café estaban entre 10.000 y 12.000 millones de dólares, mientras que el valor de las ventas al por menor suponía en torno a los 30.000 millones de dólares. Actualmente, este valor es de 70.000 millones de dólares, de los que los productores no reciben más que 5.500 millones (…) Un estudio de la cadena de valor del mercado del café revela que, desde 1985, los agentes económicos situados en los países importadores acaparan una parte creciente de los ingresos totales de la cadena (…) El reparto asimétrico del poder en dicha cadena de valor explica la desigualdad del reparto de los beneficios (22)».
El carácter sistémico del problema, entonces, está identificado:
«En lo que concierne a los países africanos, para los que las exportaciones de productos básicos representan mucho más del 70% de sus ingresos en divisas, el problema se convierte, esencialmente, en un problema de desarrollo (…) La persistencia de los problemas creados por la dependencia de los productos básicos a lo largo de los tres últimos decenios, demuestra que los mercados no son capaces de resolver dichos problemas y que no se puede contar con su capacidad. También se podría señalar que la limitada ayuda de la comunidad internacional a los sistemas tradicionales de mantenimiento y estabilización de los precios tiene mucho que ver con este fracaso. Por lo tanto ya es hora de que la comunidad internacional se dedique claramente al problema de los productos básicos en todos los aspectos, explorando metódicamente todos los medios susceptibles de ponerse en marcha para resolverlos» (23).
Por ejemplo, cuestionando la prohibición de cualquier forma de proteccionismo y rechazando el método de la desregulación forzosa de la OMC…
Desde esta óptica, hay que desconfiar de las exigencias de apertura de los mercados del Norte a los productos del Sur, que finalmente no hacen más que exigir todavía más desregulación para la economía mundial. La cumbre de la OMC de Cancún, en septiembre de 2003, fracasó porque los países emergentes (Brasil, India, China, Sudáfrica, etc.), agrupados en el famoso G20, exigían para sus productos una apertura comercial que no consiguieron. ¡Pero esa reivindicación del G20 va en el sentido de una mayor liberalización! Al contrario, exigir la posibilidad, para los países del Sur, de proteger a sus productores, especialmente para permitirles aprovisionar el mercado nacional, así como el mercado regional en el marco de acuerdos económicos regionales (24), desencadenaría un proceso inverso que permitiría salir del atolladero actual. Es esencial valorar las complementaciones posibles entre los países del continente por una parte y entre ellos y las otras regiones del mundo por otro lado. ¿Por qué no pensar en precios preferentes para los países vecinos sobre determinados productos y tarifas más elevadas para las grandes potencias?
OGM: garantías oficiales manipulables…
Otro ángulo de ataque de las multinacionales del Norte se refiere a los organismos modificados genéticamente (OGM) (25). Desde hace varios años, el sector de las biotecnologías intenta promocionar sus productos en el continente africano. Son conocidos los colosales objetivos de los OGM, que permiten a la sociedad que los posee vender todos los años a los campesinos, en exclusiva, las semillas de las plantas, así como los pesticidas y herbicidas químicos que requieren. Entonces la planta se convierte en una esponja de productos químicos nocivos y el campesino no tiene derecho a replantar semillas procedentes de la cosecha anterior, sólo la sociedad que tiene las patentes de los OGM en cuestión puede suministrarlos. Los agricultores y consumidores no son favorables a este procedimiento, que a unos los somete a la rapacidad de las multinacionales y expone la salud de otros a riesgos poco estudiados. Pero los beneficios previstos por el sector de las biotecnologías, con la multinacional estadounidense Monsanto a la cabeza, son tan grandes, que intentan introducirlos en todas las regiones donde pueden.
Los OGM, una vez plantados, pueden extenderse por decenas de kilómetros alrededor y contaminar las plantas sanas impidiendo, por ejemplo, toda la agricultura biológica de los alrededores. Un auténtico reguero de pólvora… En 2004, la soja, el maíz y el algodón fueron las plantas más afectadas por las manipulaciones genéticas y países como Estados Unidos, Canadá Argentina, China (y en menor medida Brasil y Sudáfrica) se han convertido en grandes productores. La Unión Europea se resiste, pero no tardará en ceder. En África se lleva a cabo la misma ofensiva.
En 2002, tras un período de hambruna en el sur de África, Estados Unidos propuso, a través del programa mundial de alimentos (PAM) una ayuda a seis países en forma de maíz modificado genéticamente. Deliberadamente escogió un momento en el que dichos países estaban en una posición de debilidad para atacar con fuerza. Swazilanda, Lesotho y Malawi aceptaron; Mozambique y Zimbabwe pidieron el maíz en forma de harina, por lo que es imposible plantarlo. Sólo un país tuvo la valentía de negase en redondo: Zambia. Su presidente, Levy Mwanawasa, declaró: «preferimos morir de hambre que consumir cualquier cosa tóxica» (26). ¡Su negativa supuso que consiguió maíz sin manipular! Detrás del argumento de la salud también estaba la intención del presidente de seguir presente en el mercado europeo, en el que existe una moratoria sobre los OGM. Este año, Benín también ha adoptado una moratoria de 5 años. Durante ese tiempo Monsanto se permitirá financiar a los juristas africanos para que elaboren leyes favorables a los OGM… Todos preparan sus armas para la batalla que se avecina.
En abril de 2004 Sudán, a su vez, rechazó la ayuda alimentaria de Estados Unidos debido a la presencia de OGM, y Angola puso como condición que los cereales se molieran antes de su entrada, provocando la cólera de los responsables del PAM. Al mes siguiente, Zambia reiteró su rechazo arguyendo que los promotores de los OGM deberían demostrar su inocuidad, lo que no han hecho. Pero Nigeria ha aceptado lanzarse en un proyecto biotecnológico con la ayuda de un préstamos de 2.100 millones de dólares de Estados Unidos (27).
Estados Unidos está lanzado en su ofensiva con un nuevo aliado en el continente africano: Burkina Faso (28). Desde 2003, Monsanto y la firma suiza Syngenta llevan a cabo experimentos de algodón transgénico en el país gobernado por Blaise Compaoré. En junio de 2004, Estados Unidos organizó en Uagadugú una «Conferencia ministerial interafricana sobre explotación, ciencia y tecnología para aumentar la productividad agrícola en África», en la que reunió a quince países del oeste de África para convencerlos. Aunque se mostraron prudentes, los jefes de Estado de Malí, Ghana y Nigeria se declararon favorables a los OGM. A pesar de la resuelta oposición de los movimientos sociales, el ministro de Agricultura burkinés, Salif Diallo, declaró: «Si tenemos que comer los OGM y morir dentro de 20 años, así será (29). Plantear así la elección entre el hambre y los OGM es una inmoralidad: se puede luchar contra el hambre eliminando las desigualdades de repartición de la producción y aumentando la productividad de África sin tragar con las biotecnologías. El punto fundamental está en la soberanía alimentaria y, al contrario, los OGM anuncian una nueva dependencia del oeste de África, ya que los agricultores no pueden utilizar libremente las semillas de un año para otro y acaban, de hecho, totalmente sometidos a la firma que se las vende.
El instrumento para obtener esa dependencia suplementaria está listo. Según el subsecretario de Estado de EEUU encargado de la agricultura en el extranjero, Hohn Penn (que estaba presente en Uagadugú), «cualquier rechazo de productos derivados de la biotecnología es una violación de las reglas de la OMC (30)». Así se ve mucho mejor la necesidad de incapacitar a la OMC…
Emigrar para huir de la miseria
Por otra parte, el horror económico que ha padecido África desde los años 80, constituye, para las poblaciones del Sur, una profunda incitación a la huida: por necesidad y por la supervivencia de familias enteras. La prueba de la motivación económica de las emigraciones está dada por una cifra del Banco Mundial: las sumas enviadas todos los años por los emigrantes africanos a sus países de origen. En 2003 se elevaron a 4.100 millones de dólares, una suma colosal para todos esos trabajadores que economizan pacientemente cada céntimo. Y esa suma sólo incluye los envíos oficiales a través de empresas de transferencias de fondos, se calcula que las transferencias informales son más altas. Según el Banco Mundial en abril de 2004, todas esas transferencias de los emigrantes se han convertido «en una fuente principal de financiación externa del desarrollo para muchos países en desarrollo» (31). Al contrario de la ayuda pública al desarrollo, (APD) que incluye además los salarios de los cooperantes del Norte y los viajes y misiones de expertos, esta suma llega íntegramente a su destino (después de restar los gastos de transferencias cobrados por organismos como Western Union, de más o menos el 20% del total para pequeñas sumas y alrededor del 8% para importes del orden de 400 euros).
Lejos de favorecer la libertad de circulación e instalación de dichos emigrantes que juegan un papel esencial en las economías de los países del Sur, los países del Norte, en primer lugar los de la Unión Europea, establecen políticas de inmigración a la vez restrictivas (controles en las fronteras, represión) y utilitarias. En efecto, parece conveniente escoger a los extranjeros «buenos»: sistemáticamente se favorece que vengan al Norte los médicos, ingenieros e informáticos, aceptando incluso financiar una parte de sus estudios superiores si es necesario (que entonces se contabiliza como ayuda pública al desarrollo, como en Francia, Alemania, Austria y Canadá), pero se rechaza firmemente a aquellos que sólo pueden ofrecer sus brazos y su angustia. Así, de los 600 médicos formados en Zambia desde la independencia, en 1964, sólo 50 ejercen en el país. En ese sentido, hay más médicos de Malawi ejerciendo en la ciudad inglesa de Manchester que en el propio Malawi (32). Solo los mejores del Sur tienen derecho a huir.
En 2004, la UNESCO publicó un informe sobre la fuga de cerebros de África:
«Por una parte, los países en desarrollo, cada vez con menos recursos, forman personal cualificado que va a trabajar a los países desarrollados, y por otro lado, los diplomados nacionales que se quedan en el país se enfrentan al paro mientras los proyectos financiados por los socios del desarrollo reclutan para dichos proyectos, y a precios muy altos, ¡a los expatriados! Como ejemplo, podemos recordar la situación descrita por el Programa de las Naciones Unidas para el desarrollo (PNUD) en Burkina Faso, donde trabajan 800 expertos internacionales mientras un elevado número de diplomados nacionales está en el paro» (33).
Desde 1992, los acuerdos de cooperación incluyen cláusulas de control de las migraciones por los propios países del Sur, así como su participación en la gestión de los flujos migratorios, el reforzamiento de controles de las fronteras o el derecho de readmisión en sus territorios de los ciudadanos de dicho país procedentes de Europa. Una de las puertas de salida de África hacia Europa es Libia. Desde el viraje pro occidental del coronel Khadafi, Italia empujó a Europa a levantar el embargo sobre las armas con destino a Libia, que ha obtenido en octubre de 2004, con el fin de colaborar en el terreno militar (34). Italia, Alemania y Gran Bretaña enseguida expresaron el deseo de crear en Libia campos que servirán, sin duda, para seleccionar a los africanos candidatos al exilio y para bloquear a un gran número de ellos antes de que puedan cruzar el Mediterráneo. Por su parte, también en 2004, Libia aceptó controlar rigurosamente sus fronteras y proceder a la devolución de los emigrantes del África subsahariana a sus países de origen. Se fletan aviones con destino al África subsahariana y ya han repatriado a unos 40.000 clandestinos en pocos meses (35). Así, ahora Europa delega el trabajo de guardia en los países africanos. La ayuda y la deuda autorizan cualquier deriva. La deuda, por la hemorragia de capitales que impulsa, constituye el principal obstáculo para la satisfacción de las necesidades humanas fundamentales y explica, por lo tanto, los flujos migratorios de «refugiados del hambre» de los países en desarrollo hacia los países más industrializados.
Con el fin de remediar estas profundas disfunciones, las Naciones Unidas han redactado una «Convención para la protección de los derechos de todos los trabajadores emigrantes y los miembros de sus familias» (36), que entró en vigor el 1 de julio de 2003 y en abril de 2005 fue ratificada por 28 países. Pero entre los 28 países que se han comprometido en la protección de los emigrantes, no aparece ninguno de los más industrializados (37).
Traición financiera de los africanos ricos que desvían sumas considerables y las llevan lejos del continente; traición comercial de las grandes potencias que manipulan los precios de las materias primas e imponen, a través de la OMC, una desregulación forzosa; traición medioambiental a un Sur convertido en vertedero e insertado en el centro de la batalla de los OGM, vigorosamente promovidos por las multinacionales del agro negocio; traición humana por el destino previsto para los emigrantes que intentan, justamente, huir de la miseria. La lista es muy larga. Esta traición multiforme a los pueblos africanos es la responsable absoluta de la situación actual del continente negro. Es imprescindible incapacitar a los responsables.
Notas:
(1) www.survie-france.org
(2) Durante la mascarada electoral de junio de 2003, Jacques Chirac felicitó a Eyadema por su reelección, incluso antes de la proclamación oficial de los resultados…
(3) Citado por Jeune Afrique/L’Intelligent, 1 de febrero de 2004.
(4) Traoré Aminata, Le Viol de l’imaginaire, Actes Sud/Fayard, 2002.
(5) Abramovici Pierre, «Les jeux dispendieux de la corruption mondiale», Le Monde diplomatique, noviembre 2000.
(6) OECDE
(7) Citado por Libération el 4 de julio de 2003.
(8) Le Monde, 6 de septiembre de 2000.
(9) Comisiones que revierten en el país donde la sociedad que paga la comisión tiene su sede.
(10) Libération, 3 de agosto de 2004.
(11) Jeune Afrique/L’Intelligent, 17 de abril de 2005.
(12) Jeune Afrique/L’Intelligent, 25 de julio de 2004.
(13) UNECA, «Informe económico sobre África 2003». Ver también: Boyce James K., Ndikumana Léonce, «Is Africa a Net Creditor?: New Estimates of Capital Flight from Severely Indebted Sub-Saharan African Countries, 1970-1996», Working Papers from Political Economy Research Institute, University of Massachusetts, 2000, www.umass.edu
(14) Banco Mundial, «Global Development Finance 2004».
(15) www.ml.com
(16) CNUCED, «El desarrollo económico en África. Resultados comerciales y dependencia desde el punto de vista de los productos básicos, 2003».
(17) CNUCED, op. cit.
(18) CNUCED, op. cit.
(19) Cifras del banco Barclays de Londres citadas por RFI, 12 de enero de 2005.
(20) RFI, «Crónica de las materias primas», 19 de julio de 2004.
(21) CNUCED, op. cit.
(22) CNUCED, op. cit.
(23) CNUCED, op. cit.
(24) Como la Unión económica y monetaria del oeste africano (UEMOA), la Comunidad económica y monetaria de África central (CEMAC), la Comunidad de desarrollo del norte de África (SADC), etc.
(25) Ver www.infogm.org
(26) Libération, 22 de agosto de 2002.
(27) www.ictsd.org
(28) www.ictsd.org
(29) Informe AFP, «Conferencia sobre los OGM en Uagadugú: el gobierno estadounidense ‘satisfecho’», 24 de junio de 2004, www.agripress.be
(30) Informe AFP, ibid.
(31) Banco Mundial, «Global Development Finance 2004».
(32) Le Gri-gri international, 9 de diciembre de 2004.
(33) UNESCO, La fuga de cerebros del África francófona. Situación de las zonas, problemas y estudio de las soluciones, 2004.
(34) RFI, 12 de octubre de 2004, www.rfi.fr
(35) Jeune Afrique/L’Intelligent, 24 de octubre de 2004.
(36) www.unhchr.ch
(37) www.december18.net
.
La fuente: Comité por la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo (CADTM). La traducción del francés pertenece a Caty R. para Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística.
miércoles, 28 de julio de 2010
El Líder Disfuncional: Rajoy o Zapatero. El Dilema
Rajoy tiene un eje recurrente en su discurso político: las personas normales. Se dirige a las personas (votantes o telespectadores) que actúan, piensan y sienten como él quiere, en orden a conseguir los objetivos que él quiere. Las personas que no actúan, piensan y sienten como él, somos anormales.
Si Rajoy llega al Gobierno (con crisis o sin ella), las preguntas son:
¿Qué piensa hacer con los anormales?
¿Qué hará para corregir o curar nuestra anormalidad?
¿Queremos ser gobernados por una persona disfuncional?
DISFUNCIONAL:
adj. SOCIOL. Dícese del hecho o fenómeno (real o virtual, matizo yo) que produce consecuencias contrarias al buen funcionamiento de un determinado sistema social.
Diccionario Larousse.
Si Rajoy llega al Gobierno (con crisis o sin ella), las preguntas son:
¿Qué piensa hacer con los anormales?
¿Qué hará para corregir o curar nuestra anormalidad?
¿Queremos ser gobernados por una persona disfuncional?
DISFUNCIONAL:
adj. SOCIOL. Dícese del hecho o fenómeno (real o virtual, matizo yo) que produce consecuencias contrarias al buen funcionamiento de un determinado sistema social.
Diccionario Larousse.
Democracia Instantánea: Zapatero o Rajoy. El Dilema
Zapatero cree y practica lo que él llama “democracia instantánea”.
El objetivo es satisfacer a cada momento (en el instante) a las mayorías virtuales (paparruchas de los sondeos de opinión) suficientes que (convertidas luego en masa de votantes) le permitan perpetuarse en el poder.
La "democracia instantánea" le autoriza a ser incoherente, le unge de los poderes del talante (y pa atrás) para hacer una cosa A y, al instante, la contraría B, sin tener dudas de estar haciendo lo correcto en cada caso.
El discurso político de Zapatero propicia la sucesión y colisión de los contrarios A y B, en virtud del "talante" puesto en juego por la "democracia instantánea".
Zapatero se auto-absuelve instantáneamente del hecho probado (delito o pecado) de estar mintiendo en cualquier caso (A y B, o en ambos).
Diagnóstico:
(Tomo el análisis de “gratificación instantánea” de la Web buzzle.com Vida Inteligente en la Web)
"Una persona que sufre de trastorno de la personalidad adictiva, anhela y vive para la satisfacción inmediata. Un adicto cree en el "mantra de su ahora o nunca”.
Por esta razón, una persona que sufre de trastorno de la personalidad adictiva, nunca tendrá objetivos a largo plazo.
La mentalidad de la gratificación instantánea proviene del abuso de medicamentos o sustancias psicotrópicas).
Atendiendo a esto (al instante), las preguntas son:
¿Qué medicamentos o sustancias sicotrópicas toma Zapatero?
Respuesta: No sabemos
¿El simple ejercicio del poder actúa en zonas específicas del cerebro como una sustancia adictiva?
Respuesta: Sabemos que sí
El objetivo es satisfacer a cada momento (en el instante) a las mayorías virtuales (paparruchas de los sondeos de opinión) suficientes que (convertidas luego en masa de votantes) le permitan perpetuarse en el poder.
La "democracia instantánea" le autoriza a ser incoherente, le unge de los poderes del talante (y pa atrás) para hacer una cosa A y, al instante, la contraría B, sin tener dudas de estar haciendo lo correcto en cada caso.
El discurso político de Zapatero propicia la sucesión y colisión de los contrarios A y B, en virtud del "talante" puesto en juego por la "democracia instantánea".
Zapatero se auto-absuelve instantáneamente del hecho probado (delito o pecado) de estar mintiendo en cualquier caso (A y B, o en ambos).
Diagnóstico:
(Tomo el análisis de “gratificación instantánea” de la Web buzzle.com Vida Inteligente en la Web)
"Una persona que sufre de trastorno de la personalidad adictiva, anhela y vive para la satisfacción inmediata. Un adicto cree en el "mantra de su ahora o nunca”.
Por esta razón, una persona que sufre de trastorno de la personalidad adictiva, nunca tendrá objetivos a largo plazo.
La mentalidad de la gratificación instantánea proviene del abuso de medicamentos o sustancias psicotrópicas).
Atendiendo a esto (al instante), las preguntas son:
¿Qué medicamentos o sustancias sicotrópicas toma Zapatero?
Respuesta: No sabemos
¿El simple ejercicio del poder actúa en zonas específicas del cerebro como una sustancia adictiva?
Respuesta: Sabemos que sí
lunes, 26 de julio de 2010
Periodismo que importa: Wikileaks: La guerra secreta de Afganistán
Anoche avanzaba ABC en primera página de su Web, la primera noticia de su edición digital, la primera estimación sobre más de 92.000 documentos secretos sobre la guerra de Afganistán que han sido obtenidos y valorados por la web Wikileaks.
Bien por Wikileaks! Al final del reportaje he colocado algún dato sobre Wikileaks. Para mi sorpresa, Wikileaks puede leerse en 15 idiomas, pero no en español.
Y bien por Abc! Otros diarios han ofrecido miniaturas en las páginas de Internacional, o todavía se lo están pensando
LA GUERRA SECRETA DE AFGANISTÁN
La web WikiLeaks revela 90.000 documentos confidenciales del Ejército de EEUU: amenazas a las tropas, liquidación de talibanes para evitar juzgarlos, operaciones secretas...
EP / WASHINGTON
Día 26/07/2010 - 01.56h
La página web Wikileaks ha obtenido más de 92. 000 documentos secretos referentes a las acciones del Ejército estadounidense durante la guerra en Afganistán, y que detallan, entre otros aspectos, las profundas sospechas de los militares norteamericanos sobre la presunta colaboración de los servicios de Inteligencia paquistaníes con la insurgencia talibán, así como detalles sobre las operaciones de combate nunca revelados hasta el momento.
La filtración de los documentos ha sido condenada inmediatamente por la Casa Blanca, en particular por el asesor de seguridad del presidente Obama, James Jones, que la ha calificado de acto "irresponsable" y susceptible de poner en peligro la seguridad de las operaciones y del país. La página fundada por Julian Assange, que el pasado mes de abril difundió un vídeo secreto sobre la muerte de un periodista de Reuters en una operación del Ejército estadounidense en Bagdad, ha avanzado el contenido de los documentos de manera simultánea a tres de los diarios más importantes del mundo: el 'The New York Times', el británico 'The Guardian' y 'Der Spiegel', de Alemania.
Los informes, recogidos entre enero de 2004 y diciembre de 2009 suponen, a juicio del jefe de la sección de la investigación del 'Guardian', David Leigh, "lo que podría ser la mayor filtración en la historia de los servicios de Inteligencia". Entre los documentos se encuentran informes de agencias de inteligencia donde se detallan posibles amenazas contra las tropas, descripciones de operaciones de combate, transcripciones de conversaciones con políticos locales, la mayoría de ellos clasificados de alto secreto.
Ninguna de las fuentes oficiales consultadas por el diario 'NY Times' ha disputado la veracidad de la información, según el rotativo estadounidense. No obstante, los documentos revelados no contradicen versiones oficiales de las operaciones, aunque sí contienen información que revela que, en algunas ocasiones, el Ejército estadounidense ha realizado comentarios públicos que llevan a la confusión sobre el desarrollo de la guerra.
Pakistán, aliado talibán
Varios informes de la Inteligencia estadounidense acusan al Servicio de Inteligencia Paquistaní (ISI) de "armar, financiar y entrenar a la insurgencia talibán desde 2004", según revelan los documentos, aunque se destaca que no existe ninguna prueba concluyente que demuestre estas acusaciones. Los documentos indican que operativos secretos del ISI habrían entrenado a terroristas suicidas y proporcionado enormes sumas de dinero a los talibán a través de la frontera.
Además, existiría un compromiso por parte de la agencia de inteligencia paquistaní por el que se daría apoyo logístico para esconder a los encargados de perpetrar posibles magnicidios, entre ellos el asesinato del presidente afgano Hamid Karzai. Sin embargo, pocos de los eventos descritos en los informes han sucedido en la realidad y la fiabilidad de las fuentes no es lo suficientemente sólida, al tratarse sobre todo de oficiales afganos los encargados de proporcionar esta información a las agencias de inteligencia estadounidenses.
Unidades secretas
Los documentos detallan que el régimen talibán ha empleado misiles portátiles infrarrojos modelo Stinger contra aviones de combate aliados, la misma clase de arma que contribuyó a que los muyaidines afganos derrotaran los soviéticos en el conflicto de 1980. De igual modo, se desvela la existencia de unidades secretas conocido como Fuerza de Intervención 373 (un grupo clasificado de operativos especiales del Ejército y de la Marina) que cuentan con una lista de "muerte o captura" en la que figuran unos 70 altos comandantes insurgentes.
También se revela que grupos paramilitares relacionados con la CIA, y conocidos como miembros de la OGA (Otra Agencia del Gobierno, por sus siglas en inglés) operan en Afganistán y ocasionalmente se han cobrado indirectamente las vidas de civiles en el transcurso de sus maniobras.
Las misiones de estas unidades secretas, apunta el 'NY Times' según los documentos, "han aumentado en número bajo la administración Obama, con un éxito notable". Sin embargo, además de las bajas civiles que causan estos operativos, encargados de organizar emboscadas, ordenar ataques aéreos y emprender asaltos nocturnos, comportan un gran coste económico.
En este sentido, también se destaca que la CIA ha corrido desde 2001 a 2008 con los gastos de las agencias de espionaje afganas, las cuales se han convertido "en una mera subsidiaria" de la Agencia Central de Inteligencia. Del mismo modo, el Ejército está aumentando el uso de aviones no tripulados a pesar de que "su rendimiento está siendo mucho menos impresionante" del que se ha estimado públicamente. Algunos, según los informes "se estrellan o chocan entre sí", lo que desemboca en "misiones enormemente arriesgadas" para recuperar los restos de los aparatos antes de que los talibán se hagan con el armamento que transportan.
Insurgencia "astuta"
Los informes, en términos generales, describen a una insurgencia "resistente y astuta" que está desangrando a las fuerzas estadounidenses a través de una guerra de desgaste, según las conclusiones preliminares de los numerosos periodistas del diario estadounidense encargados de analizar los documentos. Los talibanes eligen cuándo, cómo y dónde luchar, usando técnicas de sabotaje y engaño, así como tácticas de manipulación psicológica sobre los oficiales y los civiles afganos, bien a través de amenazas, carisma, violencia, dinero, fervor religioso o llamamientos populistas.
Queda por contrastar el número de bajas civiles detallado en los documentos por "conducta inapropiada" de los soldados: casi 200 civiles podrían haber muerto y otros 174 habrían resultado heridos a manos de las tropas de la coalición al ser confundidos con terroristas suicidas.
Condena de la Casa Blanca
La condena más contundente ha llegado de uno de los individuos más cercanos a Obama, su asesor en materia de seguridad. Para James Jones, "la revelación de esta información clasificada pone en peligro las vidas de los estadounidenses". Jones critica que "Estas filtraciones irresponsables", garantizó, "no tendrán repercusión alguna en nuestra relación con Pakistán y Afganistán, y en nuestro apoyo a las aspiraciones de ambos pueblos", según la declaración oficial recogida por el diario 'The Huffington Post'. De igual modo, otras fuentes de la Casa Blanca han negado que la administración Obama presentara deliberadamente un retrato confuso de la situación en Afganistán.
"El presidente ha sido muy claro a la hora de hablar al pueblo estadounidense sobre los desafíos a los que nos enfrentamos", declaró al 'NY Times' el asesor de Seguridad Nacional para Comunicaciones Estratégicas, Benjamin Rhodes, quien condenó enérgicamente la filtración de Wikileaks por tratarse de "información privada que pone las vidas de los militares estadounidenses y sus aliados, y que amenaza la seguridad nacional".
Rhodes indicó que la guerra en Afganistán "ha carecido de los fondos necesarios durante muchos años" y que la decisión adoptada por el presidente Obama en diciembre de 2009 para aumentar las tropas en 30. 000 efectivos es un intento de "responder a la grave situación" en el país centroasiático. "Si permitimos que Afganistán vaya cuesta abajo, volveremos a enfrentarnos de nuevo a amenazas de grupos extremistas como Al Qaeda, que contarán con un mayor margen de maniobra para conspirar y entrenar. No podemos permitir que eso suceda", indicó.
Datos sobre Wikileaks:
¿Qué es Wikileaks.org?
Wikileaks es una versión no censurable de Wikipedia para el leaking y análisis masivo de documentos de manera no rastreable. Ésta combina la protección y anonimidad que proporciona la tecnología criptográfica cutting-edge con la transparencia y simplicidad del interfaz wiki.
¿Quién hay detrás de Wikileaks?
Wikileaks fue fundado por disidentes chinos, matemáticos, y la startup company technologists, desde Taiwan, Europa, Australia, y Sudáfrica.
Nuestro grupo de asesores está todavía en formación, e incluye representantes de expatriados rusos y comunidades de refugiados tibetanos, periodistas, un antiguo analista de la inteligencia norteamericana y criptógrafos.
Actualmente hay 22 personas que mantienen un compromiso directo y que están incluidas en el proyecto.
domingo, 25 de julio de 2010
Bill Keller: "Los periodistas se mueven en la incertidumbre"
Hace unos días colgaba aquí una excelente entrevista sobre periodismo (publicada en ABC)con David Simon (creador de las series de TV The Corner, The Wire, Generation Kill y Tremé). Hoy El País publica un también excelente reportaje sobre Bill Keller, director del diario The New York Times.Hay más voces que escuchar (la de la Prensa gratuita en Internet, la de Google...) Me gustaría que las reglas de independencia en la información y la opinión (distinguiendo claramente una de la otra), crítica, denuncia y rigor que defienden Simon y Keller dibujaran un tipo juego en el que yo pueda participar. Veremos. De momento, leamos, un poco más.
ENTREVISTA: EL FUTURO DEL PERIODISMO DIGITAL Bill Keller Director de 'The New York Times'
"Yo no dejaría el destino de las noticias en manos de Google"
JOSEBA ELOLA 25/07/2010
Dirige el diario más influyente del mundo desde 2003. Periodista de raza, ganó el Premio Pulitzer en su etapa de corresponsal en Moscú. En enero de 2011 lanzará un órdago: su web pasará a ser de pago.
Hay un hombre de pelo cano y mirada azul, de lince, en medio de la redacción. Está sentado frente a un ordenador más, tecleando como uno más, con su camisa a cuadros azules y sus pantalones vaqueros desgastados. La redacción de The New York Times se antoja como un oasis de calma a las dos de la tarde. En el exterior de este majestuoso edificio diseñado por el arquitecto Renzo Piano, el corazón de Nueva York bulle de ruido y bulle de calor.
El hombre de la mirada azul se levanta y se acerca a saludar. Sí, es él, es Bill Keller, el director del periódico más influyente del mundo. Y ahí está, como uno más, en medio de la gente.
No hay pompa ni símbolos de estatus en su despacho, sencillo, pequeño, funcional: una mesa de trabajo, otra de mármol, un sofá y dos butacas verde claro. Keller se sienta en una de ellas y apoya el pie sobre la mesa.
En la pared cuelgan alineadas en serie cinco máscaras de cuatro ex presidentes de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y un ex jefe de la KGB: Stalin, Lenin, Breznev, Gorbachov y Laventri Beria. Pertenecen a los días en que Keller obtuvo el Premio Pulitzer como corresponsal en Moscú por su cobertura del desmembramiento de un imperio. "Fueron sin duda los días más felices de mi vida", dice. "No hay mejor oficio que ser corresponsal en un periódico al que le interesan las noticias internacionales".
Pregunta. ¿Y usted por qué se metió a periodista?
Respuesta. Hay muchos motivos por los que la gente que conozco se metió a periodista. Hay quien lo hace por contar una gran historia, por cambiar el mundo, por viajar a sitios exóticos o por el aparente glamour de estar bajo los focos, y supongo que yo sentí todo eso en alguna medida. Pero para mí el gran atractivo del periodismo es el factor puzle: abordar un problema complicado y escribir para explicárselo a alguien. Me encanta que me digan: "Oh, no lo sabía"; pero prefiero aún más que me digan: "Nunca pensé en ello de ese modo". Cuestionar los prejuicios y repensar la sabiduría convencional es un gran logro y por eso es tan importante lo que hacemos para una democracia; no sólo exponer las cosas horribles que ocurren detrás de puertas cerradas, sino también hacer que la gente use su maldito cerebro.
The New York Times está cocinando su órdago. A partir de enero de 2011, su web será de pago. Para la mayor parte de los usuarios seguirá siendo gratis, dice Keller. Implantarán un sistema con contador, parecido al de Financial Times. "Cobraremos a los usuarios más adictos". Solo a partir de un consumo determinado de páginas se empieza a cobrar. "Lo bueno de utilizar un sistema con contador es que puedes ajustar el contador. El plan contempla que en los primeros años no vamos a conseguir grandes ingresos; no queremos cortar el tráfico y ganamos mucho dinero con la publicidad de la web, queremos preservarlo. Si nos damos cuenta de que el contador está cortando el tráfico, ajustamos el contador".
P. ¿Pero cree usted que a estas alturas de la película, con lo reticente que es Internet al pago y la facilidad que tiene para saltarse los muros, la gente va a pagar?
R. La gente está dispuesta a pagar por contenido. El Financial Times y The Wall Street Journal lo han demostrado. Ya paga por descargas de libros, de música. No pagará por algo que pueden conseguir gratis en otro sitio. Confiamos en que esto funcione, porque no hacemos lo mismo que hace la CNN, o la BBC, o USA Today, sitios donde podrán conseguir la información gratis. Y estamos bastante seguros de que nuestros lectores lo perciben.
Hace cinco años, el periódico líder de la prensa norteamericana abordó el proceso de integración de sus redacciones de papel y web. Una de las mejores decisiones que han tomado hasta ahora, dice Keller. A muchos periodistas tradicionales les costó pasar a hacer blogs sin sentir que comprometían su integridad. "La resistencia no ha desaparecido, pero se ha reducido enormemente. La barrera real era psicológica y cultural. La integración nos dio licencia para experimentar y nos llevó a la innovación".
P. ¿Y cómo van a competir con un medio como The Huffington Post, que está pisándole los talones en las cifras de tráfico web con apenas 55 periodistas?
R. Se le podría dar la vuelta a la pregunta: ¿cómo puede The Huffington Post competir con The New York Times cuando tienen muy pocos reporteros, ni siquiera pagados, o poco pagados? Atraen el tráfico con noticias de celebridades y vídeos de YouTube; no lo digo como una crítica a The Huffington Post; simplemente, nosotros no hacemos eso. Tengo una gran admiración por lo que Arianna ha conseguido, pero, esencialmente, no es un sitio de noticias. Cuelga mucha opinión: la opinión es barata, no tienes que mandar a nadie en un avión... El área en que critico a The Huffington Post, Político, y otros agregadores es que a veces son muy descuidados tomando prestado material nuestro y de otros sitios. The Huffington Post trae mucho tráfico a The New York Times: cuando ponen un titular y un enlace a nuestras páginas está bien; pero a veces reproducen tanto de nuestro artículo que ya nadie necesita hacer clic en el enlace a nuestra página. Esto va a ser un campo de batalla continuo entre los agregadores low cost y los medios de noticias de calidad.
Keller cree que, si no se ordena la situación, los medios acabarán litigando en los tribunales. "Hay una diferencia entre enlazar y robar. Creo que es preferible para todos llegar a un acuerdo y negociar una solución que les deje resumir nuestro material sin robarlo. Esto es el salvaje Oeste. ¿Quién va a ser el policía de la ciudad sin ley?".
La relación con Google es complicada, asegura. Les proporciona mucho tráfico, sí, obtienen algunas ventajas negociando con ellos. "Pero al mismo tiempo hay una relación de adversarios. No me gustaría que el destino de las noticias quedara enteramente en manos de la gente de Google. Eso sí, no respaldo la frase de Rupert Murdoch de que son esencialmente piratas y depredadores".
Bill Keller carraspea. Habla reposadamente, se toma su tiempo para buscar las palabras precisas. Su tono de voz es grave: su acento conserva el deje de su California natal, donde llegó al mundo hace 61 años. Parece mucho más joven. Le describen como un hombre cerebral y cuidadoso.
Estudió en un instituto católico, solo para chicos, en California. Hizo sus primeros pinitos en el periódico del instituto: "Te daba la oportunidad de meterle el dedo en el ojo a las autoridades", recuerda. Luego, en la Universidad siguió adelante con su vocación. Tras el Premio Pulitzer por su cobertura como corresponsal en Moscú, fue corresponsal en Sudáfrica, columnista y ha pasado por todas las instancias del periódico que dirige.
P. El gurú Jeff Jarvis dice que los contadores de historias están acabados.
R. Me encanta Jeff, pero suele darse a grandes pronunciamientos. ¿Los contadores de historias acabados? ¿De verdad? Mira la lista de las noticias más enviadas de nuestro sitio web: las historias que la gente comparte son historias narrativas; y creo que cuanto mejores sean los dispositivos, más historias se podrán contar, el iPad no es el final, habrá mejores dispositivos para leer, más fáciles para el ojo, ilustraciones en colores maravillosos; creo que el periodismo narrativo tiene un futuro robusto, de verdad lo creo.
P. ¿Cómo cree que será el paisaje mediático de aquí a cinco años? ¿El periódico impreso será una parte secundaria de una gran plataforma digital?
R. No estamos en el negocio de predecir el futuro, sino en el negocio de lo que pasa hoy, o ayer. Supongo que el futuro será una combinación de supervivientes y nuevas empresas: habrá medios tradicionales que se habrán adaptado bien. De aquí a cinco años, creo que aún habrá una significativa demanda de periódicos impresos, no de todos. La edad media de suscriptores de The New York Times está por debajo de los 50, la gente no cambia sus hábitos tan rápido. Y todavía se venden discos en vinilo; igual al final los periódicos se convierten en un ítem boutique (objeto de culto). En cinco años, cada vez más gente se moverá hacia la web como primera elección. Y habrá nuevas empresas con distintos modelos de negocio: iniciativas sin ánimo de lucro; algunas, sostenidas por filántropos; otras, como The Huffington Post, sustentadas por publicidad.
P. La cuestión aquí es cuál es el futuro del periodismo de calidad. ¿El periodismo online será rentable como para pagar a periodistas que investiguen? [Bill Keller lanza un hondo suspiro].
R. No lo sé. Esta es una preocupación real. Yo tiendo a ser optimista por naturaleza y creo que hay una demanda real de periodismo de investigación, del periodismo que pide cuentas a las instituciones poderosas, creo que siempre habrá un mercado para esto. Pero la realidad es que una gran parte de ese periodismo ha muerto en los últimos cinco o diez años porque es caro. Los periódicos que más sufrieron los trastornos de nuestro negocio fueron diarios metropolitanos que dependían de los anuncios clasificados. Entre las nuevas empresas hay organizaciones que están dispuestas a hacer buen periodismo, periodismo duro. Y hay que decir que la web ayuda en muchas cosas: permite comprobar mejor los datos; el estudio de bases de datos dará buenos frutos; y nacerán nuevas formas de periodismo de control.
P. Entonces, ¿la revolución digital ayudará a robustecer las democracias?
R. Es una cuestión importante. Espero que sí; digamos que tengo esa esperanza.
The New York Times ya tiene una aplicación para el iPad que permite acceder a ocho o diez contenidos, el llamado Editor's choice (La elección del director). "El iPad cambia el juego", dice, "pero nadie sabe en qué medida. Cambia el juego a favor de los periódicos, porque es una experiencia de lectura muy placentera. Hay un mito de que la gente no lee piezas largas en una pantalla. Pues, de hecho, lo hacen. Y mucho".
La plantilla es de 1.150 periodistas. The New York Times Company cerró el primer trimestre de 2010 con un beneficio neto de 9,54 millones de euros, cifras que han dado un respiro a la dama gris del quiosco americano, que el año pasado registró unas pérdidas de 74,5 millones de euros. "La mayor parte de los ingresos provienen del periódico impreso", confirma Keller. Los ingresos publicitarios en papel han descendido vertiginosamente, y ya sólo representan la mitad de todo lo que genera el papel (la otra mitad proviene de la venta de ejemplares).
P. Hoy, en general, los directores de periódico suelen capitular con más facilidad a las demandas de la empresa que generaciones anteriores. No sé si está de acuerdo.
R. Generalizando en torno al negocio, creo que hay bastante verdad en ello; en parte, el desesperado estado de la economía ha hecho que todo el mundo se sienta más vulnerable, así que hay más compromisos de los que solía haber y estamos en esa frenética búsqueda de una solución mágica de negocio que respalde el periodismo.
P. ¿Y en su caso es así?
R. Está claro que ha habido una búsqueda de nuevos negocios, pero una de las cosas que más me gustan de este sitio es que puedo ir a mi editor y decirle: "No podemos hacer esto, esto compromete nuestra integridad, o nuestro periodismo". Y siempre gano ese debate. Y si la cuestión es dejar que los anunciantes tengan más influencia en lo que escribimos o echarnos para atrás en un reportaje de investigación, soy un tipo afortunado: estoy protegido de una manera en que no lo están muchos directores.
"Las redes sociales son buenas herramientas para encontrar noticias"
P. EL PAÍS acaba de poner en funcionamiento Eskup, una red social que pone en contacto a los periodistas con los lectores. ¿Crecerá la dimensión social de los medios de comunicación?
R. Sí, lo creo. Tiendo a ser escéptico con las personas que declaran cómo va a ser el futuro en términos absolutos, tiene que haber espacio en este debate para la incertidumbre. Los periodistas se mueven bien en la incertidumbre, no sabemos cómo va acabar una guerra o qué político caerá y nuestro mundo está en un momento de gran incertidumbre. Creo que las redes sociales son buenas como herramienta para encontrar noticias, para diseminar información y como manera de conectar con los lectores. Hace tiempo que tenemos las entrevistas de los lectores y hacen muy buenas preguntas.
P. Mucha gente piensa que la prensa tradicional fue muy arrogante durante años, se sintieron propietarios de las noticias y no tuvieron en cuenta a los lectores.
R. Hay algo de verdadero en ello. Uno de los motivos por el que muchos medios fueron lentos al adaptarse a Internet fue porque se veían como una élite inalcanzable y les gustaba controlar el debate; así que, sí, merecemos ser criticados por excesos de orgullo en nuestra historia. Por otro lado, la gente nos paga por nuestro criterio. Hay una diferencia entre lo que dice la Wikipedia y The New York Yimes: la gente va a la Wikipedia sabiendo lo que quiere; pero viene a The New York Times, o la BBC, o a EL PAÍS sin saber qué es lo que quieren saber, vienen a ver qué les cuenta gente inteligente y bien formada, para que les cuenten que pasó, qué importa y qué significa eso; nadie tiene tiempo de hacer eso por su propia cuenta; nos pagan por nuestro criterio y no creo que sea arrogante tomar decisiones sobre qué es importante; con el tiempo, puede que se demuestre que te equivocaste, pero es lo que nuestros lectores demandan.
P. ¿Qué les ha aportado el iPad?
R. Cuanto más cómoda y agradable es la pantalla, más natural es leer un artículo de un periódico serio o de una revista. Es pronto para decir cómo va a ser en términos económicos. Tenemos una aplicación del iPad que es una versión temprana, no hemos tenido tiempo para desarrollarla a tope. Es gratuita, se llama Editor's choice (La elección del director), y es una selección de historias que están vivas en la página web.
P. Pero ya están trabajando en una aplicación de pago.
R. Sí, estamos trabajando en ella. Yo tengo mi iPad, mi aplicación de iPhone y la web, y al final casi siempre voy a la web, porque si tienes una pantalla grande, la web es preciosa y lo tiene todo; y en este momento aún es gratis. No sé hacia dónde se dirige el mundo, si hacia las aplicaciones para noticias o si el iPad acabará por no necesitar aplicaciones ya que con un buen sitio web puede ser suficiente. He hecho el mismo ejercicio con la BBC, The Guardian, The Washington Post... En vez de utilizar su aplicación en el iPad, voy a su web; si es buen sitio web, es precioso en el iPad.
P. ¿Qué impacto tiene la llegada del iPad en su web?
R. Es una muy buena pregunta y, honestamente, no lo sé. La gente va a experimentar.
En las últimas semanas hemos lanzado una aplicación para el iPad que es el primer intento serio de una aplicación de servicios en Nueva York, cómoda para el usuario: tiene los restaurantes favoritos de nuestros críticos, los mejores bares, listas de eventos interesantes, y añadiremos la base de datos de cine, tours de museos... Esto es algo distinto de las noticias. Alguien está en Nueva York y quiere saber qué exposición debe ir a ver, a qué restaurante ir...Se pueden hacer muchas cosas empaquetando de una manera distinta porciones de nuestro paquete periodístico, pero no sé qué impacto tendrá en la web per sé. Ofreceremos todo lo que tenemos en la web, en el iPad, y en ambos casos confiaremos en que la gente pague si consume mucho de lo que lo que ofrecemos; habrá que ver qué prefieren los lectores.
P. ¿Tienen futuro las iniciativas de periodismo sin ánimo de lucro?
R. Nos hemos involucrado en esta cuestión. Actualmente tenemos dos ediciones, una en Chicago y otra en San Francisco, donde el contenido es producido por consorcios sin ánimo de lucro de periodistas profesionales, gente a la que conocemos y en la que confiamos y que están sustentados por tipos ricos que decidieron pagar para respaldar el periodismo. Hemos hecho algunos proyectos con ProPublica, que están respaldados por filántropos... Nuestra experiencia con todas estas organizaciones ha sido muy buena hasta ahora.
P. Usted suele utilizar una cita: "Los periódicos serán dinosaurios, pero los dinosaurios anduvieron por la Tierra durante millones de años". Bueno, millones de años, no, pero ¿cuánto tiempo diría que van a durar?
R. No lo sé. Para dentro de millones de años estoy bastante seguro de que el papel no existirá. Yo tengo esperanzas, no en torno a un objeto impreso, sino en torno al concepto de periodismo agresivo, independiente y de alta calidad.
De frente y perfil
» Bill Keller, director de 'The New York Times', 61 años.
» Dirige el diario y su web desde julio de 2003. Ganó el Premio Pulitzer en su etapa de corresponsal en Moscú (1986-1991). Ha pasado por todas las instancias del periódico.
» Los datos: el sitio web tiene 16,1 millones de usuarios únicos, según Nielsen. Es el periódico líder en Internet en Estados Unidos. Vende 951.063 ejemplares en papel, 1,4 millones en la edición dominical.
» Su apuesta: en enero de 2011, su web será de pago. Estará basada en un sistema con contador, sólo se pagará a partir de un amplio consumo de páginas. Será un modelo similar al de Financial Times.
» Él: casado con la escritora Emma Gilbey desde 1998, tiene tres hijos: Tom, Molly y Alice.
sábado, 24 de julio de 2010
Christian Scott: "Detrás de cada música hay una vida que contar"
Leo tonterías sobre Christian Scott (Nueva Orleáns, 1983). Las escribe, como es natural, el más tonto de todos los tontos que escriben y opinan de jazz. Hay halagos que pueden hacer más daño que una calumnia. O que una puñalada. Cuando se exalta la impertinencia por encima de cualquier otro valor, ya sabemos que el que habla es un necio con albardas. Ya sabemos de quien estamos hablando.
Con motivo de la publicación de su nuevo disco "Yesterday You Said Tomorrow", Christian Scott ha declarado: “Quería crear un telón de fondo musical que hiciera referencia a todo lo que me gustaba de la música de los años sesenta –el segundo quinteto de Miles Davis, el cuarteto de Coltrane, la banda de Mingus– unido a la música de gente como Bob Dylan y Jimi Hendrix. La música de esa época simplemente tenía más profundidad, ya se tratara de jazz, de rock o de lo que fuera. El clima político y social en la época estaba mucho más cargado y había unos cuantos músicos que no tenían miedo de hacer referencia a ese clima en su trabajo. Los que hicieron eso –y al mismo tiempo cautivaron a las personas de un modo que dejaba constancia de su propia humanidad– fueron los que acabaron durando más tiempo”.
Frente al micrófono de mi amigo Pablo Sanz, Christian abunda en ese punto de partida. Y aprieta el pistón un poco más. Estas son las preguntas de Pablo y las respuestas de Christian. Las tomo prestadas del diario El Mundo, publicadas el 26 de junio de 2010.
Pablo: Está claro que, más que la perfección del sonido, lo que le interesa es sobre todo la creación. ¿Se reconoce en el jazz creativo de los sesenta?
Christian: Sí, por supuesto. Me siento influido musical e ideológicamente con los máximos creadores de aquella década, desde Mingus, Coltrane y Miles Davis a Pete Seeger, Bob Dylan y Joan Baez. Eran tiempos en los que lo creativo se imponía sobre todo lo demás y, encima, eran artistas con un gran compromiso político y social. Esa combinación de compromiso político y creación me parece fundamental, porque los artistas tenemos un escenario y un micrófono que la gente normal no tiene. Y debemos formar y divertir, sí, pero también denunciar, reivindicar, luchar.
Pablo: Vamos, que el arte por el arte no vale para usted...
Christian: No es que valga o no valga, la cuestión va más allá. Debe ir más allá. Detrás de cada música hay una vida que contar y el artista no puede obviarlo, en caso contrario, permanece en una burbuja en la que sólo hay aire para él. ¿Cómo podemos los artistas callarnos ante la injusticia, la desigualdad, el autoritarismo, la falta de humanidad? Somos unos privilegiados, porque podemos amplificar el mensaje de personas anónimas, en las que nos reconocemos por sus problemas, nos solidarizamos... No vale con pintar un hermoso cuadro para colgarlo sólo en tu casa. Hay que crear, vivir y comprometerse.
Eso es ir al tuétano de la cuestión. Luego hay que probar las palabras con hechos.
Aquí están los hechos: Christian Scott en Newport. Y los musicazos que forman parte de su aventura:
En sueños empiezan las responsabilidades. Delmore Schwartz
Delmore Schwartz ( Brooklyn, NY, 1913 — 1966, Nueva York)
En sueños empiezan las responsabilidades
Creo que es el año 1909. Me siento como si estuviera en un cinematógrafo, el largo brazo de luz atravesando la oscuridad y girando, mis ojos fijos en la pantalla. Es un film mudo, en que los actores usan trajes ridículamente anticuados, y un chispazo sucede al otro con saltos repentinos, y los actores también andan a saltos, caminando demasiado a prisa. La tela está llena de rayos y de manchas, como si hubiera llovido cuando se tomó el film. La luz es mala.
Es un domingo a la tarde, junio 12, 1909, y mi padre va a visitar a mi madre caminando por las tranquilas calles de Brooklyn. Su traje está recién planchado, y la corbata le aprieta demasiado el cuello alto. Hace sonar las monedas en el bolsillo, pensando en las cosas ingeniosas que va a decir. Ahora me siento cómodo en la blanda oscuridad del teatro; el pianista produce las evidentes emociones aproximativas en que se mece el auditorio sin saberlo. Soy anónimo. Me he olvidado: siempre ocurre lo mismo en el cinematógrafo; es, como dicen, una droga. Mi padre anda de calle en calle de árboles, césped y casas, de vez en cuando llega a una avenida en la que patina y chirría un tranvía, avanzando lentamente. El conductor, que tiene bigotes como manubrios, ayuda a subir a una señorita con un sombrero como un bol emplumado. Tranquilamente hace los cambios y toca el timbre al subir los pasajeros. Evidentemente es domingo, pues todos llevan sus trajes domingueros y el ruido del tranvía hace resaltar la calma del día festivo (se dice que Brooklyn es la ciudad de las iglesias). Las tiendas están cerradas y todos los pórticos corridos, salvo alguna farmacia ocasional con grandes bolas verdes en la vidriera.
Mi padre ha elegido ese largo camino porque le gusta pensar mientras camina. Piensa en lo que será el porvenir y así llega hasta el lugar de su visita en un estado de dulce exaltación. No presta atención a las casas del camino, donde están comiendo la comida del domingo, ni a los muchos árboles que bordean cada acera, ahora muy cerca de su plenitud de verdor y del tiempo en que encerrarán la calle en su sombra de hojas. Pasa un carruaje ocasional, los cascos de los caballos caen como piedras en la tarde tranquila; de tiempo en tiempo un automóvil, como un enorme sofá tapizado, jadea y pasa.
Mi padre piensa en mi madre, en lo distinguida que es, y en el orgullo con que la presentará a la familia. Todavía no están comprometidos y todavía no está seguro de estar enamorado de mi madre, así que, a ratos, se siente aterrado con el lazo ya formado. Pero se consuela pensando que los grandes hombres que él admira son casados: William Randolph Hearst y William Howard Taft, que acaba de ser elegido presidente de los Estados Unidos.
Mi padre llega a la casa de mi madre. Ha llegado muy temprano y de pronto se siente incómodo. Mi tía, la hermana menor de mi madre, acude al campanillazo con la servilleta en la mano, pues la familia está aún en la mesa. Al entrar mi padre, mi abuelo se levanta y le da la mano. Mi madre ha subido corriendo para arreglarse. Mi abuela pregunta a mi padre si ya ha comido y le dice que mi madre bajará enseguida. Mi abuelo inicia la conversación hablando de la suave temperatura del mes de junio. Mi padre se sienta demasiado cerca de la mesa, con el sombrero en la mano. Mi abuela le dice a mi tía que tome el sombrero de mi padre. Mi tío, de doce años, se mete en la casa, con el pelo alborotado. Saluda a gritos a mi padre, que a menudo le da monedas, y luego sube corriendo la escalera, mientras mi abuela lo llama a gritos. Es evidente que el respeto en que se tiene a mi padre, en esta casa, esta templado con una buena dosis de alegría. Impresiona bien, pero no deja de ser muy torpe.
II
Por fin baja mi madre y mi padre, que en ese momento sostiene una gran conversación con mi abuelo, se pone un poco incómodo, por que no sabe si saludar a mi madre o proseguir el diálogo. Se levanta desmañadamente y dice: “Hola”, con voz áspera. Mi abuelo lo mira, examinando su incongruencia, tal como es, con ojo crítico, y frotando con fuerza su mejilla barbuda, como siempre hace cuando piensa. Está preocupado; teme que mi padre no sea buen marido para su hija mayor. En este momento algo le sucede al film, precisamente cuando mi padre dice a mi madre algo gracioso: me despierto a mí mismo y a mi desdicha en el instante en que mi interés era más intenso. El público empieza a golpear con impaciencia. La falla se ha arreglado, pero el film ha retrocedido a una parte ya pasada, y estoy viendo otra vez a mi abuelo frotándose la mejilla barbuda, pesando el carácter de mi padre. Es difícil meterse de nuevo en el film y olvidarme a mí mismo, pero al reírse mi madre de lo que dice mi padre, la oscuridad me ahoga.
Mi padre y mi madre salen de la casa, mi padre da un apretón de manos a mi abuelo, con un malestar desconocido. Yo me agito también con malestar, tirado en la silla dura del teatro. ¿Dónde está el tío mayor, el hermano mayor de mi madre? Está estudiando arriba, en su dormitorio, estudiando para su examen final en el Colegio de la Ciudad de New York, habiendo muerto de pulmonía doble hace veintiún años. Mi padre y mi madre recorren otra vez las mismas calles tranquilas. Mi madre, del brazo de mi padre, le cuenta la novela que ha estado leyendo, y mi padre abre juicio sobre los personajes a medida que le explican la trama. Es una costumbre que lo divierte mucho, porque se siente confiado y superior al aprobar o condenar la conducta ajena. A veces se siente inclinado a pronunciar un breve “uf”, cuando el cuento se vuelve lo que él llama meloso. Este tributo es la afirmación de su hombría. Mi madre se siente satisfecha por el interés que despierta; demuestra a mi padre cuán interesante es ella, y cuán inteligente.
Están ya en la avenida, y el tranvía llega despacio. Van esa tarde a Coney Island, aunque mi madre considera que esos placeres son subalternos. Está decidida a condescender sólo a un paseo por la playa y a una buena comida, evitando los ruidosos entretenimientos que están muy por debajo de la dignidad de tan digna pareja. Mi padre cuenta a mi madre el dinero que ha ganado en la semana, exagerando una suma que no necesita exagerarse. Pero mi padre siempre ha encontrado que la realidad suele resultar deficiente por muy buena que sea. De pronto me pongo a llorar. La resuelta señora anciana que está a mi lado se fastidia y me mira con una cara de enojo, y asustado, me callo. Saco mi pañuelo y me seco la cara, chupando la lágrima que ha caído en mis labios. Mientras tanto he perdido algo, pues aquí están mis padres bajando del tranvía en el punto terminal: Coney Island.
III
Caminan hacia la rambla y mi madre ordena a mi padre aspirar el aire penetrante del mar. Los dos aspiran hondo, riéndose los dos al hacerlo. Tienen en común un gran interés por la salud, aunque mi padre es fuerte y hombruno y mi madre es delicada. Los dos están llenos de teorías acerca de lo que es bueno comer y de lo que es malo, y a veces tienen discusiones acaloradas, pero todo acaba con el anuncio de mi padre, hecho con desdeñoso desafío, de que tarde o temprano hay que morir. En el mástil de la rambla, la bandera americana está latiendo con el viento intermitente del mar.
Mi padre y mi madre se acercan a la baranda de la rambla y miran a la playa donde numerosos bañistas se pasean. Algunos están en la resaca. Un silbato de manisero taladra el aire con su agradable y activo gemido, y mi padre va a comprar maní. Mi madre se queda junto a la baranda y contempla el océano. El océano le parece alegre; apuntan chispas y una vez y otra vez las olas pequeñas se deshacen. Nota los niños cavando en la húmeda arena, y los trajes de baño de las muchachas de su edad. Mi padre vuelve con el maní. Sobre las cabezas golpean y golpean los rayos del sol, pero ninguno de los dos se da cuenta. La rambla está llena de gente vestida con sus trajes domingueros, paseando tranquilamente. La marea no llega hasta la rambla y los paseantes no se sentirían en peligro aunque llegara. Mi padre y mi madre se recuestan en la baranda y miran distraídamente el mar. El mar se ha encrespado; las olas llegan lentamente, tomando impulso desde muy atrás. El momento anterior al salto, el momento en que arquean su lomo tan hermosamente, mostrando el negro y verde veteado de blanco, ese momento es intolerable. Al fin se quiebran estrellándose fieramente sobre la arena, bajando con toda su fuerza contra ella, yendo adelante y retrocediendo, y al fin degenerando en un pequeño río de burbujas que se desliza por la playa y luego regresa. El sol sobre sus cabezas no incomoda a mi padre ni a mi madre. Contemplan perezosamente el océano sin interesarse en su aspereza. Pero yo contemplo el terrible sol que deslumbra y el despiadado, fatal, apasionado mar. Olvido a mis padres, estoy como fascinado y, finalmente, atónito por su indiferencia, rompo de nuevo a llorar. La anciana señora a mi lado me palmea el hombro y dice: “Vamos, vamos, joven, esto es sólo un film, sólo un film”, pero yo vuelvo a mirar el sol aterrador y el aterrador océano, y sin poder contener mis lágrimas me levanto para ir al salón de caballeros, tropezando con los pies de las personas sentadas en mi fila.
IV
Cuando vuelvo, sintiéndome como si acabara de despertarme temprano, enfermo por falta de sueño, han pasado varias horas y mis padres están en una calesita. Mi padre monta un caballo negro y mi madre uno blanco, y parecen hacer un eterno circuito con el sólo propósito de arrebatar los anillos de níquel que están fijos al brazo de uno de los postes. Está tocando un organito; inseparable del eterno girar de la calesita.
Por un momento parece que nunca van a bajar del carrusel, porque nunca va a parar, y siento como si yo mirara hacia abajo desde el piso cincuenta de un edificio. Por fin bajan; hasta el organito ha cesado por un momento. Hay una súbita y dulce calma, como si fuera la coronación de tanto movimiento. Mi madre sólo ha conseguido dos anillos, mi padre tiene diez, pero es mi madre quien realmente los desea.
Caminan por la rambla mientras la tarde imperceptible se ahonda en la increíble púrpura del crepúsculo. Todas las cosas palidecen en una lánguida llama, hasta el incesante murmullo de la playa. Buscan un sitio para cenar. Mi padre sugiere el mejor restaurant de la rambla y mi madre se niega, siguiendo sus principios de economía y de ama de casa.
Sin embargo, van al mejor lugar, piden una mesa cerca de la ventana para poder mirar la rambla y el móvil océano. Mi padre se siente omnipotente poniendo una moneda en la mano del mozo al pedir mesa. El lugar está lleno y aquí también hay música, esta vez es un terceto de instrumentos de cuerda. Mi padre da órdenes con una bella confianza.
En el curso de la comida, mi padre cuenta sus planes para el futuro y mi madre muestra, en lo expresivo de su rostro, cuán interesada e impresionada está. Mi padre está radiante, entusiasmado con el vals que están tocando y su porvenir empieza a intoxicarlo. Mi padre dice a mi madre que va a ensanchar sus negocios, porque hay mucho campo para ganar dinero. Quiere establecerse. Después de todo tiene veintinueve años, ha vivido solo, desde los trece, está haciendo más y más dinero, y envidia a los amigos, cuando va a visitarlos, en la seguridad de sus hogares, rodeados, al parecer, de los tranquilos placeres domésticos y de niños deliciosos, y entonces cuando el vals llega al momento en que los bailarines giran como locos, entonces, entonces, con una terrible audacia, entonces, le pide a mi madre que se case con él, aunque bastante incómodo e intrigado pensando cómo pudo hacer esa pregunta, y ella, para empeorar las cosas, se pone a llorar, y mi padre mira nerviosamente a su alrededor, sin saber qué hacer, y mi madre dice: “Es lo que más he deseado desde el primer momento que nos vimos”, sollozando, y el encuentra todo muy difícil, muy poco de su agrado, muy poco como él lo había imaginado en sus largas caminatas en el Brooklyn Bridge, en las ensoñaciones de un buen cigarro, y fue entonces, en ese punto, que me paré en el teatro gritando: “¡No lo hagan! No es demasiado tarde para cambiar de idea, los dos. Nada bueno va a salir de eso, sólo remordimientos, odio, escándalos, y dos hijos con caracteres monstruosos”. El público entero se dio vuelta a mirarme, fastidiado, el acomodador vino corriendo por el pasillo haciendo relampaguear su linterna, y la anciana señora, mi vecina, me obligó a sentarme en mi sitio, diciendo: “Estése quieto, lo van a echar, y ha pagado treinta y cinco céntimos por entrar”. Entonces cerré los ojos porque no podía soportar la vista de lo que sucedía. Me senté ahí tranquilamente.
V
Pero después de un ratito empecé a echar unas miradas y por fin volví a observar con sediento interés, como un niño que trata de mantener su ceño cuando le ofrecen el soborno de un caramelo. Mis padres ahora se están sacando un retrato en la barraca de un fotógrafo de la rambla. El lugar está sombreado con una luz malva que aparentemente es necesaria. La cámara está colocada de lado en el trípode y parece un hombre de Marte. El fotógrafo da instrucciones a mis padres de cómo deben colocarse. Mi padre ha puesto un brazo sobre los hombres de mi madre, y ambos sonríen enfáticamente. El fotógrafo alcanza a mi madre un ramo de flores para que tenga en la mano, pero ella lo sostiene en el mal lado. Entonces el fotógrafo se cubre con el paño negro que decora la cámara y todo lo que se ve de él es un brazo saliente y la mano con que sostiene fuertemente la pera de goma que oprimiera al tomar la foto. Pero no queda satisfecho con el grupo. Siente que hay algo mal en la pose. Una y otra vez sale de su escondite con nuevas instrucciones. Cada observación sólo sirve para empeorar las cosas. Mi padre se impacienta. Prueban una pose sentados. El fotógrafo explica que él tiene su orgullo, que quiere hacer bellos retratos, que no lo lleva sólo el interés del dinero. Mi padre dice: “Dése prisa ¿quiere? No disponemos de toda la noche”. Pero el fotógrafo no hace más que correr de un lado a otro nerviosamente, disculpándose, y dando nuevas instrucciones. Me encanta el fotógrafo y lo apruebo de todo corazón, porque sé exactamente lo que siente, y a medida que critica cada pose, revisada de acuerdo con alguna oscura idea estética, me lleno de esperanzas. Pero entonces mi padre dice con enojo: “Vamos, ha tenido tiempo de sobra, ya no esperaremos más”. Y el fotógrafo, suspirando afligido, vuelve a su negro escondite y levanta la mano, diciendo: “Uno, dos, tres. ¡Ahora!” y el retrato se toma con la sonrisa de mi padre hecha una mueca, y la de mi madre animada y falsa. En unos minutos se revela la fotografía, y mis padres, como están en esa rara luz, se sienten deprimidos.
VI
Han pasado por la barraca de una adivina, y mi madre quiere entrar, pero mi padre, no. Empiezan a discutir. Mi madre porfía, mi padre vuelve a impacientarse. Lo que mi padre querría hacer ahora es mandarse mudar y dejar ahí a mi madre, pero sabe que eso no es posible. Mi madre se niega a moverse. Está casi llorando, pero siente un deseo incontenible de oír lo que dirá la adivina. Mi padre accede furioso, y los dos entran en la barraca que es, en cierto modo, igual a la del fotógrafo, colgada de negro, con luz de color y sombría. Hace demasiado calor, y mi padre sigue diciendo que son tonterías, señalando la bola de cristal sobre la mesa. La adivina, una mujer baja y gorda, vestida con un traje que se supone exótico, entra al cuarto y los saluda, hablando con acento extranjero. Pero de pronto se le ocurre a mi padre que todo el asunto es insoportable; tira por el brazo a mi madre pero mi madre rehúsa moverse. Entonces, en un arranque de furia, mi padre suelta el brazo de mi madre y sale, dejando a mi madre aturdida. Ella hace un movimiento como para seguirlo, pero la adivina la detiene y le ruega que no lo haga, y yo me quedo atónito y horrorizado en mi silla, desde la oscuridad. Me encuentro como si caminara por una cuerda en un circo, a cien pies de altura, y que de repente la cuerda mostrara síntomas de rotura, y me levanto de mi asiento y empiezo de nuevo a gritar las primeras palabras que se me ocurren para comunicar mi terrible miedo, y otra vez viene el acomodador corriendo por el pasillo y haciendo relampaguear la linterna, y la anciana señora razona conmigo, y el público airado se vuelve a mirarme, y yo sigo gritando: “¿Qué están haciendo? ¿No saben lo que hacen? ¿Por qué mi madre no se va con mi padre y le pide que no se enoje? Si no hace eso, qué va a hacer? ¿Se da cuenta mi padre de lo que está haciendo?” Pero el acomodador me ha agarrado del brazo, y al sacarme, dice: “¿Qué está usted haciendo? ¿No sabe que no puede hacer estas cosas, que no las puede hacer por más que quiera, aunque no hubiese nadie? Le va a pesar si no hace lo que debe. No puede seguir así, no hay derecho, ya lo sabrá bien pronto, todo lo que se hace tiene importancia”, y mientras dice todo esto, llevándome por la galería del teatro, en la fría luz, me despierto en la sombría mañana invernal de mi vigésimo primer cumpleaños, el antepecho de la ventana con su filete de nieve, ya amaneciendo.
Escrito por Delmore Schwartz en 1938